Adiós al creador del concepto de diario económico en Colombia
POR Mario Chaves Restrepo
El pasado viernes, en horas de la mañana, falleció a sus 88 años uno de los grandes personajes que ha tenido el diario La República: Rodrigo Ospina Hernández, hijo del expresidente Mariano Ospina Pérez. Con su muerte, se fue el hombre que le cambió el sentido al periódico, y el creador en Colombia del concepto de medio de comunicación económico.
Era 1980, y la economía colombiana todavía no tenía más de 10 empresas sobre las que hubiera algo que contar. Como lo señala Efraín Pachón, quien fuera redactor de La República entre 1982 y 1984, había apenas tres textileras (Fabricato, Coltejer y Única), dos fábricas de pastas (La Muñeca y Doria), tres ensambladoras (CCA, Colmotores y Sofasa), apenas existían dos bancos extranjeros (el Chase y el City Bank), y las zapatillas que todo el mundo usaba eran marca Croydon. En esa época fue cuando Rodrigo Ospina Hernández decidió que el diario La República sería un periódico económico.
Algunos, como Pachón, consideran que para ese entonces hablar de periodismo económico era exagerado. Sin embargo, ese giro de ser medio político, tradicionalmente conservador, a ser un diario especializado en economía, fue lo que le permitió al periódico salir adelante y seguir creciendo como hasta ahora, según explica Arturo Zuluaga, uno de los grandes amigos de Ospina Hernández, y quien lo acompañó en la junta directiva del diario La República por 25 años. “En ese entonces los accionistas teníamos que ayudar constantemente al periódico para que se sostuviera. El diario era considerado ospinista, conservador, por haber sido fundado por el expresidente Ospina Pérez, pero cuando Rodrigo le quitó el asunto político y lo convirtió en un medio de comunicación de negocios, este empezó a sostenerse económicamente y empezó el crecimiento que continúa hasta hoy”, indicó.
La afinidad de Ospina Hernández con los medios de comunicación fue cultivada desde pequeño, de acuerdo con Zuluaga, “en su casa se hablaba mucho de periódicos, inclusive desde el año 1964, cuando el doctor Ospina Pérez fundó La República. Ese tema era muy constante. En parte por eso fue que Rodrigo fue gerente del diario durante mucho tiempo”.
Sin embargo, antes de llegar al diario, donde recaló por encargo de su padre, Rodrigo Ospina Hernández, quien nació en Medellín un 19 de noviembre, estudió agronomía en Estados Unidos, y tuvo negocios en el sector de la construcción, además de importar grúas y alquilar montacargas, negocios que aún hoy conservan sus hijos, de acuerdo con Rodrigo Morales, quien fuera uno de sus colaboradores cercanos en el diario.
Gracias a esa faceta negociante se hizo muy cercano a sus padres, por ser quien estaba pendiente de sus negocios. “Era la persona que más cerca estaba al doctor Ospina Pérez y a doña Berta, porque les ayudaba a los dos. Era quien más acompañaba al doctor Ospina, quien le hacía muchos de los encargos de sus negocios”, indicó Zuluaga.
Precisamente, gracias a esa vocación por cuidar los negocios de la familia fue que Ospina Hernández llegó al diario La República como su gerente a finales de la década de 1970. Durante su gerencia y dirección (llegó a ser director del diario en 1979, sucediendo a Ruperto Molina), a parte de darle el giro de periódico político a económico, también tuvo que lidiar con las crisis económicas del gobierno de Belisario Betancur y con la caída del Grupo Grancolombiano, liderado por el empresario Jaime Michelsen Uribe. Estos hechos, a parte de ser grandes temas periodísticos para un diario económico, pusieron al periódico contra las cuerdas, por los problemas financieros que conllevaron y la escasez de publicidad que representaron.
Adicional al hecho de estar al frente de estos espinosos asuntos, Ospina Hernández fue responsable de llevar a cabo la primera gran modernización de los equipos del periódico, a mediados de la década de 1980, lo que lo llevó a cambiar las viejas máquinas de escribir (ahora Olivetti) por los primeros computadores, con el sistema Word Star, y a traer de Estados Unidos cinco aparatos llamados Tandy, predecesores de los portátiles modernos.
Fiel a leer todas las mañanas en el horóscopo qué le traían las estrellas a los nacidos bajo el signo de Escorpión, sus amigos recuerdan a Ospina Hernández como un fanático y coleccionista del arte, y como un apasionado por la lectura, “que disfrutaba de su tiempo libre en el Country Club de Bogotá, acompañado por su esposa, Eugenia del Castillo Bravo, una gran dama cartagenera”, relata Morales.
Además de pasar sus tardes en el club y leyendo, otra de sus pasiones fue mantener el vivero de orquídeas y bromelias que heredó de su madre, doña Berta Hernández de Ospina, en el municipio de Fusagasuga. Incluso, quienes conocen las instalaciones donde se siembran las flores, dicen que es uno de los mejores de su clase en la Sabana de Bogotá.
Pese a haber tenido quebrantos de salud, como el derrame cerebral que lo retiró de muchos de sus negocios, Zuluaga recuerda la jovialidad de Ospina aún en sus últimos días. “Hace poco estuvo pasando en Nueva York, y se movía como un muchacho por la ciudad, eso sí, en su silla de ruedas”, afirmó, “hace apenas un mes estuvimos rezando la novena en su casa y Rodrigo estaba bien, no parecía enfermo”, agregó su amigo y socio”.
Quienes compartieron con Ospina Hernández lo recuerdan como un hombre de negocios, muy leal con sus amigos y como un gran esposo. QEPD.