martes julio 16 de 2024

?Campeones sin carácter

14 diciembre, 2014 Ciclismo, Deportes, Fútbol, Fútbol Nacional

 esteban-jaramillo2Por Esteban Jaramillo Osorio

Si dice que el fútbol colombiano es inconstante en los triunfos, falto de carácter en duelos de categoría, con limitados recursos competitivos. Que los partidos trabados, intensos y exigentes no convienen, que las tribunas rivales dominan y que la debilidad mental hace trizas con las aspiraciones de triunfos internacionales. También, que la selección es un reflejo brillante hacia el exterior, por sus recientes triunfos, su cotización y el respeto que desprende. Muy distinto a lo que ocurre en el interior, donde el juego está marcado por vicios en su desarrollo y no se educa a los futbolistas sobre los valores reales de la competencia. Se rompen fácilmente los límites entre lo que se busca y lo que se consigue. Cada partido internacional es una mezcla de drama y de suspenso, que trasforma las fiestas previas en un mundo sombrío.

El último episodio de sueño roto lo vivió Nacional, capacitado para competir en técnica y en táctica, pero insuficiente en la fuerza de carácter, doblegado por las mentes decididas de River, cuyos jugadores, como aficionados a prueba, nunca dejaron de perseguir el triunfo, con lo que maquillaron sus deficiencias.

Nacional, pleno de resultados favorables en los torneos domésticos, apoyado en el rendimiento de sus jugadores y la capacidad reconocida de su director técnico.

De Juan Carlos Osorio siempre se afirma que es innovador, que derrocha soluciones en situaciones de crisis y que sus logros no tuvieron ni manchas ni sospechas. Que sabe rastrear en tendencias para evolucionar el juego, las que aplica con lucidez de calificado estratega, pero no ha conseguido templar el carácter de su equipo, porque el mal tiene raíces tan viejas como el propio fútbol en el medio.

Hoy se valora, con creciente admiración, el cinco cero de Colombia frente argentina, el triunfo de Nacional y Once Caldas en la libertadores y los éxitos de Nairo, Mariana y Caterine, entre muchos, porque en sus mentes fabricaron sus sonoras victorias.

 

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