¿Qué futuro le espera a Colombia con una niñez mal atendida?
Hace dos meses un grupo de expertos de la Organización de Naciones Unidas, ONU, entregó un conjunto de recomendaciones orientadas a que el Estado garantice y vele por el cumplimiento de los derechos que corresponde al 42% de la población nacional representada por niños, niñas y adolescentes.
La semana pasada estuvieron en Bogotá la ecuatoriana Sara Oviedo Fierro, vicepresidenta del Comité de los Derechos del Niño, por la región de América Latina y el Caribe, y el brasilero Wanderlino Nogueira, comisionado miembro del Comité de los Derechos del Niño, quienes atendieron una invitación de la Alianza por la Niñez Colombiana, la Alianza de Derechos Humanos Antioquia – Minnesota, la Coalición contra la Vinculación de Niños, Niñas y Jóvenes al Conflicto Armado en Colombia (Coalico) y el Comité de Impulso de Organizaciones de la Sociedad Civil para la Elaboración del Informe Alterno sobre Colombia.
¿Cuál era el objetivo de esta nueva visita? Socializar a organizaciones de la sociedad civil, de gobierno, entes de control, congresistas, niños, niñas y adolescentes, las preocupaciones y observaciones que el Comité de los Derechos del Niño expresó a Colombia.
Me inquieta la ausencia que tiene en los medios de comunicación el tratamiento a profundidad de temas complejos y preocupantes como este, mientras gran parte de sus espacios son dedicados a una información que en lugar de reconciliarnos con la objetividad y el sentido común instiga la pugnacidad y el morbo popular.
Como lo dice Sara Oviedo Fierro, vicepresidenta del Comité de los Derechos del Niño, “sentimos que en la región, y particularmente aquí, no se difunden por parte de los gobiernos las recomendaciones que hacen el comité y otros de derechos humanos de la ONU. Hay que partir por reivindicar esta actividad que estamos realizando. Queremos que sea el inicio de un nuevo proceso, que se puedan estructurar mecanismos de seguimiento de los derechos de la niñez”.
Hacia este aspecto de la socialización quiero llamar la atención porque una de las preocupaciones recae sobre las violencias que afectan los derechos de la infancia y la adolescencia. Hablamos de la violencia sexual, la violencia doméstica, la violencia del conflicto armado y el reclutamiento de niños y niñas por parte de los agentes de la guerra y las bacrim. Añadiría una más: la violencia del hambre y la desnutrición, especialmente en zonas como el Chocó y La Guajira, en donde se reseñan varias muertes por este flagelo.
Razones hay para creer que la institucionalidad que no dimensiona el problema porque no tiene la información suficiente y la impunidad, son motivos principales de esa violencia. Para Oviedo, por ejemplo, “el conflicto armado ha naturalizado la violencia en Colombia”, como si fuera una cotidianidad más. Además, nos hemos acostumbrado a las imágenes de niños y niñas sumidos en la pobreza y el hambre al lado del derroche y la suntuosidad de unos pocos.
Creo que es hora de que el gobierno y la sociedad civil cuenten con indicadores más reales para hacer seguimiento y monitoreo sobre las distintas acciones y anuncios que comprometen la intervención multidisciplinaria en favor de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.
Para el comisionado Wanderlino Nogueira “una de las preocupaciones mayores del comité es el tipo de información que el Gobierno entrega, pues es ambigua, no es completa y con años de retraso, lo cual “genera dudas sobre el impacto real y el seguimiento”.
El Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas lo integran 18 expertos independientes que supervisan la aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 y los Protocolos Facultativos que suscriben los Estados que forman parte. Colombia firmó uno relativo a la participación de los niños y niñas en el conflicto armado y otro relacionado con la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en pornografía.
Indiscutiblemente la paz es una gran oportunidad para Colombia a partir de la garantía de los derechos de los niños y niñas. También debe serlo para que se reduzca el número de niños, niñas y adolescentes con trastornos de alimentación, anorexia y bulimia. Para que disminuyan los trastornos mentales, la depresión y los suicidios en esta franja de población.
Vamos a tratar que estos aspectos no sean simples enunciados en el Plan de Desarrollo a punto de ser aprobado en el Congreso de la República. Somos un país relativamente joven, pero si no atendemos adecuadamente los problemas de la niñez y la adolescencia, ¿cuál es el futuro que le espera a Colombia?