martes julio 16 de 2024

El Ojo del Halkón Un desastre ambiental sin antecedentes

Ruben Dario Mejia Sanchez _25_02_12 Por Rubén Darío Mejía Sánchez

 No tiene nombre lo que sucedió en el departamento de Nariño, cuando una columna de las FARC detuvo varios vehículos de contratistas de Ecopetrol y ordenaron derramar el crudo en plena vía pública, sin importar los daños ecológicos y materiales que podían sucederse, la incontrolable mancha de petróleo que ha tenido sin agua potable a más de 160.000 habitantes de Tumaco y sus alrededores continúa avanzando hacia el Pacífico, afectando el ecosistema e impidiendo que los habitantes se puedan abastecer de tan vital líquido como es el agua.

Ecopetrol ha hecho todo lo posible instalando 15 puntos para controlar el derrame en las veredas de Pinde, Llorente, Valquerío, Imbile y Achotal y en la bocatoma del rio Mira para evitar que se siga expandiendo gran parte de los 410.000 galones de crudo que terminaron en las aguas después del atentado del Frente 29 de las FARC, perteneciente a la columna Daniel Aldana, cuando dinamitaron un tramo del oleoducto Trasandino.

La cosa es tan grave que uno no entiende cuando Ecopetrol advierte que en las selvas de Nariño la guerrilla impide controlar el derrame de petróleo producido por parte de las mismas y lo que hace que la zona no cuente con agua potable y que se esté auxiliando para ello en barco y de manera diferente desde distintas partes del país y del Ecuador.

Es grave la situación y es más grave el cinismo de las FARC que se atrevieron a decir que estaban de acuerdo con la encíclica del Papa en la que habla de defender y respetar el medio ambiente, y cuando se les increpó al respecto, simple y llanamente se limitaron a callar y a dejar con la palabra en la boca a los periodistas.

No estoy diciendo que el Gobierno debe de terminar  con las conversaciones de La Habana, pero recuerdo algo que decía mi madre acerca de la relación de una buena pareja o de los negocios, lo principal de todo se basaba para el buen triunfo y para llevar una vida buena, tener en cuenta el respeto mutuo, porque cuando se pierde el respeto, lo mejor es dejar las cosas de lado y dar un paso al costado para que cada quien haga su vida como bien le plazca.

El Procurador pedía a gritos el pasado viernes que las conversaciones de La Habana debían de suspenderse, otros como los ciudadanos corrientes decían en las calles que ya no creían en el famoso proceso de paz, y en los sectores políticos se dividían las opiniones, pero fueron más las voces de quienes pedían sensatez y aclaración de las cosas luego que el Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón y el Jefe del Grupo Negociador del Gobierno, Humberto de la Calle Lombana trataran de cínicos a los de las FARC y les pidieran sinceridad en lo que se estaba adelantando, quienes horas después salieron nuevamente a replicar, los de las FARC, que ellos no tenían la culpa en el desastre ambiental que estaba padeciendo la región sur del país cuando ellos fueron los autores materiales del derrame de crudo que transportaban los empleados de Ecopetrol.

La situación está pasando de castaño a oscuro y bien lo decía el papa Francisco, que estábamos volviendo la tierra un basurero y yo le agregaría que estamos demostrando que nuestra casa no nos importa y la estamos llenando de estiércol, sin importar el bienestar de nadie, ni siquiera de nosotros mismos.

Estamos acabando con las fuentes hídricas, por medio de la minería fuera de la ley estamos acabando con la fortaleza de la tierra y lo peor es que los Gobiernos no han tomado en serio lo relacionado al calentamiento global y no se toman medidas que nos saquen de este gran caos, porque a veces lo más importante es el bienestar de las grandes empresas, pensando en unos pocos y olvidándonos de las grandes mayorías.

El problema ambiental es tan grave que ya en muchas regiones del mundo la gente ya no puede respirar y nosotros viendo esos espejos, casi en la puerta de nuestra casa no hacemos nada, si hacemos, destruimos lo poco que tenemos y acabamos con los grandes pensadores que nos han orientado por el camino que nos lleva a evitar una gran destrucción del género humano.

En medio de leyendas y dichos de los abuelos tuvimos conocimiento de algo que es un diálogo de Cristo con sus apóstoles quienes le preguntaron que como Dios iría a acabar con el mundo y con una traducción no muy clara se conoció que la respuesta fue tajante, Dios no acabará con el mundo porque el mismo hombre acabará consigo mismo, y eso es lo que vemos cuando no respetamos el medio ambiente, cuando no respetamos la vida de los semejantes y cuando la violencia es lo que nos sigue a todos lados, para que un día la bomba explote y no deje a nadie con cabeza.

Ya estamos aterrados de vivir en un mundo de violencia, donde se derrama la sangre de inocentes, donde la justicia solo son para los de ruana y donde nadie dice la verdad, pero donde hay tercos que no entendemos porque son como Juan Manuel Santos que sigue apostando sus últimos pesos al proceso de paz e igual que en el amor queda claro algo, para que haya amor se necesitan dos y para que haya una negociación de paz o de lo que sea, también se necesitan dos, que se sienten a la mesa, sin intereses propios, sino con los intereses colectivos y que estén seguros de lo que van a dar, porque si se espera únicamente recibir, estamos fracasados.

Da tristeza con lo que está pasando, acabamos con el campo, acabamos con el agua, acabamos con el aire y cuando comienza a faltarnos la comida, la salud ya no está y más cuando se pierde la salud mental y espiritual, en donde cada quien tira para su lado y el bien común queda a un lado, dejando como resultado el verdadero caos, la desgracia y la desesperación.

Por enésima vez repito, se necesita responsabilidad por parte del Gobierno y de las FARC, porque así como vamos se va a cumplir lo del dicho popular “no llegaremos a ningún Pereira”; a ese Pereira deseado, a esa tierra prometida que esperó el pueblo de Israel y que ahora espera el campesino y la campesina buena, el ama de casa, el hombre trabajador y el joven con deseos de futuro; que esperan no ver truncada esa esperanza por un grupo que solo quiere la guerra, la sangre y el caos.

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