miércoles agosto 14 de 2024

¿Dónde ponemos el área de responsabilidad social?

jorge emilio sierra

Por: Jorge Emilio Sierra

¿Dónde ponemos la RSE, o sea, el área de responsabilidad social?, es la pregunta que suelen formularse las empresas cuando quieren ser socialmente responsables.

¿Dónde?, insisten. Y a veces actúan a la ligera, sin responder con el rigor deseado, por lo que no tardan en cometer graves errores, lejos de desarrollar una verdadera estrategia corporativa que genere valor para las compañías y sus grupos de interés.

Pero, entremos de una vez en materia. Y digamos, para empezar, que la Responsabilidad Social Empresarial –RSE- debe ponerse arriba, en la alta dirección, desde la propia junta directiva o, en caso de no haberla, desde quienes toman las decisiones más importantes, trátese incluso, en una empresa familiar, del padre de familia o de sus hijos.

Los principales directivos, en fin, tienen que asumir un férreo compromiso en tal sentido, llámense propietarios o accionistas, presidente, gerente general o director general. Esto se requiere, además, por razones éticas, de honda convicción personal; porque ello implica el Buen Gobierno o Gobierno Corporativo, y porque la RSE no es sólo responsabilidad social de la empresa sino de los empresarios, como tanto hemos dicho.

Cuando no existe ese compromiso sincero, efectivo, ¡apaga y vámonos! No sería ético hacerlo. Como no lo es que ciertas organizaciones proclamen su responsabilidad social, aún en el plan estratégico, cuando sus máximos directivos carecen de dicho compromiso. Y como ahí falta el liderazgo indispensable en la RSE, ¡no hay nada que hacer!

Sobra entrar en detalles para no herir susceptibilidades.

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Y dado ese primer paso del citado compromiso de la alta dirección, ¿qué sigue? Pues, lo obvio: que tal voluntad política se integre al plan estratégico de la compañía, comenzando por redefinir ahí la misión y la visión correspondientes, donde habrá de dejarse en claro que sus objetivos no son sólo económicos, por imprescindibles que estos sean, sino también sociales y ambientales, o sea, siempre en busca de la sostenibilidad a que apunta la RSE.

Así las cosas, la estrategia de sostenibilidad es básica en el plan estratégico, sin la que éste se queda a mitad de camino. Y claro, como parte del plan ha de ser asumido por toda la empresa, desde arriba hasta abajo, entre los empleados, sin excepción.

Pero, ¿quién –se preguntará de nuevo- está a cargo del asunto en cuestión? ¿Dónde poner, entonces, la RSE? Por lo dicho antes, la alta dirección, desde la presidencia o su equivalente, debe responder por la estrategia, la misma que en consecuencia ha de presentarse a la empresa en su conjunto o, en su lugar, a los jefes de área para replicarla al resto de trabajadores, cuya participación en los programas y proyectos sociales será indispensable (“todos ponen”, mejor dicho).

En cuanto a la parte operativa, es obvio que el presidente, gerente o director general debe delegar. Pero, ¿a quién? A mi modo de ver, lo mejor sería un director o gerente de RSE, dedicado 100% al tema, que presida un comité con los otros jefes de área y reporte, con base en un informe de sostenibilidad, a la junta directiva, nada menos.

Si dicha alternativa no es posible por el tamaño reducido de la firma o por sus costos adicionales, creo que el área más indicada es recursos humanos, dada su estrecha relación  con todo el personal y por el buen manejo que demanda el asunto, con la elevada valoración del capital humano y sanos criterios de administración.

Que desde acá se defiendan los derechos laborales, según principios del Pacto Global. No que se violen, hasta con la manipulación indebida de normas jurídicas y la tácita complicidad con prácticas gerenciales de carácter despótico, bastante comunes por cierto. Si así fuere, ¡apaga y vámonos!

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De hecho, muchas empresas toman caminos diferentes. Están en su derecho de hacerlo, pero creo que no es lo más correcto a la luz de la RSE. Me explico: dejar esto en manos de los departamentos de marketing o publicidad sugiere más bien que no importa sino el negocio, obtener mayores ganancias económicas, siendo lo social y ambiental algo secundario. Hasta algunas firmas líderes en RSE han osado dar este paso, ¡con fusión a bordo!

Y sobre la alternativa de crear una fundación, compartimos lo dicho por Austin: es como “sacar” la RSE de la empresa, con cuyas distintas áreas se tiene poca o ninguna relación. No obstante, hay casos ejemplares que son honrosas excepciones, dignas de aplauso.

Por último, señalemos que la estrategia de RSE recae a fin de cuentas en la alta dirección, donde la RSE se inscriba en el Management moderno, genere valor económico y social para la empresa y sus grupos de interés, sea clave para competir en la economía global de hoy y permita rendir cuentas a empleados, inversionistas, clientes, proveedores, etc., con la frente en alto y las manos limpias.

¡Lo demás es puro cuento!

(*) Presidente de RSE Consultoría – [email protected]

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