Los viajes de ‘Timochenko’ y la torpeza comunicacional del gobierno Santos
Que alias ‘Timochenko’, jefe de las Farc, participe directamente en la negociación de La Habana (Cuba) es una excelente noticia para el proceso de paz. Sin embargo, la errática manera cómo el gobierno del presidente Juan Manuel Santos maneja su estrategia de comunicación –interna y externa–, la convirtió en un escándalo causa de sospecha y desconfianza.
Así que por cuenta del propio gobierno (y esta vez no tuvieron nada que ver “los enemigos de la paz” como la administración Santos califica a los críticos del proceso) los viajes de ‘Timochenko’ dejaron en evidencia:
Que una parte del gobierno actúa a espalda de las otras.
Que las partes excluidas o por lo menos una de ellas acude a otras fuentes, incluido el ‘espionaje’, para saber qué está pasando en La Habana y cuando detecta algo que considera anormal lo filtra o lo denuncia restándole credibilidad al proceso.
Que no existe comunicación, por desconfianza o celos mutuos, entre las instancias del gobierno responsables de la política, la seguridad y el proceso de paz.
Que no hay una estrategia seria, definida y definitiva de comunicación para el proceso de paz. Hasta hace unos días imperaban el secretismo y la vocería única. Ahora estamos en una temporada de verdades a medias, comunicados sobre lo evidente y multiplicidad de voceros. Cambios motivados más por la necesidad de reaccionar ante las filtraciones, mal intencionadas o no, que obedeciendo a una estrategia de comunicación de los hechos importantes orientada a transmitir confianza, credibilidad y optimismo de la ciudadanía hacia el proceso de paz.
Sería muy importante para el proceso de paz, y para su propia gestión, que el gobierno reorientara su política hacia una comunicación más proactiva que reactiva, con optimismo moderado y sin caer en la trampa de quienes aprovechan cualquier oportunidad para desacreditarlo.
Para eso necesita definir una estrategia con mensajes y objetivos claros y poner al frente de su ejecución a una persona con el suficiente empoderamiento y bagaje a quien todos los involucrados respeten.
El proceso de paz requiere con urgencia de una estrategia de comunicación conocida, discutida, aprobada, acatada y respetada por todo el gabinete y los organismos relacionados con el tema y con un responsable capaz de cumplir y hacer cumplir un principio elemental de la comunicación gubernamental y corporativa: Una voz, un mensaje.