martes julio 16 de 2024

Esperanza para Colombia

Arturo YepezPor Arturo Yepes Álzate

Representante a la Cámara

Como dijo en su alocución televisada el Presidente de la República Juan Manuel Santos, 2015 puede ser uno de los años más trascendentales en la historia de nuestro país, porque «este puede ser el año en que termine el conflicto armado que hemos sufrido por más de medio siglo.»

No es menos cierto que también debe ser el año en el cual, de no lograrse el acuerdo, la ofensiva militar debe arreciar para darle al país la certeza de la derrota de la delincuencia.

Esa fue la razón por la cual los colombianos dimos nuestro respaldo en las elecciones a la labor por la paz, con sus dos componentes esenciales: diálogo en La Habana y combate efectivo en territorio patrio.

Gracias a esa estrategia, que muchos han criticado por incoherente, pero que los colombianos apreciamos en su magnitud, estamos cada vez más cerca de lograr que la paz sea una realidad.

En el proceso de La Habana se están discutiendo los dos últimos puntos de la agenda, que son los Derechos de las Víctimas y el Fin del Conflicto propiamente dicho.

Esperamos con ansiedad, pero con paciencia republicana, los acuerdos sobre la forma en que se hará la dejación de armas y la reintegración a la vida civil de quienes abandonen la lucha armada. Para eso Colombia necesita gobiernos locales sintonizados con lo convenido, en vez de alcaldes y gobernadores hostiles al mandato nacional por La Paz.

De eso precisamente se tratan las elecciones de octubre de este año: de escoger entre quienes ejecutarán «en terreno» las políticas de paz, o dejar que un grupo de auto proclamados «rebeldes», con su jefe Álvaro Uribe a la Cabeza, pongan palos en la rueda a la aplicación práctica de las estrategias desde las alcaldías y gobernaciones.

Esa es la trascendencia de las decisiones que debe tomar el pueblo colombiano este año: por primera vez no se trata sólo de cambiar «los rostros en los vehículos oficiales» para que administren la nómina estatal o los programas sociales y las inversiones en obras, sino de darle cuerpo al equipo que trabajara el posconflicto para consolidar el acuerdo de La Habana.

Pero tenemos que ser conscientes que «una Colombia sin conflicto que avance en la consolidación de La Paz» se frustrará si LA DERECHA GUERRERISTA gana las elecciones locales. Por eso la Unidad Nacional debe mantenerse en las alcaldías y gobernaciones y la población debe corregir el absurdo panorama que arrojaron los comicios de 2014 donde medio país en el interior votó de manera aplastante por la guerra y medio país, el más pobre, lo hizo por el anhelo de paz.

Por primera vez en 50 años es realmente posible el acuerdo de paz y eso exaspera a los guerreristas. Calumnian, mienten, inventan estadísticas y hechos de sangre que no han ocurrido para confundir a la opinión pública. En una bien urdida estrategia de desinformación, dan su espuria lucha contra la búsqueda de La Paz.

Al unísono con nuestro presidente, quiero recordarles a los URIBISTAS que»la paz no es de Juan Manuel Santos, ni de este Gobierno. La paz es DE TODOS LOS COLOMBIANOS. La paz es PARA TODOS LOS COLOMBIANOS.»

Los franceses nos ha dado una lección que los colombianos debemos adaptar a nuestro momento histórico: allá, ante el uso de una violencia contra un medio de comunicación, la respuesta ha sido: unidad para marchar. Aquí, frente a la conspiración de comunicaciones belicista, para revivir entre el pueblo el ánimo de venganza y tierra arrasada, los colombianos también nos tenemos que unir para decir: no más violencia, queremos la paz. Pero distinto de allá (Francia) donde no tienen este año procesos electorales a la vista, aquí debemos hacerlo CON VOTOS.

Vamos a ser los colombianos del 2015, CON NUESTRO VOTO, los que marquemos un nuevo destino a nuestro maravilloso país, a este país que tanto queremos.

Los candidatos de la Unidad Nacional, que deberán ser los alcaldes y gobernadores de La Paz y el posconflicto, deben ser los voceros del proceso de paz, difundir las acciones concretas de equidad y de seguridad, con un manejo de nuestra economía cada vez más responsable, de la creación de más millones de empleos, de la Superación de la pobreza a más millones de compatriotas, del emprendimiento empresarial, y las grandes obras de infraestructura y vivienda que hoy jalonan nuestra economía, también, del mejoramiento de la calidad de vida de nuestros campesinos, así como su acceso a la tierra y a recursos para enriquecerla, con el fin de producir más y consumir más nuestros productos, y, no menos importante, serán los encargados de profundizar el trabajo por la seguridad urbana.

Las elecciones de 2015 serán recordadas como unas de las más cruciales en nuestra historia: Serán exitosas si avanzamos unidos, si creemos en nuestro gobierno, si creemos en las inmensas posibilidades de nuestra nación.

Recuerdo a los lectores las palabras con que cerró su alocución el señor Presidente Santos: «Nelson Mandela, ese hombre símbolo de la paz, dijo alguna vez: ‘Podemos escoger vivir en un mundo definido no por nuestras diferencias, sino por nuestras esperanzas comunes’.

Yo (JMS) escojo vivir en un país definido por nuestras esperanzas comunes, y sé que la mayoría de ustedes también.»

Invito a los lectores a comprometernos con la Unidad Nacional como un proyecto de paz política, a distanciarnos de la manguala entre Centro Democrático y conservadores URIBISTAS, negándoles nuestro respaldo democráticamente, a que fomentemos la tolerancia y debatamos con espíritu constructivo en esta campaña y a que dejemos de lado a quienes promueven los odios y las diferencias irreconciliables, para hacer del debate de 2015 un plebiscito por la reconciliación.

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