miércoles julio 17 de 2024

El Papa, aquí entre nos…

17 abril, 2015 Opinión

Carlos Gustavo Álvarez G.Por: Carlos Gustavo Álvarez G.*

El papa Francisco llegó a Colombia un día del 2016. Aterrizó en Cartagena y fue recibido por las autoridades que le descubrieron una placa, para posteriormente conducirlo al barrio Nelson Mandela, que había ganado el sorteo entre las miles de comunidades pobres que se postularon para que el Sumo Pontífice ejerciera su ministerio de compasión. Fue un recorrido rápido que terminó el día siguiente en el aeropuerto Rafael Núñez.

De viaje a Bogotá, tomó una aerolínea nacional en la que comió galletas Crakeñas y juguito de mango light con tapa rosca. Aterrizó en el nuevo El Dorado. Aceptó recorrer el bonito aeropuerto, oró, se puso una camiseta de San Lorenzo y se detuvo donde le gritaban: “huevo frito, desayuno, se le tiene, Eminencia”.

Pasado el mediodía, tomó la 26. Humilde, como es, no aceptó Papamóvil, ni carros blindados. Se subió a un vehículo con forma de balcón, llamado ‘Palacio Liévano EP’ (Espacio Popular), que había sido adaptado por un caballero de apellido Petro, que llevaba un megáfono. Sus asesores le informaron el mérito cristiano de este fiel, que había tutelado la posesión de Rafael Pardo para recibirlo personalmente.

El recorrido había sido organizado como una caminata de la solidaridad. Había tarimas cada 200 metros y puestos de hidratación, para que el Santo Padre se refrescara con las manifestaciones artísticas nacionales. Estaban subidos desde Maluma y Martina ‘La Peligrosa’, hasta los jugadores de la Selección Colombia, campeona de la Copa América, bailando Ras Tas Tas, Tas.

No bien salido del aeropuerto y ensordecido por los vítores de la multitud ferviente y el megáfono, tuvo que descender del vehículo. Y mediar frente a un grupo que se quejaba por la demora de Transmilenio y el alto costo predial. El Papa logró que se retiraran con promesas de más articulados y rebajas para el año 2034. Mismo logro para una fila de condenados exfuncionarios del expresidente Uribe, que le hicieron llegar una paloma.

-Su Santidad -le dijo un hombre de cabello blanco y acento gálico-. Cuando quiera, tenemos el servicio de helicóptero…

Papa Francisco agradeció la oferta, pero fue prácticamente raptado por un grupo de entusiastas futbolistas, que lo invitaron a un picadito. Eran las 6 y 45 de la tarde. El encuentro se hubiera prolongado si no hubiera aparecido un hombre menudo de contextura corpulenta y puro cubano, que levantó a patadas a todo el mundo y devolvió al Papa a ‘Palacio Liévano EP’.

-Gracias, Diego -dijo Francisco-. Sos grande, ‘Pelusa’.

A las 8 y 40 de la noche y luego de recibir varias llamadas del presidente Santos diciéndole que los 2.467 invitados y Carlos Vives lo esperarían hasta la hora que fuera, se vio inopinadamente detenido. Grupos enardecidos demandaban su compromiso con los pobres y le recordaban su promesa de visitar Timbiquí, Santander de Quilichao, Quibdó y otros 631 lugares que habían enviado sendas delegaciones a El Vaticano.

Seis días después, y a bordo de una chalupa, el Papa Francisco preguntó:

-¿Estamos llegando adónde, decís vos?

-Buenaventura, su Reverencia -le contestó Roy, mirando a Dilian que iba en la popa-. Permítame y le cuento…

Carlos Gustavo Álvarez G.
Periodista
[email protected]

Portafolio.

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