Morir en Navidad
La muerte, como el amor, no tiene horario ni fecha en el calendario. Se pasea por el mundo ejerciendo el oficio desalmado y trabajando todo el año, todos los días, todas las horas, todos los minutos, todos los segundos. Tiene su propia agenda en la que nadie se muere ni antes ni después, pero comete incomprensibles errores.
También labora en los momentos señaladamente felices, aquellos en los que la alegría profusa pareciera conjurarla, retarla, sacarla de quicio. Se muere en Carnaval, en Fiestas, en Navidad…
Soy lector de obituarios, de avisos fúnebres, buscando y encontrando siempre amigos que se van, personajes que nos dejan. Un día leeré mi propio nombre. Esta Navidad murió tanta gente importante y hubo tantos adioses y dolor en medio del bullicio… Se fueron el genial Alberto Valdiri y el maestro Cristóbal Américo Rivera. Se marcharon Rodrigo Marín Bernal y Amparito Díaz Uribe. Y este mundo se quedó sin el profesor Yu Takeuchi y el doctor Félix Cantoni Ibarra.
Del fallecimiento del primero supe el 26 de diciembre, cuando El Tiempo publicó un aviso de la Cooperativa de Profesores de la Universidad Nacional de Colombia. Allí lo conocí. Quiero decir, a través del texto que estudiábamos en primer semestre aún los de Humanidades, y cuyos conocimiento y ejercicios habrán desvelado a no sé cuántos colombianos: El Cálculo de Takeuchi.
Nació en Tokio, Japón, en 1927. Se graduó como científico con especialidad Física Teórica en la Universidad Imperial de Tokio en 1948. Takeuchi llegó a Colombia en 1959, gracias al primer programa de intercambio cultural entre los dos países. “Salió de Japón sin saber hablar español y con tan solo 50 dólares en sus bolsillos –asegura Jesús María Hernández Cruz–. Llegó a Buenaventura después de más de cuarenta días de viaje, tiempo durante el cual aprendió las primeras palabras del castellano…”. Fue el primero en recibir el título de magíster en Ciencias con especialidad matemática, en 1972 y en la universidad que fue su Alma Máter.
Cuando fue presidente, Álvaro Uribe Vélez le otorgó la nacionalidad colombiana a este hombre ilustre, cuyo valor como uno de los pilares de la matemática colombiana y animador de muchos jóvenes en el estudio de esa disciplina exalta la Sociedad Colombiana de Matemáticas en aviso publicado el 4 de enero. Ojalá se le reconozca en la muerte el mérito enorme que el profesor Takeuchi tuvo en la vida.
El 24 de diciembre, y cuando despuntaba el sol inclemente de este verano, me topé con el aviso de la muerte de Félix Antonio Cantoni Ibarra. Peruano de origen y nacionalizado colombiano, este médico psiquiatra y psicoterapeuta psicoanalítico era un discípulo de Gurdjieff, seguidor de la Escuela del Cuarto Camino y de la psicología espiritual. Disfruté de su palabra gracias al contacto que nos hizo el buen amigo Mauricio Navas Talero. Sus libros y sus conferencias ayudaron a muchas personas en problemas de pareja e impulsaron sus avances en la espiritualidad holística y el desarrollo interior consciente.
Adiós al profesor, adiós al médico. Como escribió Neruda: “Adiós / adiós, resbalan/ tantos adioses como las palomas/ por el cielo, hacia el sur, hacia el silencio”.
Carlos Gustavo Álvarez G.
Periodista