Los intereses de la política
En un reciente debate radial dije que «la política es una lucha de intereses». Se me entendió que hablaba de intereses personales de los políticos, criterio rotundamente diferente al que pretendí plantear, lo que me entusiasma para desarrollar ahora algunas ideas sobre el tema.
La política no es un hobby como algunos pretenden. No es una serie interminable de discursos en la plaza pública, ni tampoco una actividad para alcanzar lucro o figuración. Mucho menos es un divertimiento intrascendente La política es una actividad muy seria relacionada con la sociedad y la forma como debe conducirse; es un ejercicio dialéctico por medio del cual se busca ejercer el poder público en el propósito de orientarlo hacia unos objetivos previamente identificados relativos al pensamiento de un sector de la comunidad.
La política es una confrontación de pareceres, de formulaciones, de metas, vinculados a intereses sociales, democráticos, culturales, étnicos, regionales, religiosos y económicos. También a otros aspectos del transcurrir popular. Es un sentido de la vida y de la forma de vivir.
Con la política se defiende una monarquía o se propicia un sistema popular y participativo. Es por medio de la política que se propicia la extracción indiscriminada de minerales o se defiende a la naturaleza y el medio ambiente. Por medio de la política se apoya la libertad o la esclavitud. Hay partidos políticos que apoyan la concentración de la riqueza y otros que son partidarios de una equitativa distribución de la tierra y de los recursos.
Hay partidarios de la apertura económica a ultranza y de la competencia cerrera como única manera de regular las relaciones entre los asociados. Otros acogen políticamente al Estado con la capacidad de intervenir en la economía para procurar un equilibrio entre los distintos sectores que componen la comunidad.
Así es como debe funcionar la política. La política en su verdadero sentido se ejerce en disputas democráticas y electorales para definir cuales conceptos son los que van a primar en la conducción pública. Ello requiere, ecuanimidad, reglas claras y estables, autoridades integérrimas que garanticen el respeto a la opinión mayoritaria del pueblo. Si no hay equilibrio, si se presentan abusos, si no hay igualdad para la confrontación civilizada, habrá guerra. Recordemos: «La guerra es la política por otros medios».
La política define los intereses en discordia. En la Asamblea General de la revolución francesa los monarquistas girondinos se ubicaban a la derecha y los revolucionarios jacobinos se colocaban a la izquierda del salón. Desde entonces se sabe que las derechas son conservaduristas, autoritarias, defensoras de los privilegios. Las izquierdas aman la libertad, lo incluyente, la equidad, un puesto para cada quien bajo el sol del mundo.
En Colombia hay que hacer más política; no solo elecciones. Los Partidos políticos deben definir los intereses que defienden y hacer la disputa pública sin violencia, sin armas. Bienvenidos los conflictos dialécticos, razonados, con intervención de los ciudadanos. «Cada lora en su estaca». Así debe ser la política. Esa es la verdadera paz.