Contaminación mata a 7 millones de personas al año
Por: Elena G. Sevillano, EFE
Si se redujera la contaminación, podrían salvarse millones de vidas. Ese es el mensaje que ha querido transmitir la Organizacion Mundial de la Salud (OMS) al cuantificar las muertes que se producen en el mundo como consecuencia de la exposición a la contaminación atmosférica. Unos siete millones de muertes en 2012 —una de cada ocho del total de fallecimientos— se pueden atribuir a la mala calidad del aire, según concluye el informe. La cifra más que duplica las estimaciones anteriores, de 2008, que atribuían 3,2 millones de muertes a la polución.
«Se trata del primer riesgo medioambiental para la salud», señala María Neira, directora del departamento de la OMS de Salud Pública, Medio Ambiente y Determinantes Sociales de la Salud, al teléfono desde Ginebra. Neira explica que hay que distinguir entre la estimación de las muertes provocadas por la contaminación atmosférica —2,6 millones— y las que se atribuyen a la llamada contaminación interior: se calcula que 4,3 millones de fallecimientos se deben a la mala calidad del aire dentro del hogar. «Hay casi 3.000 millones de personas en el mundo que todavía cocinan como en la prehistoria, con fuegos abiertos, estufas de carbón, leña y biomasa. Esto provoca una combustión incompleta y esas partículas las inhalan, sobre todo, mujeres y niños. La mortalidad es dramática; se trata de un problema muy grave de salud pública», añade.
La OMS insiste en que el problema afecta a todos, tanto a los países en desarrollo como a los desarrollados. «Europa ha hecho grandes avances para reducir la contaminación, sobre todo al retirar de las ciudades las grandes industrias, pero aún tenemos problemas, básicamente el tráfico y la forma en la que calentamos o enfriamos nuestros edificios. Es ahí donde tenemos grandes posibilidades de mejora», señala Neira.
La directiva de la OMS reconoce que algunas ciudades toman decisiones acertadas, pero añade que generalmente reaccionan a episodios puntuales de contaminación, como París hace unos días, que ahogada por unos niveles altísimos de partículas, decidió restringir el la circulación por matrícula par o impar y ofrecer transporte público gratuito. «Para cada contaminante hay dos cifras de exposición máxima: la anual y la diaria. Sería bueno que las ciudades consideraran las mediciones anuales y que pusieran en marcha políticas de transporte sostenible: mejorar el transporte público, hacerlo más accesible, más barato, para disuadir el uso del coche privado», añade.
El informe de la OMS revela que la contaminación es más dañina de lo que se creía, y apunta a un vínculo mucho más estrecho entre la exposición al aire sucio y las enfermedades respiratorias, cardiovasculares, los accidentes cerebrovasculares (ictus) y el cáncer. Una agencia de la OMS, la que investiga el cáncer (IARC, en sus siglas en inglés), actualizó hace unos meses lo que se conoce como enciclopedia de los cancerígenos y situó la contaminación ambiental en el nivel 1, el más alto de la clasificación, el de las sustancias sobre las que ya no cabe duda científica. Decenas de trabajos en revistas científicas han demostrado la relación entre la contaminación y el resto de enfermedades crónicas.
«Desde la OMS queremos proponer que la calidad del aire sea un bien público global. Como ciudadano hay cosas que puedes hacer por tu salud, como comer sano o hacer ejercicio, pero hay otras que no dependen de ti, sino de políticas de Estado. El aire es una de ellas. La calidad del aire que respiras no depende de las decisiones que tomamos cada uno de nosotros», señala Neira. De ahí el estudio. «Hemos hecho un esfuerzo enorme para publicar estos datos, no por curiosidad intelectual, sino para demostrar el impacto en la salud de la contaminación. Los ciudadanos deben saberlo para así poder presionar a los que deciden», concluye.
«Las cifras son sorprendentes, son dramáticas. Y es un problema que afecta a todos, tanto a países en desarrollo como desarrollados. Pero tenerlas ya es un primer paso positivo, porque nos da el conocimiento para poder actuar y resolver el problema», explicó ayer en rueda de prensa María Neira.
Neira especificó, sin embargo, que no debe entenderse que en seis años los casos se han duplicado, sino que nueva metodología y nueva tecnología han permitido hacer una radiografía más precisa de la situación. De los 7 millones de decesos, 3,7 tienen por causa la contaminación ambiental externa, y 4,3 se deben a la polución interna de los hogares, causada mayoritariamente por la combustión para cocinar con madera, carbón o biomasa.
Dado que muchas personas están expuestas tanto a la polución interior como exterior, las estimaciones de fallecimientos no pueden sumarse, y el total estimado de muertes por contaminación se redondea en 7 millones. Los estudios han revelado que el ochenta por ciento de las enfermedades causadas por la contaminación ambiental exterior son dolencias cardiovasculares: un cuarenta por ciento son ataques al corazón y otro cuarenta por ciento son ataques cerebrales.
El restante 20 por ciento de las enfermedades causadas por la contaminación externa lo conforman: las afecciones pulmonares crónicas (11%); el cáncer de pulmón (6%); y las infecciones respiratorias agudas en niños (3%). Con respecto a la polución en los hogares, las principales dolencias que causa son: los ataques cerebrales (34%); los ataques al corazón (26%); afecciones pulmonares crónicas (22%); infecciones respiratorias agudas en niños (12%); y el cáncer de pulmón (6%).
«La polución excesiva es a menudo causa de políticas públicas insostenibles en sectores del transporte, la energía, la industria y la gestión de residuos. En muchos casos, estrategias más sanas también serán más económicas a largo plazo gracias al ahorro en gastos de salud y en la mejora del medio ambiente», señaló, a su vez, Carlos Dora, coordinador de Salud Pública de la OMS.
De los 3,7 millones de muertes causadas por la contaminación ambiental externa, el 88 por ciento de los fallecimientos tienen lugar en países de ingresos medios o bajos, que representan el 82 por ciento de la población mundial. Las regiones del Pacífico Occidental y de Sudeste Asiático son las que más casos padecen, con 1,67 millones de muertes y 936.000 fallecimientos respectivamente. Otros 236.000 decesos ocurrieron en el Mediterráneo Oriental; 200.000 en Europa; 176.000 en Africa; y 58.000 en las Américas. El resto de muertes tuvieron lugar en países ricos de Europa (280.000); Américas (94.000), Pacífico Occidental (67.000), y Mediterráneo Oriental (14.000).
Con respecto a la polución interna de los hogares, la casi totalidad de los fallecimientos tuvieron lugar en países de ingresos bajos y medios, y sólo 20.000 en naciones ricas. Las regiones del Sudeste Asiático y del Pacífico Occidental fueron las que más muertes contabilizaron, 1,69 y 1,62 millones respectivamente. Otros 600.000 decesos ocurrieron en Africa; 200.000 en el Mediterráneo Oriental; 99.000 en Europa; y 81.000 en las Américas. Por ahora, la OMS no tiene datos de contaminación por ciudades, pero está trabajando en un informe al respecto, que será hecho público en los próximos meses.