En Venezuela: ¿en cuidados intensivos la legitimidad del Estado?
Cuando los venezolanos acudieron por primera vez a elegir un presidente, sin la presencia de Hugo Chávez, lo hicieron pensando en mejores servicios públicos, sueldos decentes, cerrarle la puerta la inseguridad y por sobre todo, escoger ser protagonista de su propia historia y de su futuro. Sin embargo, con el paso del tiempo, lo que han vivido, no solo ha pasado por incertidumbre, rabia y dolor, gracias a que detrás del proceso electoral, se esconden una serie de irregularidades -que en vez de apaciguar la polarización- la elevó a su máximo nivel.
Lo que el mundo observa por televisión, escucha en la radio o lee en la prensa e internet es que el panorama político de Venezuela está en crisis. La razón un modelo de Gobierno que “hizo agua”, asociado a ingobernabilidad, corrupción, elevada deuda externa. Todo este panorama, derivó en un conflicto social, cuyo es pronóstico reservado. Puede pasar cualquier cosa. “Es una bomba económica y social a punto de estallar”, que originará con un gran impacto en América Latina. En particular, en Colombia, Bolivia, Ecuador, Argentina y Nicaragua,
Lo que sucedió en el país suramericano, más allá del debilitamiento del modelo “chavista”, es que el ciudadano –independiente de su posición ideológica- perdió su confianza en el Estado. Se quebrantó la democracia. La tarea que tiene Nicolás Maduro por delante no es fácil. Está llamado a liderar una revisión estructural del modelo de “Revolución Bolivariana”, que le de viabilidad a una sociedad descentralizada, profundamente democrática y participativa.
No puede dejar de lado una economía capitalista de mercado. Una solicitud abierta de venezolanos y venezolanas. Su petición es solo una. Dejar la intolerancia, vivir en paz. Con un bienestar viable y sostenible. Sin embargo, la detención de Leopoldo López y el Alcalde de Caracas Antonio Ledezma, deja al descubierto una “cortina de humo”, que no puede ocultar el desastres institucional de un Estado inoperante. Sin respaldo popular.
Las decisiones de Maduro como presidente, así lo confirman. Su preocupación es perpetuar la “Revolución Bolivariana”. Un modelo que no tiene el apoyo de más de 7 millones de venezolanos. ¿Qué hacer entonces por parte de su administración? Simple. Uso de la fuerza coercitiva y disuasiva, para salir al paso al caos. En una palabra, privara de la libertad a sus opositores políticos.
Lo que el “Hijo de Chávez” debe saber, es que si usa con energía esa fuerza contra sus compatriotas, se tornará en un hecho de violencia. De inmoralidad, porque su legitimidad, se encuentra cuestionada, ante la negativa del reconteo de los votos. (Elecciones)
Aparecerá entonces, un Estado totalitario. Se desvirtuará y se romperá en pedazos la democracia. En ese momento, lamentará el no haber acudido al consenso ciudadano, comenzado por Henrique Capriles, que más que su opositor, representa la voz de la nueva generación de venezolanos, que piden a “gritos” se cierre “el capítulo chavista”. Se de vuelta a la página. Se construya un país para el progreso y el desarrollo. No bajo el odio y en rencor. Un escenario peligroso que puede llevar a que Venezuela viva sus peores días. El país necesita un cambio de rumbo. Y lo necesita ya. A propósito de este comentario, usted que piensa E mail [email protected]