miércoles julio 17 de 2024

A Vuelapluma

23 enero, 2015 Opinión

Augusto León Restrepo RamírezPor Augusto León Restrepo

Sesenta años de ser escenario del espectáculo taurino, cumplió la Plaza de Toros de Manizales. Como estoy en la edad en que todo me parece bueno, o maluco, depende del pie con que me levante, no me voy a derramar en elogios o en críticas sobre la celebración del importante cumpleaños. Podría haber sido mejor. Mas antes de continuar , quiero decirles que Evelio Giraldo Ospina, uno de los dos Directores de éste Diario digital Eje 21, me topó con dirección a la Plaza y me invitó a que le entregara relatos sobre el desarrollo de cada corrida. Recordé mi paso por la crónica taurina en La Patria y me negué con decisión a tan obligante envite. Nadie se imagina lo agobiante que es ese parto. En especial, cuando es gratis. Le hice un exitoso quite. Pero me comprometí a darle mis opiniones ligeras, de paso, sobre el tema, una vez terminara la temporada. Y aquí me tienen.

Como desde hace unos años hay en el país un ambiente anti taurino ostensible que busca conceder desde la legalidad derechos a los animales, a los que buscan humanizar en vez de desanimalizar a los humanos como están tratando de hacerlo en La Habana y en los colegios donde en la cátedra de convivencia social enseñan que no se debe matar en nombre de religiones o de trapos y emblemas futbolientos o ideológicos, no voy a entrar a dar explicaciones sobre por qué quien esto escribe asiste al enfrentamiento público entre un animal con astas, que debe morir, y un individuo, una persona , que asume la posibilidad de perder su vida. Quizás sea por que soy libre de ir o no ir a donde me plazca o por otras consideraciones que tienen que ver con el peligro, con la tragedia, con la osadía y el desafíoal destino, con la alegría, con la estética visual, con la música, con los colores, con las manolas o con lo que sea. El hecho es que desde mi contrabarrera pienso, disfruto, dudo, protesto, me arrepiento o insisto. Y como esto es a vuelapuma, invito a los trascendentales , a que si a bien lo tienen, busquen algunos ensayitos sobre el tema en Google , en internet , en librerías y bibliotecas, de filósofos, literatos, artistas, veterinarios, periodistas, ganaderos, genetistas, toreros y entendidos, sobre la supervivencia de las corridas de toros . Y el destino natural de esta especie, que me niego a imaginar desaparecida por el simple transcurso de la edad, con artritis y los cuernos gachos sus componentes, ancianos y viejos en espera de la pelona, o en fila india hacia los mataderos oficiales, cuya carne va a aparecer después en los platos de quienes con insultos o violencia nos agreden a las entradas de los circos. No todos, desde luego. Muchos anti taurinos son mis amigos del alma y continuamos las discusiones. Paréntesis. Que bueno que Mario de la Calle Lombana hubiera recorrido de nuevo la Manizales de sus afectos, pleno de salud y de energía y que siga interesado por los Toros, así desee verlos a todos ellos en una especie de zona de distensión en gigantescas dehesas, como a los elefantes en el Africa, y que quien quiera ir a verlos pueda hacerlo, tomarles fotos y santiamén. Es una de sus propuestas para acabar con esta tradición, que considera fuera de tiesto en pleno siglo XXI. Cada quien con sus ideas.

Pero a lo que vinimos. El sol fue el gran actor de las tardes manizaleñas. A la entrada y salida de la Plaza, esplendoroso. Y muy buena la determinación de haberse llevado las fritangas para Chipre. Así los glotones como yo, añoremos una cerveza bien helada con lomito de cerdo, longaniza, chicharrón cocho y morcillas, cuñadas con papa criolla, para asentar los vinos y las manzanillas de nuestras botas pamplonescas. Nos cambiaron el manjar por el disfrute pleno del paisaje manizaleño y sus atardeceres, únicos en el mundo. Turistas de todas los lugares de Colombia y del exterior, alabaron el comportamiento de los aficionados, tan diferente del de quienes con puñales celebran triunfos o derrotas de las camisetas futbolísticas. Sangre en el ruedo, pero paz en los espíritus. Las faenas, sin trofeos. Las espadas y los verduguillos impidieron los galardones. Los toros en un alto porcentaje, con trapío, peso y sus defensas respetables. Lástima, que todos, sin excepción , no hubieran resistido ni siquiera una pica con todas las de la ley. Público y toreros impidieron ver a los animales en un tercio como el de picas, necesario y muy lucido cuando se ejecuta de acuerdo a los canones. La pica va a terminar, como se ha dicho de las banderillas, en algo bello pero inútil. Y los banderilleros , erráticos. Los asistentes a Manizales , que son toreristas y aplaudidores, tuvieron que serenar sus vítores. Y marmolillos en la muleta, sin movimiento, sin motor ni embestida, los encierros de esta feria. De malas los que estábamos esperanzados en el buen juego de los bureles. Salvo, los que ya se denominan los toros de Manizales, o sea los de la ganadería de Ernesto Gutiérrez Arango. Nobles, de clara embestida, como de cuerda, y desde luego, sin aparente peligro. Con esto, ya lo hemos manifestado hasta el cansancio, no se quiere decir que un puntazo o una cornada o una contusión de uno de ellos no pueda tener efectos letales. No. Lo que sucede es que para los espadas extranjeros, a quienes les sacan por la puerta de los sustos toros de mas de quinientos kilos en España, esta clase de enemigos les debe producir alivio en su ánimo y en sus intenciones. Castella, Talavante, El Cid, El Juli y Bolívar, agotaron la enciclopedia taurina con la ganadería manizaleña. En especial El Juli. Su repertorio lo explayó a sus anchas . Y su técnica. No menos de trescientos pases le ejecutó al lote que le correspondió en suerte. Nunca habíamos visto una muleta mas baja, mas arrastrada que en los naturales de El Juli. Al buen aficionado bogotano que está a mi diestra, Germán Villalobos Cortés, le vi los ojos aguados por el sentimiento de esos muletazos del triunfador de la feria, El Juli. Nos divertimos, la verdad sea dicha.

Y lo de César Rincón y su ganadería, es de la naturaleza del fenómeno taurino. Pasión, vergüenza, rabia, decepción, todo esto junto. La bronca contra el Maestro ganadero, explicable y contradictoria. El defectuoso juego de sus astados, ya es reiterativo. Y nada que se corrige. La Junta Técnica de Manizales, debe darle un dictamen a los asistentes a tan deplorable presentación de los astados de César en la promocionada corrida goyesca y conmemorativa. Aun cuando, ni aquí ni en Cafarnaúm, las juntas técnicas tienen criterios definidos. Oyen mas a los empresarios y a los ganaderos que a sus propias voces responsables y profesionales. Manguianchos y contemporizadores. Hubo bureles con agresivos defectos en su configuración cornúpeta que ni siquiera debieran ser corridos en festejos de tercera. Es hora de volver a darle entidad a esas juntas, que se suponen integradas por «sabios», entre ellos el Presidente de la Plaza, y no por monosabios , para devolverle seriedad a las plazas y garantías a los aficionados. Los aplausos para César Rincón, inmediatos a la bronca de que lo hicieron objeto, nos recordó de la veleidad y los cambios en la opinión de los tendidos , apenas comparable al electorado político, que se inclina al vaivén de los triunfos y de las derrotas. Mis respetos para usted como Torero , Maestro Rincón, pero préstele toda su atención a lo de su divisa colombiana para que nos devuelva la confianza en su bravura y en su desempeño en los ruedos. Y cierre sus micrófonos cuando tenga intereses propios en la arena.

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