martes julio 16 de 2024

La fuerza invisible

24 febrero, 2014 Opinión

esteban jaramillo

Por Esteban Jaramillo Osorio.

Una visión sobre el clásico Bogotano…

Calculador, serio, posicionalmente ordenado, sin locuras en la formación, jugadores improvisados, ni inventos extravagantes en su funcionamiento; así encaro el partido clásico Millonarios para enredar a Santa Fe, que extravió su libreto de juego.

La victoria, importante por la clasificación, la moral y la salud del proyecto, produjo alentadoras sensaciones entre los seguidores azules.

Santa fe apeló al recurso del toque, el que sin rotación se hace inútil. Referenció poco a sus delanteros y, cuando lo hizo, los encontró amarrados por la marca o confundidos en la definición. Poco o nunca ganó los duelos frente a los recuperadores de Millonarios, atentos y decididos.

El partido se anunció abierto, pero pronto entro en un torbellino de provocaciones, fricciones, faltas e interrupciones, por la tendencia a poblar el medio y cerrar espacios.

Pero Millonarios encontró el camino con Dayro Moreno, un atacante atrevido y demoledor, respaldado por un vigoroso medio juego que le arropaba en sus incursiones ofensivas.

Resigno su invicto Santa Fe de la peor manera. Sucumbió ante su enconado rival y su modestia en el juego pulverizo vaticinios optimistas de sus seguidores, por el liderato, y dejo entrever que su cotizada nómina, no se trasforma en un buen equipo. Varios de sus jugadores anduvieron por el camino incorrecto en alarmante déficit técnico.

Millonarios, a diferencia de partidos anteriores, fue cauteloso y preventivo. Supo repartir espacios con trabajo de conjunto solidario y encontró en su derroche físico la fuerza invisible para empujar la nave hacia la victoria, con jugadores que apelaron más a la velocidad mental que a la física. Santa Fe no halló sectores apropiados para la maniobra y, cuando los tuvo, no pudo resolver la jugada porque los pases no fueron finos y la pelota para muchos fue un estorbo.

El partido tuvo picos emocionales de alto contenido, sobre todo en el segundo tiempo cuando el árbitro malinterpreto su básica misión: no pudo con el fútbol canchero, el de potrero, el de las interrupciones premeditadas y la pedida de tiempo, por eso se llenó de errores y tarjetas. Las mil caras del fútbol estuvieron en el clásico. El domingo, seguro, habrá otra historia porque todos los partidos son distintos.

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