Leyva y la paz
Epígrafe
Los creyentes de todas las religiones, junto con los hombres de buena voluntad, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación, están llamados a construir la paz”.Juan Pablo II
Por: Lorena Rubiano Fajardo
El anhelo de todos los colombianos y especialmente de los jóvenes y sobre todo de nosotras las mujeres que la padecemos más intensamente, es la paz. No es necesario hacer recriminaciones históricas desde el punto de vista militar y político, por la incapacidad de lograrla en los más de 60 años de conflicto. Tampoco creo que deba internarme en las entrañas de la guerra y de los intereses ocultos de cada parte Tampoco en la cantidad de compatriotas que han derramado su sangre por causa de esta guerra. Todo ellos son de dolorosa recordación y de muy triste realidad. Viudas huérfanos, mutilados, desplazados, arruinados, son el cuadro que tenemos todos los días en nuestra querida patria.
Eso no lo podemos ignorar, ni esconder, ni desconocer. Ahora lo que nos toca es crear una gran cruzada nacional por la paz, sin apellidos ni colores políticos, ni ganadores, ni perdedores. Hagamos un gran esfuerzo, que ojala sea el último, para que logremos esa integración pacifica, de almas, espíritus y cuerpos.
Por eso veo con optimismo que personas como el exministro Álvaro Leyva, con 30 años de experiencia, obsesionado por la paz, de lucha constante, coherente y muy valiente, siempre pensando en el país, haya puesto sobre la mesa de La Habana una propuesta, creativa, seria y profunda, para desempantanar el proceso y sobre todo para apuntalar la mesa para que esta no se caiga con sus funestas consecuencias. Leyva Durán es uno de los colombianos que más ha trabajado el tema de la paz y no es justo que sus malquerientes no opinen sobre la propuesta, sino que le tiran dardos personales envenenados.
Como ciudadana y campesina les pido a los alzados en armas que no se retiren de la mesa y al presidente Santos y a su asesor Sergio Jaramillo, que piensen únicamente en la paz, para lograrla por encima de cualquier otro interés personal o político. Dios nos ayude a que la obsesión por la guerra sea superada por la obsesión por la paz, para que con el apoyo internacional, superemos el camino del conflicto y lo cambiemos por el de la reconciliación, justicia, verdad y reparación y así nuestros hijos nazcan, crezcan, estudien y trabajen, con la tranquilidad que se merecen.