Desde Aquel día
Para Carlos Chica que me pidió una mini crónica de este evento:
Quito, 3 de Mayo_ RAM_ Fui a ver a Rafael una vez más. Recuerdo que la primera vez en Armenia hace unos 38 años ni siquiera lo vi porque no tuve dinero para la entrada. Con mi hermano Carlos y unos amigos, lo escuchamos desde los exteriores de la Plaza de Toros El Bosque.
Lo importante es que en Quito comprobé que Rafa sigue siendo aquel. Un poco más mayor quizás.
Tiene 71 años y 55 en el escenario. Pero su puesta en escena es siempre moderna y renovada.
No hace ni pretende hacer los largos y enérgicos desplazamientos del pasado. Sus bailes son cortos y precisos. La dosis suficiente para recordarle a su público lo que hacía antes y no lucir patético ni ridículo ante los ojos de nuevas generaciones.
Ese inmenso repertorio le permite en cada concierto incorporar piezas diferentes, sin descuidar clásicos de los que por fortuna tiene bastantes.
Conoce tan bien a sus seguidores que parece identificar cuando pierden un poco el entusiasmo y en la siguiente aparición hace poner de pie al auditorio. «Nunca había estado en un concierto en el que me tocara pararme tantas veces», dijo uno de mis acompañantes.
Sigue acudiendo a la potencia de su voz. Evidentemente la tecnología le ayuda, pero en ocasiones se aparta del micrófono como para demostrar que es su garganta la que canta y no una máquina.
Me emocionó porque no lo había visto antes, un sólo que hace con la guitarra para conmover a los ecuatorianos con «Cuando llora mi guitarra», pieza célebre en la voz de Julio Jaramillo. (Aunque es peruana). Se enfrenta a una especie de apasionada conversación con la guitarra: le habla, le pregunta, golpea su madero y la reta a un duelo como lo hacía con la trompeta en «Balada para trompeta».
He tenido fiascos con algunas legendarias figuras. Pero con Rafa no ocurre. Es inmenso siempre. Aún a 2.800 metros de altura. Igual que Desde aquel día en que lo disfruté por primera vez, sin verlo.
Lo increíble es que ahora anuncia otra gira con orquesta sinfónica. Pero le creo. Será magnifica.