El voto obligatorio
Por: Lorena Rubiano Fajardo
Epígrafe
“Un hombre sin un voto es un hombre sin protección”.Lyndon B. Johnson
En medio del actual maremágnum de reformitis constitucional y todos tratándose de acomodar lo mejor que puedan, negociando principios y prebendas, aparece nuevamente el tema del voto obligatorio.
Personalmente estoy de acuerdo con el que se obligue a los colombianos a participar en las jornadas electorales, pero con una implementación que les permita a todos los ciudadanos poder concurrir de una u otra forma a dejar su voto en las urnas. Primero que todo hay que sanear, alejar toda posibilidad de corrupción en el interior de la Registraduría Nacional; siempre dejan para el final un 3 o cinco por ciento sin escrutar para acomodar algunas curules, eliminar la compra de votos, el trasteo, el voto obligatorio que imponen los grupos armados en varias regiones del país, ampliar el tiempo de votación a una semana y facilitar el voto por correo, esto para que en los pueblos cuando concurran al mercado semanal los campesinos pueda depositar su sufragio, y limitar la reelección a dos períodos en todos los niveles de los cuerpos colegiados de elección popular.
Me parece acertada la propuesta del representante conservador Heriberto Sanabria, firmado también por el presidente de esa colectividad, David Barguil, porque creo que trae beneficios a la democracia y al ciudadano, pero considero que debería hacerse una primera elección pedagógica con grandes beneficios, para quien concurra a las elecciones antes de imponerle multas impagables y menos dedicar el esfuerzo de la justicia para cobrarlas. En esta forma, concienciando al elector se podrá bajar considerablemente la abstención que ronda por el 60%, y sobre todo con propuestas que lleguen al corazón y den respuestas a las necesidades de los colombianos.
Carlos Ariel Sánchez, registrador nacional, ha manifestado su inconformismo con el voto obligatorio, argumentando que se tendrían que crear sanciones muy fuertes y montar equipos para hacerlas cumplir.
En América Latina sólo Colombia y Nicaragua constituyen la excepción a la norma del voto obligatorio y la discusión se centra en si se debe obligar a la gente a ejercer un derecho y que si el derecho a votar o no, debe ser judicializado y si dentro de sus derechos fundamentales está el de creer o no en la democracia y por ende decidir si vota o no vota. Entonces, deben incrementarse los estímulos electorales, aumentar los tiempos de votación y flexibilizar los mecanismos de revocatoria de los elegidos.