Venezuela y Argentina, malos ejemplos
Las evaluaciones sobre lo ocurrido y las proyecciones sobre el futuro siempre harán parte de la vida y en particular en los temas económicos y el comienzo de todo es año es terreno propicio para que los expertos presenten sus análisis en ambos sentidos. Luego, con el paso de los meses, los datos se van corrigiendo y justificando las inexactitudes, bajo el principio real de que la economía no es una ciencia exacta y debe estar supeditada a lo que pase en el mundo real. Pero no por ello deja de ser apasionante el mencionado ejercicio.
En lo que sí no cabe duda es que las preocupaciones de hoy no son las mismas del pasado, sin que ello signifique una violación o desconocimiento de los principios básicos de la economía que rigen desde que esta comenzó a ser estudiada por los considerados padres de la teoría Smith y Ricardo, en particular en la popular teoría de la oferta y la demanda, conceptos que permiten determinar el nivel de precios. En términos muy sencillos, ello se explica en que cuando la oferta es mayor que la demanda, los precios bajan o en caso contrario, una escasez lleva a un aumento en los precios de los bienes y servicios.
Puede que eso no sea tan simple en un mundo global como el de hoy, en el que variables de distinto tipo influyen en la formación de los precios de una economía y hacen que se requieren instrumentos de política mucho más sofisticados que las herramientas de control administrativo más cerca del populismo y la demagogia, que a la postre resultan más perjudiciales. Todo esto para preguntar ¿es la inflación un asunto del pasado dando crédito a quienes afirman que en al actualidad tiende a darse un ajuste automático dada la rapidez con que actúan y reaccionan los mercados? La evidencia parece demostrar que no es así al menos en algunas casos cerca de nosotros o al menos llevan a encontrar explicaciones alternativas.
La inflación en América Latina y en general en el mundo no constituye ya la preocupación central gracias a la adopción de políticas serias dentro de las que se destaca el establecimiento de una autoridad monetaria independiente del gobierno de tal forma que las entendibles presiones mediáticas por atender requerimientos presupuestales no afecten la necesaria estabilidad de precios.
Sin embargo, no en todas partes se sigue ese ejemplo. En Venezuela y en Argentina, el costo de vida alcanza niveles que parecen sacados de la historia. En el primer caso, la inflación anual ronda 60% y en Argentina se estima en 25%. Los dos países ya están en la cabeza del ranking de la mayor inflación y son casos de estudio de un manejo heterodoxo de la economía, al poner la emisión primaria al servicio del gasto público y creer que las ideas políticas están por encima de las consideraciones técnicas.