El Ojo del Halkón
Un infierno llamado cárcel
“Abrid escuelas y se cerraran cárceles”: Concepción Arenal
Por Rudames
No hay nada más grave que perder la libertad, tanto los hombres como los animales hemos sido creados para vivir en libertad y es precisamente lo que hay que evitar, que tanta cantidad de gente, cometa gran cantidad de errores y vaya a parar a unos huecos infernales llamados cárceles y creo que es mejor que pudiéramos cumplir con una bella frase de hace muchos años, cuando la Policía Nacional en una de esas campañas de recordar decía en su eslogan “educad al niño para que no tengáis que castigar al hombre del mañana”.
El drama de las cárceles es algo bastante duro, no es de ahora, no es solo el sobrecupo, sino la corrupción que se vive allá adentro, son muchas las historias que se pudieran contar de lo que es vivir entre rejas y es mucho lo que se pudiera decir de lo que tienen que vivir hombres y mujeres, unos inocentes y otros culpables, que son tratados en estos lugares como verdaderos animales salvajes, en donde no se les respeta los derechos humanos, donde la comida es bastante mala, porque según me contaba una persona que pasó por ese lugar, es muy difícil que se dé buena alimentación, cuando el Gobierno solo destina $2500 por persona diario, no solo para su comida, sino también para sus necesidades.
“Para llegar a la cárcel hay que tener dinero”, nos explicaba un preso, que desde el mismo momento en que se llega a este lugar, se le exige dinero, primero para hacerle una buena peluqueada y no trasquilarlo, segundo, para asignarle un lugar, tercero, una buena colchoneta y si no lleva cobijas, debe de pagar lo que le exijan, es bastante elevado.
Luego de cada visita debe dar dinero para el aseo y lo peor del caso, tener para pagar las famosas deudas contraídas durante la semana.
Hay que sufrir las consecuencias de unos personajes malévolos, que se apoderan de los pasillos, de los patios o de las celdas a los que hay que pagarle dinero por cada servicio que presten, sin que las directivas de los penales hagan nada, es que esto ni siquiera lo tienen en cuenta los directores del INPEC, que visitan estos lugares de vez en cuando y de manera rápida, en donde simplemente ven lo que está bien y no llegan al fondo del problema.
Esto de las cárceles es pan de cada día y no se hablan sino como cuando se presentan catástrofes como la de Barranquilla, en donde en una cárcel han perdido hasta el momento la vida 16 presos y un buen número se encuentra en peligro de morir por el estado delicado de salud en que quedaron, después de un incendio, del que nadie ha dicho la última palabra y de donde nunca se dirá nada.
La ley del silencio es la que reina en estos lugares, en donde se hace lo que sea, por sobrevivir, en donde se chantajea, en donde hay intercambios de todo, en donde hay presos que pagan favores, hasta con el sexo de sus propias hijas y esposas y de verdad, que allí no pasa nada, porque el solo hecho de haber cometido un error, error que puede cometer cualquier persona, han dejado de ser personas y seres humanos.
No se ve a la vista soluciones a este problema y más frio queda uno, cuando escucha que el propio Ministro de Justicia se atreve a decir que este problema no tiene solución a la vista. La solución no es simplemente construir más cárceles, meter gente en cualquier hueco y tratar de castigar, por castigar, cuando la impunidad es la reina de un país, en donde la justicia es demasiado lenta y donde se cumple con el adagio aquel “que la justicia es solo para los de ruana”, porque quien tiene dinero, puede hacer todas las trampas que quiera para ser encarcelado y si lo es, para que se le dé un buen lugar en estas mazmorras de muerte, que como dice la canción, cárcel es cárcel, aunque la jaula sea de oro.
La solución al problema la tenemos todos, desde las familias, la formación de nuestros hijos, desde los colegios, los profesores sabiendo educar y los mayores dando buen ejemplo, mientras que los gobernantes tengan en cuenta que no le deben hacer el juego a la corrupción, mal que carcome a la humanidad actual en todos los renglones, en todos los sectores de la sociedad, sin importar si son pobres o ricos.
Lo que me atañe hoy es hablar de las cárceles y decir que mientras que haya hacinamiento, estos lugares no van a cumplir con el propósito para el que fueron creadas, que es el de corregir y no formar más delincuentes a los que allí entran.
Este es un problema mayúsculo y con pena me atrevo a decir que el Gobierno y las autoridades no están tomando en serio lo que está sucediendo, porque con una buena coordinación con los entes de justicia, se puede evitar que tanta gente vaya a las cárceles, que solo sean los culpables y que los inocentes puedan mostrar su inocencia así tengan dinero o no lo tengan.
Un momento de pérdida de la libertad no tiene precio y al ser humano a pesar de sus culpas hay que tratarlo como tal y respetarle todos sus derechos.
Hay que hacer justicia, repito castigar a los culpables y hacer un país grande, con valores, con respeto y con una verdadera educación, para no tener que lamentarnos cada día de asuntos trágicos, como el que nos ocupa en este momento.