domingo noviembre 17 de 2024

Contraplano UNA DESGRACIA MUSICAL LLAMADA SAYCO

Orlando Cadavid Correa

Por Orlando Cadavid Correa 

Medellín, 07 de Junio_ RAM_ El periodista Elkin Mesa Muñoz abandera una saludable cruzada a través de las redes sociales en pro de la urgente e inaplazable restauración moral de Sayco, institución fundada en 1946, en el Teatro Municipal de Bogotá, acto  que jalonaron los maestros Lucho Bermúdez, José Barros y Jorge Camargo Spolidore.

Identificarse simplemente como Sociedad de Autores y Compositores de Colombia debiera comprometer tanto al ente como debió obligar a los que crearon, hace 71 años, en Medellín,  de la mano de José Gutiérrez Gómez, “Don Guti”, la Asociación Nacional de Industriales, ANDI, la misma que hoy es apenas  algo así como una sociedad nacional de importadores.

Que la ANDI ya no haga nada por sus asociados, tan nada que hoy son de los más atrasados de la tierra, no es autorización explícita de que Sayco  sea igual. La agremiación de industriales tuvo sus momentos estelares durante la gestión del irrepetible presidente Fabio Echeverri Correa, crítico contumaz de todos los gobiernos. Hoy no es ni sombra de lo que fue.

Que Sayco haga algo tangible por sus asociados y mucho por la música que estos producen, es decir,  que la promuevan y  tomen medidas para que cosas tan feas como el estomagante  reguetón no desplace a ritmos tan  expresivos como el porro, el mapalé y el fandango.

Elkin juzga que Sayco está en mora de hacer algo para que no se hable tan mal de ella. Que hable Nino Caicedo, el fundador de Guayacán, y que diga algo para que no se califique a Sayco como un Cartel que representa una desgracia de casi todos sus afiliados limpios.

La Sociedad se volvió tan mezquina en los últimos años que amenaza con cárcel, a través de sus “chepitos”, al humilde tendero de barrio que se niegan a pagar un impuesto por el simple hecho de tener encendido o apagado un pequeño radio que le hace compañía en el “chuzo”.

A las bandejas de Mesa entran numerosos mensajes, como estos, de todas las ciudades del país, a propósito de su encomiable campaña:

— Mara Lamar:  Elkin:..Y como en tu periodismo, tú sabes más que nosotros de carteles, ¿cuál es el más ladrón? El de Sayco, el que se llamaba Agro Ingreso Seguro, el de la Universidad de San Martín, el de la gasolina de Santos, el de los bancos, el de las Eps, el de Saludcop. ¿Cual?

— Héctor Marín: El más ladrón es Sayco. Y nunca explica nada ni hace nada por la música de Colombia, a la cual sólo le roba..

— Luis Renato Buendía:  Acabo de llegar a Facebook, porque creo que aquí se pueden decir y denunciar muchas cosas. Por ejemplo, que la tal Sayco cobra y roba en discotecas, bares, cantinas, teatros, estadios, coliseos, supermercados, almacenes, dentisterías, cigarrerías. ¿Dónde ver más? … Como Sayco, no hay dos. No hay dos más ladrones. Nino da mal ejemplo.

— Petra Miranda: Yo tenía un negocito en Girardot y lo tuve que cerrar … Los de Sayco me cobraban mucho y me extorsionaban sexualmente, a lo cual nunca cedí Preferí cerrar.

— Jorge Stromberg: En el mundo, Colombia es el único país que humilla a sus compositores, a través de Sayco, ente de ladrones. Sayco, además, ha permitido, con su horrible negligencia, que los ritmos colombianos, de los mejores que conozco, sean desplazados por el maldito reguetón.

— José Manuel Amigos: Si los autores viven descontentos con Sayco, y muchos en miseria económica, debe ser por algo, por el robo de que son objeto sus obras, con músicas irremplazables. Elkin: Los de un Cartel nunca responden, nunca les importa lo que se diga de ellos, que son ladrones, y qué?..Para ser dirigente de Sayco, administrador o gerente, lo primero que se exige es que sean personas que han perdido la vergüenza. Es decir, que sean cínicos.

La apostilla: Esta aberrante situación –denunciada hace varios años por la periodista caldense María Teresa Peñaloza, en el diario La Patria— es una indignante prueba del caos que impera en Sayco: las regalías que genera un tema tan sonado como el pasodoble Feria de Manizales, el himno taurino de Colombia, no las recibe la familia del poeta caldense Guillermo González Ospina, ¡alma bendita!, sino un fulano radicado en una población cercana a Bogotá que nunca ha tenido arte ni parte con la composición musical y mucho menos con la ciudad que inspiró al bardo ansermeño. ¡No hay derecho!

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