Bogotá merece más
Epígrafe
“La ciudad es el fruto de la debilidad humana al verse incapaz de adaptarse a la tierra, adaptó la tierra a él, el ser humano es el gran asesino de todos los tiempos” .Anónimo
Uff qué pereza, qué hartera, regresar a Bogotá, después de estar en el paraíso, rodeada del ser que más quiero y de una majestuosa naturaleza en las “alturas”. Pero así es la vida, así son los compromisos y toca enfrentarse a este mal vividero en que se ha convertido la que López Michelsen llamara la Atenas suramericana.
Para los que tenemos que transportarnos en servicio público es una tragedia, necesitamos doble tarjeta para subir al sistema el SITP, que no está funcionado como se esperaba, pasan dos o tres buses seguidos vacíos y después se demoran horas para volver a pasar, no hay control de rutas, los avisos muy pequeños y no tienen iluminación, los buses a veces no paran en las estaciones, los paraderos están diseñados para dos o tres vehículos y a veces llegan diez, las rutas no se conocen, los buses viven varados, los vendedores ambulantes y los ladrones se apoderaron de Transmilenio, las calles están acabadas, no hay buena iluminación pública, mejor dicho, un caos.
A esto le sumamos la falta de conciencia, de cultura y de amor de los habitantes por nuestra ciudad, como lo denunciaba con tristeza, rabia e impotencia el exdirector de Turismo de la capital, Luis Fernando Rosas, aquí nadie cuida las cosas, “destruyeron las señales turísticas que se habían colocado en sitios claves de la ciudad”. Con estas señales se indicaba a los visitantes las rutas y sitios de interés del sector. El Parque Santander es ahora una cloaca, un baño público cuyos olores adormecen al prócer de la independencia. Vivimos en una ciudad sin cultura ciudadana y como alguien dijo: “La ciudad más segura no es la que arresta más personas, sino la que tiene menos personas para arrestar”.
Hagamos una gran campaña cívica por Bogotá, arboricémosla, limpiémosla, no botemos basura a la calle, seamos buenos anfitriones de los turistas, más vías peatonales y mejores andenes.
Por eso debemos escoger con mucho cuidado, responsabilidad y amor por nuestra capital, al mejor de los candidatos para la Alcaldía, no pueden los capitalinos seguir equivocándose. Bogotá debe dejar de ser un botín electoral, para convertirse en la ciudad capital por excelencia.