¿Por negro, por pobre o por exitoso?
Para Bernal, los méritos de Cuero son chimbos, pues solo 2 de sus 13 patentes presentadas han sido reconocidas, y las demás están registradas, pero pendientes
Por María Isabel Rueda
En lugar de titular con la caída del fuero militar, el diario El Espectador optó ese día por darle su portada a un hombre afrocolombiano.
¿Se trataba de un peligroso paramilitar? ¿Del jefe del anillo de seguridad de alias ‘Timochenko’? Eso pensé, prejuiciada. Porque, al contrario de Piedad Córdoba, pocos afrodescendientes han obtenido por méritos no penales carátula de El Espectador.
Me equivoqué. Se trataba del inspirador científico e inventor valluno Raúl Cuero. A quien El Espectador acusaba de impostor, basado en la investigación de un “exprofesor” de la Nacional, Rodrigo Bernal, cuya conclusión es que Cuero “ni trabaja para la Nasa, ni tiene las patentes que dice tener y su índice de publicaciones es muy bajo”.
Bernal, agrónomo y exprofesor de la Nacional, habría sido más útil dedicado, con el dinero nuestro, tratándose de una universidad pública, a producir por ejemplo un proyecto de café para la altillanura, o una fórmula de convivencia entre los cultivos de café y la palma africana, o una idea para adaptar el cultivo de papa a la tierra caliente, en medio de esta crisis del campo. Pues no. Durante los últimos tres años, al doctor Bernal le pareció prioritario tejer una red de sospechas alrededor de los méritos supuestamente inflados del negro doctor Cuero. Según Bernal, tuvo que romper su silencio cuando apareció mi entrevista con el científico de Buenaventura hace ocho días en EL TIEMPO, y ante la intolerable pregunta de si soñaba con un Nobel, resolvió desempolvar su aporte científico, que tituló bastante burlonamente ‘En cueros’.
Se le puede preguntar a Jackson Martínez si sueña con ganar la Copa Mundo. A Raúl Cuero si sueña con un Nobel no, aunque él humildemente reconozca que lo suyo “son los procesos y no los resultados”. Nació en Buenaventura en un hogar de padres analfabetas. Campeón de baloncesto –sobrevivir o morir–, esta fue la puerta que lo sacó de la miseria a ganarse becas en universidades, hasta llegar a convertirse en Ph. D. en Microbiología de la Universidad de Strathclyde. Mañana estará en Colombia, invitado por el Sena, para presentar su último libro, La orfandad de la nueva generación, en el que previene contra la vida intelectual cómoda de la tecnología y recomienda las virtudes de la creatividad como antídoto contra las tendencias juveniles a las drogas y al alcohol.
Para Bernal, los méritos de Cuero son chimbos, pues solo 2 de sus 13 patentes presentadas han sido reconocidas, y las demás están registradas, pero pendientes (ver www.raulcuerobiotech.com). También considera de baja calaña sus dos premios Tech Brief Technology que le ha otorgado la Nasa, por ser “certificados rutinarios”. Como si la Nasa aceptara patrocinar, publicar y premiar a cualquier lagarto.
Tampoco falta a la verdad el doctor Cuero si uno de sus libros se titula De Buenaventura a la Nasa. Un título por cierto muy inspirador, en el cual narra cómo han sido los detalles de tamaña hazaña. En ninguna parte dice que trabaja para la Nasa –de lo que calumniosamente lo acusa Bernal–, sino de haber hecho trabajos bajo su auspicio, algo totalmente cierto. Para Bernal, de las 91 publicaciones que exhibe Cuero, científicas no hay sino 24, y el resto le parecen light, por ser creativamente experimentales. ¿Cuántas de Bernal podrán inspirar a esta generación como las de Cuero?
Parodiando a uno de los mejores columnistas de El Espectador, no veo que lo del “exprofesor” Bernal contra Cuero tenga otro motivo que acabarlo por negro, por pobre, por humilde y por exitoso. O como dijo Felipe González de Barack Obama: “Si en EE. UU. eligieron Presidente a un negro, fue para echarle la culpa de todo”. En este caso, es para desconocerle al Negro cualquier mérito que no haya obtenido antes el profesor Blanco de la Universidad Nacional.
Cuando el río suena… Valiente el magistrado Pretelt, de la Corte Constitucional, por haber contado la verdad.