La verdad del fútbol
Por Esteban Jaramillo
Son variadas las culturas futbolísticas y la filosofía que al juego le imprimen los entrenadores, de acuerdo con sus predilecciones y sus objetivos.
Esta la rimbombante posesión de pelota, con el delicioso artificio de la gambeta, que predican los equipos románticos con respeto al espectáculo como inevitable camino a la victoria. Casos puntuales Barcelona, Bayern, Arsenal y varios de los clubes Brasileños.
También el juego practico, directo, con ritmo ininterrumpido y frenético, apoyado en una preparación física impecable y en actitud envidiable de futbolistas de clase: Atlético, Real y Chelsea.
Están los equipos guerreros, impregnados de coraje, que se tragan todos los metros del campo, con intensidad en el juego, apoyados en la táctica, para sobrellevar las debilidades técnicas de sus nóminas.
También los clubes indefinidos, que no tienen un estilo, dependientes de las individualidades, con entrenadores demagogos que en ello disfrazan sus inhabilidades para conducir un grupo.
En Colombia, desde que sembró las semillas de su juego, Nacional fue haciendo realidad las teorías de Juan Carlos Osorio, su entrenador, conjuntando la circulación, con aceleraciones explosivas, especialmente por las bandas activas e inactivas. Predomina en Nacional el juego fluido, con desgaste a los rivales, haciendo del pase un instrumento vital, en ausencia de fantasías personales, para el desequilibrio.
Lo demostró en la copa. Con un grupo de jugadores concentrados, aplicados e influyentes, Osorio es el sensor de movimientos, que se realizan con programada obstinación, con repeticiones pacientes hasta el encuentro del área de gol. Es un fútbol razonado, que merma a los rivales y propone con inteligencia.