La preocupación por la «blasfemia» nunca debe limitar la libertad de información
Reporteros Sin Fronteras
El ataque de ayer, 7 de enero, al semanario Charlie Hebdo, en París, en el que fueron asesinadas 12 personas, ha recordado los peligros a los que se exponen permanente los periodistas que tratan temas religiosos sensibles.
En el informe publicado en diciembre de 2013, “Blasfemia: La información sacrificada en el altar de la religión«, Reporteros Sin Fronteras detalló las consecuencias que tiene el “delito” de blasfemia en todo el mundo. Desafortunadamente, este informe está todavía vigente y de actualidad.
De nuevo en Francia, y en el resto del mundo, se ha vuelto a desafiar la libertad de los periodistas y su posibilidad de tratar temas religiosos, sea cual sea el formato, incluido el humor.
Los periodistas se enfrentan de manera creciente a todo tipo de tabúes y censuras por parte de grupos de influencia que pretenden imponerse a los demás. Entre los periodistas que reciben amenazas, sufren procesos judiciales o son atacados, se encuentran columnistas, escritores y caricaturistas.
El atentado contra la sede del Charlie Hebdo en 2011, como represalia tras la publicación de la edición especial “Charia Hebdo”, y el intento de asesinato del caricaturista danés Kurt Westergaard, en 2010, como respuesta a una publicación en el Jyllands-Posten de una caricatura de Mahoma, abrieron un debate sobre el “derecho a la blasfemia” que continúa hoy en día, en Europa y en el resto del mundo.
El informe de Reporteros Sin Fronteras, citando numerosos casos, como la pena de muerte impuesta al bloguero Asif Mohiuddin en Bangladesh, o el juicio en 2011 al editor del periódico Tridevyaty Region, Boris Obraztsov, por sus críticas a la iglesia ortodoxa, analiza los peligros a los que se exponen aquellos que son acusados de blasfemia como vía para restringir su libertad de expresión.
El informe también profundiza en el uso político del cargo “ofensa contra la religión” -una ofensa castigada muy duramente en muchas partes del mundo- y la política de muchos países y organizaciones, como la Organización para la Cooperación Islámica, para lograr imponer una prohibición internacional a la “blasfemia” o a la “difamación a la religión”.
Finalmente, el informe analiza las consecuencias de que la “blasfemia” esté considerada un delito en la legislación de muchos países.
Reporteros Sin Fronteras manifiesta su firme rechazo a la posibilidad de que los cargos de blasfemia puedan ser usados para restringir la libertad de expresión o la libertad de prensa, aseguradas en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.