miércoles diciembre 18 de 2024

Curul en vilo

31 marzo, 2014 Opinión Tomás Nieto

campanario

Así está la de José Obdulio Gaviria, asesor del ex presidente y ahora senador Uribe, quien de pronto no podrá estrenarse el nuevo terno que aspira lucir el 20 de julio en la sesión de instalación del congreso de la república.

Aunque su defensa ha pedido en varias oportunidades la preclusión del proceso que se le sigue por  calumnia agravada, el juez que lo adelanta no ha accedido a esa solicitud, y el 11 de abril volverá a reanudarse el caso.

José Obdulio y su abogado defensor están apelando a una serie de procedimientos para dilatar al máximo este caso, confiados en que por vencimiento de términos el asunto pueda precluir.

El Montecinos criollo está siendo juzgado por haber acusado a sindicalistas del Valle del Cauca, estar en connivencia con las Farc y pertenecer al que llamó  en una columna periodística “cofradía universal del terrorismo”.

En caso de llegar a ser condenado, José Obdulio perderá la curul alcanzada en las elecciones del pasado 9 de marzo.

Disculpa pendeja

Los representantes de las grandes casas fabricantes de drogas, en un intento por minimizar la decisión del gobierno de contener los increíbles abusos que éstas cometen con los enfermos, han salido a decir que en ella están implícitos intereses electorales.

Impedir que medicamentos muy específicos para graves dolencias sigan cobrándose a precios exorbitantes es deber del gobierno que sólo se debe ejercitar cuando no haya elecciones de por medio, según la peregrina tesis de los que se han enriquecido a costa de los colombianos.

Uno de esos voceros declaró que en la medida anunciada por el ministerio de salud se advierte el que llamó “un tufillo electoral”, al querer restarle validez a una decisión que el país estaba en mora de poner en práctica.

Impedir que Colombia siga teniendo los medicamentos más caros del mundo y que sus ciudadanos mueran por no poder comprarlos, es algo que no admite dilación, haya o no de por medio jornadas electorales.

Así sí don Yamid

El jueves de la semana pasada El Campanario consignó su sorpresa por la cotización de la libra de azúcar en Nueva York, la cual según informe diario del Noticiero CM&, era de US$16 o US$17 dólares y algunos centavos.

Al fin don Yamid tuvo a bien corregir ese dato errado que suministraba día a día a sus televidentes y desde el viernes comenzó a dar el precio real  de 16 o 17 la libra, pero en centavos de dólar. Algo va de 16 dólares a 16 centavos de dólar.

A propósito de CM&, y sin chauvinismo alguno, cabe preguntar si en Colombia no hay periodistas deportivos que puedan servir esa sección, encomendada ahora a un ex futbolista. Así sea profesional del periodismo – lo que no se sabe – profesionales como el señor Adrián Magnoli, abundan y con mejores calificaciones.

En Colombia cualquiera que hable como argentino sigue descrestando incautos, desde la década de los 60’ en que a un señor Luis Fernando Barros, por el simple hecho de saber sumar y restar, y eso sí, hablar argentino, se le consideró el non plus ultra del periodismo en las vueltas a Colombia, y por quien se les caía la baba, entre otros, a Jaime Tobón de La Roche y a Miguel Zapata Restrepo.

Calamidad a la vista

De acuerdo con la inefable semidiosa,  María Luisa Piraquive, Colombia está ad portas de ser escenario de la más grande mortandad que humano alguno haya podido imaginar por cuenta de la implacable venganza del Supremo Hacedor.

Predijo la orientadora de una cosa política que se llama MIRA, que todos aquellos que se hayan o se burlen en el futuro de la secta y de sus dirigentes van a sufrir la ira y la venganza de su Dios, y para reforzar su apocalíptico pronóstico, mencionó casos por ella comprobados.

Si lo que augura esta papisa subdesarrollada se cumple siquiera en un diez por ciento, el gobierno está en mora de decretar una especie de emergencia en materia sanitaria; habilitar y reforzar todas las clínicas, hospitales y centros de salud; llamar a somatén a todos os médicos, paramédicos  y enfermeras, conductores de ambulancias, reservistas, etc.

Tal vez así será posible atender a los millones de colombianos que ni creen en el Mira y mucho menos en las bondades y virtudes de sus dirigentes, comenzando por la Piraquive, y que llegarán a esos centros asistenciales en estado pre agónico de acuerdo con la trágica profecía.

Otrosí: Para prevenir semejante calamidad y rescatar al país de tal situación, valdría la pena también que la Registraduría Nacional del Estado Civil, en un acto de patriotismo que la historia habrá de reconocerle, confiese al fin que hubo uno de esos ”fraudes” tan denunciados últimamente, y acepte que de siete mil mesas de votación desaparecieron como por encanto los sufragios depositados por MIRA y sus secuaces.

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