Grandes nubarrones
Por: Javier Contreras
El periodismo mundial atraviesa por una difícil situación, no solo por el riesgo que implica el cierre de medios de comunicación, sino por los peligros contra la libertad de prensa en varios países, incluyendo a naciones vecinas.
En Colombia el panorama no es distinto a pesar que en la Constitución Política está expresamente consagrada la libertad de expresión como un derecho fundamental salvo en casos excepcionales cuando se vulnera un derecho del mismo rango.
Esa libertad de expresión se ha visto vulnerada ante hechos condenables como el asesinato de comunicadores en Antioquia y Caquetá, pero también frente a presiones a periodistas, especialmente en zonas apartadas, donde persiste la acción de grupos armados al margen de la ley.
La situación no solo es grave desde ese punto de vista, sino que no podemos dejar a un lado que producto de esa presión, medios pequeños (radio, prensa o televisión comunitarias) han tenido que cerrar sus puertas privando a los ciudadanos de puntos de vista distinto o coincidentes. Y si nos vamos al panorama internacional basta con ver los sonados casos de Venezuela donde el régimen se apoderó de los medios de información y restringido la presencia de otros, caso NTN24 de RCN y sus constantes enfrentamientos con CNN, que incluso llevo a la salida de uno de sus más importantes periodistas como Fernando del Rincón.
En España se está presentando un fenómeno no menos grave que incide en el futuro de los medios impresos ante la aparición de los medios digitales y que ha derivado en una reducción de la difusión. Por ejemplo, El País disminuyó el 84%, El Mundo 78%, ABC 87%, La Vanguardia 94% y El Periódico 78%.
Grandes nubarrones se ciernen además para el futuro de los periodistas y comunicadores. En Colombia comenzó a darse el fenómeno del cierre de medios que parecían convertirse en una alternativa y que en otras áreas ha venido ganando un gran espacio: los medios digitales. Basta ejemplos como Terra, Publimetro, Jet Set.com y Plan B. Espacios que se van cerrando, que le quita espacio a periodistas y sobre todo que le resta la opción a los lectores de internet.
El Estado como garante de la libertad de expresión debe cerrar filas en la defensa de los medios de comunicación para evitar el cierre de estos, ya que se constituyen en la alternativa única no solo para informar, sino como voceros de la sociedad que demanda la atención de ese mismo Estado.