martes julio 16 de 2024

Cara ó Cruz

03 junio, 2014 Opinión

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Por Esteban Jaramillo

El triunfo de Nairo, celebrado en el mundo ciclístico, aturde tanto, por su aplastante superioridad, como las lesiones de los jugadores elegibles para ir al mundial, a escasas dos semanas del comienzo de la competencia. Nairo es con su fuerza arrolladora, motivo de elogios sin límite por parte de especialistas y abre paso a las comparaciones en tertulias acaloradas, con el inolvidable Lucho Herrera, lo que no suprime el reconocimiento a Rigoberto Urán, por su segundo podio consecutivo en la singular y colorida competencia.

Cuando al minuto 66 del insulso partido de Colombia contra Senegal, Alex Mejía cayó abatido por un golpe artero de un desbocado Senegalés, el dolor lo sentimos todos. Su feroz lucha por hacerse a una plaza en el mundial, a punto estuvo de malograrse. Inevitable el recuerdo de un Jamaiquino, atacando sin piedad, por allá en junio del 97, a Neider Morantes, dejándolo maltrecho e impedido, en cotejo amistoso previo al mundial de Francia.

El partido de Colombia, el penúltimo antes de la cita máxima en Brasil, fue una imprudencia en su programación. Si el objetivo era buscar ritmo, como dijo Pekerman, se pudo hacer contra un rival de menor brío, sin asperezas en el juego, ni desbordes físicos en los choques, probando fórmulas e incluso mostrando alternativas en las zonas débiles de la formación, algo premeditado y acordado con el adversario.

El resultado queda en segundo plano al igual que el análisis táctico, en el que se regodean con singular placer los censores de la selección. El objetivo era experimentar, buscar sociedades, comprobar el estado físico y técnico de algunos jugadores, en proceso evolutivo, después de larga inactividad. No fue placentero ver el equipo, lo que, a pesar de todo, no resiente el entusiasmo con que los colombianos esperamos el mundial.

Aunque en ocasiones aparecieron algunas combinaciones, con mezclas rápidas en el juego, este laboratorio futbolístico aprobado por el entrenador, no deja sensaciones alentadoras. Aunque existe la tendencia de perdonar los errores propios de un amistoso, la tarea de elegir, corregir y ensayar con variantes y alternativas, no cumplió con las expectativas. Seguramente con todos los titulares la situación será distinta, sobre todo por el auspicioso trabajo de Quintero, Ibarbo, Teo y Bacca, que merecieron reconocimiento, pero la defensa sigue siendo un dolor de cabeza.

Pd: en el mundial juegan los mejores… para ellos es una fiesta. No juegan los lesionados, para ellos es una cruz.

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