El placer que da Colombia
Por Esteban Jaramillo Osorio
El pase de Cardona, exquisito. Movimiento acróbata de Teo para encontrarse con la pelota y llegar al gol. Minutos antes, el propio Teo dejo trazos inteligentes cuando, a pase de James, abrió el callejón para la llegada de Bacca, inactivando el fuera de lugar, en una óptima interpretación del juego. Los dos episodios parecen aislados, desconectados, pero no, son la consecuencia de los toques diferenciales de calidad conque Colombia juega hoy, plena de ritmo, con verticalidad, con una intensa relación colectiva con el balón liderada por James que rastrea posibilidades de pase, se involucra en las tareas de sus compañeros, se sacrifica y le da variedad de fórmulas ofensivas al equipo.
Entre tanto, en la tribuna, Falcao, en sus etapas de transición, asiste a la muestra solidaria y armónica de la selección. Sabe que el puesto, su puesto, lo espera. Combate intensamente, con especial esfuerzo, contra las lesiones menores que prolongan su ausencia y enfrenta a los flemáticos y escandalosos periodistas ingleses, cebados en sus dolencias, con absurdos discursos. Periodismo hediondo, de aguas sucias, del que muestras hay en todas partes. Falcao es inmune al descontrol emocional y enfermizo de las opiniones. Siempre lo ha demostrado. Su imagen volverá a ser la misma, mientras marche sin prisas, para corregir las anomalías de su cuerpo. Las zancadillas de la vida engrandecen.