Una aventura literaria con Gabriel García Márquez
Por: Josean Ramos
San Juan (Puerto Rico), 24 de Octubre _RAM_ Lejos de lamentar la partida de mi Maestro Gabriel García Márquez, celebro su intensa vida y su valioso legado humanístico, con la publicación del libro Así habló el Gabo, que recoge sus sabias palabras en aquella extensa entrevista que me concedió el 26 de agosto de 1985 en su residencia de El Pedregal de San Ángel, en Ciudad México. Por su interés noticioso inmediato, extractos de la parte relativa a su relación con Puerto Rico se publicaron de portada en la sección Panorama del antiguo periódico El Mundo, el domingo 6 de octubre de 1985, y algunas agencias de noticias reprodujeron declaraciones suyas en su edición internacional. Igualmente, la primicia en torno a su entonces recién concluida novela El amor en los tiempos del cólera, que me dio esa tarde, se publicó en la Revista Domingo del periódico El Nuevo Día en su edición del domingo 29 de septiembre de 1985, y también recibió difusión internacional de las agencias de noticias.
El resto de la conversación fue más personal e íntima, del escritor bondadoso que comparte los secretos y trucos del oficio, al discípulo que pregunta, escucha y absorbe profundo cada palabra de sabiduría. Hoy, al cabo de tres décadas de ese glorioso momento, he vuelto a escuchar la grabación con el mismo deleite y entusiasmo de la primera vez, y vuelvo a sentir sus cálidas palabras y consejos útiles, que cobran mayor vigencia en estos días de aciago. La importancia de esa entrevista fue resaltada por el propio escritor al final del encuentro, cuando me dijo sin tapujos: “No se puede quejar, le he dicho cosas que no le he dicho a nadie”. Para efectos de la presente edición, he recopilado en dos capítulos todo lo que me dijo García Márquez en esa ocasión, bajo los títulos Así habló Gabo y Los consejos del Maestro.
Vale revelar que años después tuve otro encuentro con el escritor, esta vez en Cartagena de Indias, en ocasión del Festival del Caribe en 1994, cuando le concedieron la Medalla de la Hermandad del Caribe al reconocido musicógrafo y coleccionista de música popular latinoamericana, con énfasis en la música cubana, licenciado Cristóbal Díaz Ayala, a quien acompañé al viaje junto a su esposa y colaboradora Marisa Díaz. Por la aportación al bolero de mi novela Vengo a decirle adiós a los muchachos, fui invitado al evento musical caribeño, y sabiendo que al Gabo y a su amigo de bohemias y parrandas, el virtuoso compositor de vallenatos Rafael Escalona, le habían dedicado el Festival años antes, era probable que García Márquez estuviera en Cartagena, donde vivía parte del año. Para saberlo, bastó preguntarle a un taxista y no solo me indicó la avenida hacia su apartamento, sino que me llevó a la casa de Luisa Márquez, su mamá, con quien le dejé un libro y música de su ídolo Daniel Santos. Le pregunté si el Gabo estaba en la Ciudad y Luisa corroboró mi intuición a través de un interfono.
Esa tarde estaba cenando en el hotel con Cristóbal y Marisa, cuando de repente tuve la intuición de que había llegado el momento de actuar o perdía la oportunidad de ver al Gabo, así que me levanté abruptamente, les pedí excusas y salí de prisa sin mayor explicación. Me dirigí a la avenida que me dijo el taxista y caminé rapidito varias cuadras, hasta encontrar a mano derecha el edificio con las especificaciones particulares. Me asomé al portón y alcancé a leer su nombre entre los buzones, custodiados por un guardia de seguridad a quien pregunté por el señor García Márquez. Me respondió que estaba por llegar, y ante mi pedido de esperarlo para entregarle mi novela en torno al “Inquieto Anacobero”, aceptó solo porque se trataba del “Jefe”, como apodaban en Colombia a su ídolo Daniel Santos, y a condición de que comprara unas cervezas en una tienda cerca. Acepté complacido y salí a hacer mi mandadito, pero al regresar me enteré que el Gabo acababa de llegar y se tomaría una siesta para esa noche asistir al Festival del Caribe. Y para hacer mi espera más entretenida, al sorbo de la primera cerveza, el guardia sacó del bolsillo una antigua armónica y empezó a interpretar vallenatos de Leandro Díaz, Rafael Escalona y otros compositores del género que nació en el Valle de Upar, aunque hay quienes aseguran que fue en Aracataca.
Estaba tocando La Diosa Coronada en aquella parranda improvisada, cuando apareció en el vestíbulo el Gabo en compañía de Mercedes, listos para el Festival. Me presenté, pensando que no se acordaría, pero al recibir el libro, le dijo a Mercedes: “Mira, este fue el que nos asaltó en México”, y seguido me preguntó hacia dónde me dirigía. Le respondí que al Festival del Caribe y me invitó a acompañarlo en su vehículo, que manejaba un chofer y al lado un guardaespaldas. Tan pronto entramos a la avenida principal en Cartagena de Indias, caímos en una congestión vehicular espantosa “bumper con bumper”, que en otras circunstancias me hubiera causado terror, pero en ese instante disfruté a plenitud, porque me dio el privilegio de conversar con García Márquez sobre una pasión compartida: la música del Caribe.
Me preguntó sobre Daniel Santos, a quien había mencionado en su obra Relato de un náufrago en 1955, cuando uno de los marinos llegó borracho imitándolo, y le contesté preciso y cortito para escucharlo a él. Así supe que le gustaba mucho reunirse con su compadre Omar Torrijos a tomar whiskey y a escucharlo desde una hamaca cantarles “Virgen de medianoche”, y que en cierta ocasión Daniel le había pedido que escribiera su biografía. Preguntó también por Ruth Fernández, otro ídolo suyo, sobre todo, en su clásica interpretación de “La Borrachita”; hablamos de Héctor Lavoe y de sus desgracias; del “Poeta de la Salsa” Rubén Blades, amigo suyo que escribió e interpretó canciones basadas en los cuentos de su libro Ojos de perro azul; aparte de componer un clásico salsero en el mundo que el propio Gabo hubiera querido ser su autor, Pedro Navaja. Sobre todo, por la economía al narrar y decir del drama en los barrios latinoamericanos, porque él había necesitado 360 páginas para escribir un vallenato bajo el titulo Cien años de soledad. En ésas estábamos, cuando interrumpió el chofer para indicarnos que habíamos llegado a la Plaza de Toros, nos despedimos cordial, y de allí fueron escoltados hasta uno de los palcos.
Le antecede a las entrevistas, la crónica Al abordaje del Gabo, que narra en palabras e imágenes el inusual primer encuentro con García Márquez para concertar la ansiada entrevista. Le sigue un reportaje en texto y fotos de la casa y la aldea que vio nacer y criar a Gabito, tras un viaje que hice a Aracataca en 1987, cuando el poblado aun era un museo de soledad y abandono, tras la ‘fuerza ciclónica’ que borró a Macondo de la faz de la Tierra. Asimismo, incluyo una crónica de las festividades en Aracataca por los ochenta años del Gabo; los sesenta de haber publicado su primer cuento La tercera resignación; los cuarenta de su obra maestra Cien años de soledad; y los veinticinco de haber ganado el Premio Nobel de Literatura.
En esa ocasión del año 2007, veinte años después, regresé a Aracataca como corresponsal del periódico El Nuevo Día, para cubrir las festividades en honor a su hijo predilecto García Márquez. Para ilustrar la crónica en esta edición, incluyo unas fotos inéditas de aquella ocasión histórica en la cuna del Gabo, la aldea que inspiró la obra de Macondo. Finalmente, un texto enviado a mis amigos para aclararles que las expresiones en torno a los puertorriqueños atribuidas a García Márquez, y otro texto de despedida, no eran suyos, sino de algunos farsantes para ganar difusión.
Sirva, pues, esta edición urgente bajo el título Así habló el Gabo, para divulgar y perpetuar entre sus lectores habituales y las nuevas generaciones, las palabras y sentimientos del ser que se dejó querer por toda la Humanidad. Como escritor y periodista de oficio durante muchos años, debo confesar que sus palabras sabias y benévolas, los consejos y trucos útiles que me dio aquella tarde memorable, han sido muy decisivos en mi formación y carrera literaria, en especial, todo lo relativo a la carpintería del oficio, cuando me aventuraba solitario por el misterioso laberinto de las palabras.
Para emular su noble proceder conmigo por ser un colega periodista y escritor, comparto íntegras sus palabras durante el encuentro, y otros saberes en torno al Gabo, de manera que otros periodistas, escritores, comunicadores, lectores y ‘Gabólogos’, tengan nuevos elementos de juicio para ubicar y comprender mejor la obra del máximo escritor en lengua castellana desde Cervantes, sin que se quede nada en el tintero.
Así habló el Gabo
El escritor y periodista puertorriqueño, Josean Ramos, acaba de lanzar al mercado su más reciente libro Así habló el Gabo, editado por Publicaciones Gaviota de Norberto González, en una atractiva edición gráfica a todo color al estilo mini coffee table.
El texto recoge las sabias palabras de Gabriel García Márquez en la extensa entrevista que le concedió al autor en agosto de 1985 en su residencia del Pedregal de San Ángel en Ciudad México. También incluye lo que conversaron nueve años más tarde en Cartagena de Indias, Colombia, durante el Festival del Caribe. Ramos enriquece su chispeante narrativa con 40 fotografías a color que complementan un texto sensible y artístico en cada foto reportaje.
La historia en sí es fascinante, desde su osadía al pasquinarle la casa al Gabo para llamar su atención, hasta el momento cumbre de la ansiada entrevista, rebosante de la filosofía de vida, consejos artesanales y algunas trampas del oficio, así como su enfoque humanístico. Ricas e íntimas expresiones en cada tema expuesto, entre éstos, su ensoñación con Puerto Rico y las emociones que le provocamos, así como sus primeras expresiones públicas sobre su novela El amor en los tiempos del cólera.
Estudioso de su vida, obra y prehistoria literaria, el autor incluye interesantes datos históricos y fotos inéditas de la casa que vio nacer a García Márquez en Aracataca, y de sus compueblanos; y otras de un reportaje que realizó en el 2007, como corresponsal del periódico El Nuevo Día, para conmemorar sus ochenta años y otros acontecimientos literarios.
Así habló el Gabo ya está a la venta en la Librería Norberto González, Ave. Ponce de León, 1012, Río Piedras PR. 00925-2906 Tel. (787) 281-7166 [email protected]
Josean Ramos es un destacado escritor y periodista puertorriqueño, autor de varios libros, entre éstos, Vengo a decirle adiós a los muchachos, Palabras de Mujer, Croentos, Antes de la guerra y De vacilón. Ha recibido múltiples distinciones, como el Premio Bolívar Pagán del Instituto de Literatura Puertorriqueña, el Premio Especial Eddie López del OPC, el Premio en Periodismo del Pen Club, y el Premio Internacional de Periodismo José Ramón Piñero León de España, entre otros.