El Ojo del Halkón No acabemos con la profesión del periodismo
Son muchas las personas que han entregado la vida por una digna y bella profesión llamada periodismo, son muchas otras tantas que han tratado de dignificar la profesión, pero ahora nos encontramos ante uno de los graves problemas, como es el de querer “perratiar” la profesión pensando que cualquiera que no ha ido a una universidad y que no tiene ningún criterio puede decirse periodista.
Con tristeza hemos visto que con la llegada de la tecnología le estamos entregando nuestra profesión a cualquiera que medianamente sepa escribir y digo a quien medianamente sepa escribir, porque no estoy en contra de los periodistas empíricos que por siglos han adelantado una excelente labor en pro de la profesión, mediante la investigación y la entrega de sus talentos y capacidades intelectuales, para que los lectores, escuchas o televidentes estén bien informados y no desinformados, como lo que está sucediendo en este momento.
Como dijera el dermatólogo, voy al grano, no estoy de acuerdo con lo que están haciendo muchos medios de comunicación, que por el asunto de la inmediatez están lanzando campañas como “el periodista es usted” y me da pena que en esto haya caído un canal que creía bastante serio como Caracol Televisión, aunque esto también lo estaba haciendo el canal RCN pero desde el punto de vista de la denuncia pero no de creerse que ya eran periodistas, en el buen sentido de la palabra.
En Colombia ya tuvimos una mala experiencia, cuando el presidente Alfonso López Michelsen entregó la famosa tarjeta profesional de periodista, se convirtió en una entrega de este documento como pan caliente a todas las personas que lo desearan; pues uno de los requisitos exigidos era presentar dos testigos que declararan que uno ejercía la profesión, pero como sucede en Colombia, hecha la ley hecha la trampa, muchos se prestaron para presentar declaraciones falsas y fue cuando llegamos a ver que hasta el portero del edificio donde vivíamos portaba la tarjeta profesional de periodista.
Tarjeta que tuvo un entierro de tercera, porque por asuntos políticos y malas administraciones, algunas agremiaciones periodísticas dejaron perder este documento, que para los que de verdad ejercían la actividad periodística y quienes habían alcanzado el título profesional era de gran valor y servicio.
En los países civilizados, la tarjeta de periodista es considerada la llave maestra para acceder a la información, tanto en el sector público como en el privado y es de gran respeto, mientras que en Colombia ni la misma credencial del medio es reconocida para ejercer la profesión y cubrir un evento, por lo que para todo hay que pedir una credencial especial, lo que a veces considero sano por la filtración de tanto sujeto que utiliza este documento solo para sus actividades sociales, para entrar a ruedas de prensa y obtener beneficios, sin que sepan, como dice el adagio popular, escribirle una carta a la misma novia.
Nos estamos dejando irrespetar, y lo digo con el dolor en el alma después de ejercer como periodista por más de 42 años y por lo que veo esto no solo sucede en Colombia sino en todo Latinoamérica y es así como el presidente del Ecuador, Rafael Correa se atrevió en la Séptima Cumbre de las Américas a decir que la prensa latinoamericana era la más mala del mundo.
No estoy de acuerdo con Correa, porque Latinoamérica y Colombia han contado y cuentan con excelentes periodistas, pero la inmediatez de la tecnología, el deseo de competencia fácil y la formación que no es muy buena en las universidades y centros de educación actualmente, han hecho que cualquiera que de un dato sobre una noticia sea periodista.
También estamos perdiendo credibilidad y es cuando la gente del común se atreve a decirnos de frente que todos los periodistas somos unos mentirosos, porque se lanzan noticias sin confirmar, porque se está haciendo amarillismo y porque descaradamente favorecemos personas, entidades o empresas y eso simplemente porque a pesar de lo que se diga, no existe una verdadera libertad de prensa, porque no es necesario perseguir a nadie, pero si exigirle el manejo de la información a cambio de las pautas publicitarias.
No saben cuánto me duele lo que estoy escribiendo, pero muchos saben que tengo la razón y es cuando pido que tanto las universidades como los encargados de formar los futuros periodistas lo hagan con seriedad y responsabilidad, enseñándoles a investigar y a confirmar la noticia antes de hacerla y a no volverse títeres de un sistema o de un sector financiero.
Si cualquiera puede ser periodista, cualquiera podría ser médico, arquitecto, abogado, etc, etc, y si esto es así, pues cerremos la academia y que todo se haga de la manera que se nos venga en gana.
No sé qué le pasa a las agremiaciones, que no luchan por el bien del verdadero periodista, por el respeto y la dignidad de la profesión.