lunes noviembre 18 de 2024

¿Qué se hicieron los taxistas?

15 marzo, 2015 Opinión

RGALAN PARA COLUMNASPor: Ricardo Galán.–

 Para los periodistas los taxistas son una fuente de información de primera mano especialmente cuando llegamos a otras ciudades y países. Suelen saber que está pasando, porque está pasando y qué piensa la gente de lo que está pasando.

Los taxistas son grandes conversadores. Suelen ser excelentes analistas y consejeros. Nos sirven de confidentes.

Los taxistas saben en donde conseguir casi cualquier cosa. Un buen restaurante, una farmacia, un baño, un cajero electrónico, un hospital o un cigarrillo.

Los taxistas son muy parecidos en todas las ciudades del mundo. Hasta no hace mucho, así eran también los de Bogotá.

Pero algo pasó. La percepción que hoy tenemos de ellos es que son groseros, ladrones, atracadores y tramposos. Que abusan de la necesidad de transporte de sus pasajeros para cobrar más de la cuenta, que sólo van a donde les da la gana y no les importa la calidad del servicio que prestan.

 

¿Qué pasó? Los taxistas reclaman tarifas más altas y licencias de trabajo más baratas. Salud y prestaciones sociales. Estabilidad y seguridad. Están cansados de los cobros de las empresas a las que están afiliados por el radioteléfono, las planillas, las aplicaciones y los seguros.

Los pasajeros piden que cuando llaman un taxi llegue en el tiempo prometido, que nos los atraquen ni los sometan al paseo millonario. Que no les cobren mas de la cuenta y que los lleven a donde van. Que no los bajen de los taxis en mitad de la nada, bajo la lluvia y en mitad de las tinieblas.

Los usuarios esperan que los taxistas recuerden que transportan personas y no cosas. Que no los incluyan en sus persecuciones a alta velocidad y de ser posible que no los insulten por sugerirles una ruta o bajarle un poquito el volumen al radio.

Los taxistas son indispensables para la vida normal de las ciudades. Los taxistas necesitan pasajeros para llevar sustento a sus casas. Los usuarios merecen un servicio eficiente y confortable y están dispuestos a pagar un poco más por él.

¿Será posible que las autoridades nacionales y locales tomen en cuenta estas necesidades, atiendan los reclamos de parte y parte y en lugar de tomar partido a favor de todopoderosos empresarios del transporte que explotan por igual a propietarios, conductores y pasajeros y cuyo único interés es llenarse de dinero?

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