Farc y gobierno piden a colombianos deponer odios y sentimientos guerreristas
En sendos pronunciamientos, los cabecillas de las Farc y los representantes del gobierno en la conversaciones en La Habana, Cuba, coincidieron hoy en exhortar a los colombianos a deponer los odios, los sentimientos guerreristas y de venganza, al salir al paso de las críticas y cuestionamientos hechos por algunos sectores frente a la visita realizada por el primer grupo de 12 víctimas del conflicto armado.
Las Farc pidieron que no se siga saboteando el esfuerzo que se está realizando, esfuerzo que afirman es de “toda la familia colombiana”, mientras que el gobierno, sostuvo que no se puede perpetuar el odio y los sentimientos de venganza, al tiempo que reclamó no politizar, ni estigmatizar a las víctimas.
Por las Farc, alias Iván Márquez leyó una declaración y por el gobierno, el exministro Humberto de la Calle Lombana, hizo lo propio.
El texto del pronunciamiento de las Farc, es el siguiente:
Lo sucedido el 16 de agosto es un acontecimiento sin precedentes. Nunca en medio de unas conversaciones de paz se había escuchado el testimonio de las víctimas del conflicto. Nunca antes la participación directa de quienes han sufrido las consecuencias de la guerra, ha aportado tanto a proceso de paz alguno.
Las víctimas del conflicto en Colombia, al socializar sus relatos, al compartir sus experiencias personales de victimización en un ambiente de respeto por las aflicciones de cada uno, han comprendido que el camino para superar el dolor no es la confrontación que dispersa y nubla la visión, sino la determinación colectiva de buscar la solución política de la guerra, la reconciliación de la familia colombiana sobre bases de justicia social, lo que da sentido a sus vidas. Los desgarramientos del alma encuentran en la paz política, la reparación que anhelan.
Es el estímulo de estos sentimientos y no la agitación de los odios que promueven algunos medios enfermos por la insania de la guerra, el egoísmo y la exclusión, lo que debe florecer en una tierra abonada con tanta sangre hermana. Basta ya de utilizar micrófonos y cámaras para perpetuar el conflicto fratricida. Los que anhelamos la concordia somos más que esas minorías arbitrarias y tiránicas que pretenden perpetuar su hegemonía con el arrasamiento total de los derechos humanos.
La mentira propalada con perfidia, de que las víctimas son exclusivas de una sola parte, es la cizaña y la voz de la discordia que debe ser rechazada.
Colombia es un país con muchas riquezas naturales, con millones de gentes solidarias que entienden que es posible, con esas riquezas materiales y espirituales que nos provee la patria, desterrar por siempre la desigualdad y la pobreza, y plantar la justicia.
Por todo esto, por las inmensas potencialidades que entrañan, valoramos las voces y las memorias, y los sentimientos de humanidad que trajeron desde una Colombia en guerra hasta La Habana, las víctimas del más largo conflicto social y armado del hemisferio.
Que se abran con urgencia las puertas de las prisiones donde por largos años han permanecido encadenadas la dignidad humana, el derecho a la opción política, la democracia verdadera, la participación ciudadana en los planes estratégicos de la Nación, el nuevo modelo económico para el bienestar y el buen vivir, las reformas a los sistemas electoral y judicial, el derecho de la gente del común a ser gobierno, el cambio de la doctrina militar, la recuperación de la riqueza natural y la reapropiación social de los bienes comunes, la soberanía nacional y el sentimiento de patria, y la constituyente para la transición hacia la Nueva Colombia.
No necesitamos acudir a actos legislativos de ninguna especie para saber que las víctimas del conflicto tienen derechos. Aquí hace falta escuchar la voz de más de 30 millones de colombianos que viven en la pobreza y la exclusión, la miseria y la desigualdad, víctimas de las injustas políticas económicas implementadas por las élites que nos mal gobiernan.
Este proceso estaría más cerca del acuerdo final si se hubiese escuchado nuestra voz reclamando la participación de la gente del común en las discusiones de los temas sobre tierras, Participación Política, Solución al problema de las drogas de uso ilícito, como por fin ocurrió con las víctimas del conflicto.
En la búsqueda colectiva de la paz no se puede desdeñar el mandato del preámbulo del Acuerdo General de La Habana, que define que “la construcción de la paz es asunto de la sociedad en su conjunto que requiere de la participación de todos, sin distinción”. En esa dirección, estimamos que la Casa de Nariño debe escuchar la voz multitudinaria de los Foros reclamando desde Villavicencio, Barrancabermeja, Barranquilla y Cali, un cese bilateral del fuego para evitar mayores victimizaciones. El primer grupo de víctimas del conflicto ha reiterado este clamor durante su visita a La Habana. Es lo que también hemos propuesto desde el inicio mismo de las conversaciones, frente a lo cual la contraparte no debería seguir respondiendo con la indiferencia.
El texto de la declaración entregada por De la Calle Lombana, es como sigue:
“Las víctimas cumplieron con grandeza la visita a la Mesa de Conversaciones. Fue una jornada marcada por el respeto y la disposición a escuchar para entender mejor y construir acuerdos que les den respuesta. Una a una expusieron sus testimonios y propuestas. Un proceso de paz es también eso: aprender a escuchar.
Como ellas lo dijeron, fueron momentos dolorosos donde se puso de presente la tragedia infinita que ha dejado el conflicto armado en décadas. Nos recordaron para qué estamos aquí: para que esa tragedia termine y no se repita nunca más, y para que sus derechos tengan la debida satisfacción.
Desde el comienzo dijimos que esa es la razón de ser de este proceso, su columna vertebral.
La visita de esta primera delegación de víctimas fue tal vez uno de los momentos más trascendentales del proceso y, en todo caso, el más emotivo. Sus testimonios nos pusieron de presente por qué Colombia merece y necesita que terminemos el conflicto, por qué debemos unirnos para hacer frente al pasado, superarlo, trabajar en la construcción de una paz estable y duradera; y así contribuir a la reconciliación.
Tomamos atenta nota de las propuestas que presentaron. Estas se suman a las casi 6 mil que ya hemos recibido, así como a las que esperamos recibir como resultado de los foros organizados por las Naciones Unidas y el Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional. Invitamos a los ciudadanos a que nos sigan enviando propuestas a través de la página web de la Mesa de Conversaciones. ( www.mesadeconversaciones.com.co).
Queremos agradecer a José Antequera, Ángela María Giraldo, Jaime Peña, Constanza Turbay Cote, Jorge Eliécer Vásquez, Janeth Bautista, Léyner Palacios, Nelly González, Alfonso Mora, Luz Marina Bernal, María Eugenia Cruz y Débora Barros. A todos gracias por su valentía, generosidad y franqueza. Tengan la certeza de que ustedes y las demás víctimas son el ancla moral del proceso. Nos comprometemos a hacer los mejores esfuerzos para que sus demandas encuentren respuestas en los acuerdos.
Aún faltan por venir otras 48 víctimas que lo harán en los siguientes cuatro ciclos, seleccionadas por las Naciones Unidas y el Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional con la garantía de la Conferencia Episcopal. Serán escogidas con base en los criterios establecidos por la Mesa que permitan reflejar todos los hechos victimizantes y la diversidad de sectores poblacionales y territorios, de tal forma que las comisiones sean incluyentes, pluralistas y equilibradas. No entendemos el criterio de sumas y restas. Este no es un problema aritmético, sino un profundo gesto moral frente a todas las víctimas sin discriminación.
A los colombianos les pedimos no politizar, ni estigmatizar, ni dividir a las víctimas. La delegación de víctimas nos exigió llevar a buen término estas conversaciones y poner en marcha gestos de paz. No puede suceder que la presencia de una persona que ha sufrido la violación de sus derechos, sea nuevamente victimizada, solo por venir a La Habana a contar su tragedia. No podemos perpetuar el odio. Justicia sí, pero no venganza.
El gobierno nacional reitera su compromiso con las víctimas y recuerda que las discusiones sobre este punto estarán basadas en los diez principios ya adoptados por ambas partes, en particular el reconocimiento de las víctimas como ciudadanos y la aceptación de responsabilidad por parte de todos los autores. El Gobierno está comprometido a garantizar que este acuerdo se construya en el marco de nuestras obligaciones nacionales e internacionales. Lo que estamos haciendo aquí busca proteger los derechos de todos y fortalecer el Estado social de derecho.
Por último queremos agradecer el enorme esfuerzo de las Naciones Unidas, del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz de la Universidad Nacional y la Conferencia Episcopal por hacer posible esta cita histórica. A Cuba gracias por su hospitalidad, a Noruega, Chile y Venezuela por sus gestiones y presencia.