El llanto del ídolo
Tan oportunista como el político fotografiado al lado del deportista campeón, para reforzar su imagen, se ve el amigo que hace público el llanto del ídolo, en este caso Falcao, para generar compasión.
Es cierto, Falcao esta triste, ansioso, nervioso e Inseguro, en una vida que no tiene sosiego, ante la eventualidad de una recaída, atropellado por el destino que parece un tren desbocado.
Pero su bienestar no está básicamente en los gestos solidarios, sino en él mismo. Está en su cabeza. En saber eludir los miedos que lo atenazan y lograr apaciguar la incertidumbre de su futuro.
El Manchester no es Falcao, como lo fueron el Atlético y el Porto. Es, allí, simplemente, una pieza más que el engranaje no ha ajustado. El público lo ve como un intruso, por su escaso aporte y Louis van Gaal lo trata como unidad de recambio, sin muchas alternativas para el juego.
Falcao debe blindar su mundo para controlar efectos dañinos de su entorno. Enfrentar, con ello, las realidades con paciencia y desmentir la retórica de periodistas e hinchas con hechos, como lo hizo en sus mejores momentos, cuando goleaba con soltura, para así acudir al próximo mercado, con la seguridad del retorno a su esplendor, en otro club.
No es van Gaal, el único culpable como se ve en nuestro medio, en un victimismo manipulado y en ocasiones ridículo. Tampoco Fellaini, el relevo elegido, en un enroque de posiciones que parece caprichoso, con Rooney como delantero- punta. También lo es Falcao, dominado por sus nervios ante la red, con la que tuvo tan emotivo romance, cargado de explosiones de júbilo por sus goles, durante años.
De Fellaini hay que decir que si bien no es un genuino creativo, con lentitud desesperante, es un pasador con aciertos, un boxeador rabioso en los duelos aéreos donde domina con su altura, y un fabricante de faltas al borde del aérea, algo que el entrenador valora. Antes era volante defensivo con discutida solvencia.
Nota al margen. A Falcao solo lo redimen su carácter al enfrentar la adversidad y sus goles que en cualquier momento llegaran. No los amigos que publicitan los llantos de un hombre en apariencia debilitado.