sábado noviembre 16 de 2024

EL TODERO DE LA TORRE SONORA DE RCN  Entrevista Pantalla & Dial

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Por Édgard Hozzman

 Londonderry New Hampshire   

La pasión por la radio y los micrófonos de Indalecio Castellanos López la comenzó por su paisano, Rafael Antonio Niño, “el niño de Cucaita”.

Le encantaba construir competencias mentales en las cuales el gran ciclista y escalador triunfaba en las más empinadas cumbres. Y esos sueños se convirtieron en realidad y lo más sorprendente: a través de RCN, la cadena de sus momentos oníricos.

Anhelaba también conocer al mítico Juan Gossaín y cuál no sería su sorpresa cuando años después se convirtió en su jefe al cual siempre vería con su chaleco de lana y cuadros rojos y verdes y su chompa de cuero.

Indalecio Castellanos López tiene la cualidad de hacer las cosas bien. Si de entrevistas se trata, las hace con la especial atención para cuestionar a sus invitados sin atafagarlos y escuchándolos con cuidado, si el trabajo es de crónicas, posee la capacidad de descripción de un novelista y si debe leer noticias, lo hace como un miembro de la ACL.

Por eso, en RCN, lo llaman como el “todero de la torre sonora”.

Al igual que Yamid Amat, Edgard Oviedo, Gustavo Niño, entre otros periodistas comenzó su actividad profesional en Coral, Corporación Radial Colombiana.

Su norte periodístico se lo marcaron Juan Gossaín y Yamid Amat. El primero fue su maestro en RCN, donde aclara Indalecio “le pude poner rostro a la voz que escuchaba y admiraba”.

Su pasión es el periodismo. Ha laborado gran parte de su vida en el diario trajín de los lead. Vive la noticia, le lleva al oyente sus historias con especial producción, y hace una comparación: “hoy hay mucha información basura, antes las noticias eran amables, hoy la información depende de las cámaras de seguridad, atracos, crímenes, al igual que en las inundaciones, hace falta agua limpia”.

Fotografia Periodista Radio Colombia (RCN Radio)

OTRO NIÑO DE CUCAITA 

–¿Es boyacense de pura raza?

–Como en la canción del maestro Héctor Vargas, “soy boyacense de pura raza y amo a mi tierra como a mi mama”. Nací en Cucaita, que ha sido y seguirá siendo mi centro vital, mi escenario más feliz.

–Los boyacenses son buenos para el tejo y la pola. ¿Cómo está su promedio?

–Últimamente estoy muy quedado en los dos, aunque siempre fui mejor en el de la pola que en el del tejo. En la casa del pueblito hay una cancha de tejo como testimonio que alguna vez hubo una gran agitación con la práctica del deporte local, pero hace mucho tiempo que no hay “bolo aéreo”. En el pasado me divertí mucho, aunque hubo muy pocas moñonas.

–¿Qué platos típicos de Boyacá le hacen falta en Bogotá?

–Un buen cuchuco con espinazo de Runta, las salchichas rojas del mercado de Samacá, la gallina de Sáchica y todas las sopas que hacía mi mamá. 

–¿Un buen  compositor boyacense quién podría ser?

–Ya mencioné al maestro Héctor Vargas autor del inmortal Soy Boyacense, pero también destacaría a José Jacinto Monroy con su “Yo Soy Boyacense”, Efraín Medina Mora, quien le cantó a las maravillas del Valle de Tenza y sin duda alguna el gran Jorge Veloza.

–¿En cuál Indalecio se inspiraron sus padres para bautizarlo así?

–Mi nombre es el premio a ser el primer hijo varón de mi papá, que se llamaba Indalecio. Nunca supe por qué este nombre de origen entre español y árabe llegó a Boyacá, pero podría decir que un gran inspirador pudo haber sido el diplomático, historiador y político Indalecio Liévano Aguirre. De hecho hoy todavía tengo que luchar contra quienes me llaman Indalecio Liévano.

–¿Quién le enseñó a escribir?

–En la Normal de Tunja la profesora Felipa Coconubo me estimuló a escribir la primera poesía durante el bachillerato. Pero ya en el ejercicio, recuerdo que Francisco Tulande fue muy importante en mi primera etapa como reportero  en 1993, pues venía de la provincia y me dio todo el palo del mundo por no saber escribir.  22 años después, sigo aprendiendo.

–¿Cuál es el mejor recuerdo de sus años en El Tiempo?

–Hubiera querido que fueran años, porque mi formación y mis deseos me indicaban al principio que quería desarrollar mi tarea profesional en un periódico. Había trabajado en el desaparecido periódico La Tierra de Boyacá y luego tuve la oportunidad de ser corresponsal encargado de El Tiempo en Boyacá en noviembre de 1987 y enero de 1992. Fue un ejercicio importante mostrar una visión distinta de Boyacá, en la época que los medios nacionales  sólo “compraban” noticias de las masacres de esmeralderos en el Occidente de ese departamento.

–¿De niño se imaginaba hablando en RCN?

–Todos los niños de mi generación en Cucaita nacimos conectados con RCN Radio que transmitía las carreras de ciclismo de nuestro héroe local, Rafael Antonio Niño. Mi mamá me decía que siempre transmitía carreras imaginarias y creo que inconscientemente esa  idea estuvo ahí.  Por primera vez escuché mi nombre en RCN Radio en un concurso de cultura en el que uno escribía a maestros como Antonio Panesso Robledo y José de Recasens para intentar corcharlos. Leyeron mi carta y la mamadera de gallo de mis compañeros de colegio, fue un estímulo para pensar que alguna vez podría estar en la radio.

TRANSMITIÓ UN CAMPEONATO DE TEJO

–¿Trabajó alguna vez en Coral?

–En Radio Boyacá y Radio Tunja de la Cadena Coral de la familia Espinosa, tuve mi primera experiencia en radio. Cuando cerraron el periódico La Tierra, me recomendaron con Cecilia Salazar y empecé como redactor del Radioperiódico Mirador de Boyacá y luego Luis Enrique Osorio me vinculó con Radio Tunja. “Todo lo que vaya a decir, escríbalo”, me dijo Cecilia y después fue una etapa feliz en la que hice noticias, comenté todos los deportes, transmití  carrozas en el Aguinaldo Boyacense de Tunja, un Campeonato Nacional de Tejo, un Mundial Juvenil de Ajedrez, leí las cartas que los campesinos enviaban al programa Entrega Inmediata y hasta presenté el resumen  musical de las 20 de la semana, cuando Juanito Téllez no llegaba al turno el sábado por la mañana.

–¿A quién admiraba como periodista en la radio?

–Siempre a Juan Gossaín con devoción. Por supuesto que está congelada en mi memoria la imagen del primer día que lo vi entrar a la cabina de la radio  en la que yo hacía mi primer turno nocturno en diciembre de 1992 y pude por fin ponerle rostro a esa voz que había escuchado desde siempre.

–¿Quién le dijo cómo se hacía un lead?

–El profesor y periodista, Jorge Consuegra nos explicó por primera vez en Inpahu la estructura tradicional con los elementos más relevantes de la entrada de una noticia. Ya en el ejercicio profesional, el entonces jefe de redacción del periódico La Tierra, Jesús Ortiz me dio las indicaciones de cómo hacer un lead, luego que yo estuve más de tres horas intentando redactar mi primera noticia, que era sobre el  suicidio de un ciudadano en una clínica de Tunja.

–¿Quién es su ejemplo como entrevistador?

–Yamit Amat  fue siempre un ejemplo de un periodista incisivo y mordaz que era capaz de ir construyendo la entrevista sobre lo que iba diciendo el personaje y cada expresión era un pretexto para indagar o poner contra la pared al personaje. Pero también en la televisión me gustaba Fernando González “Pacheco”, quien decía que para iniciar la conversación lo mejor era no saber nada del personaje. Eran modelos de entrevistas más respetuosas con los personajes.

–¿Qué crónicas le han resultado difíciles y cuáles recuerda con especial cariño?

–La crónica es el lenguaje que más me gusta, me siento cómodo explorando este tipo de ejercicio y podría decir que en general no ha sido difícil abordar las historias. En mi época de reportero, buscaba la arista distinta de los hechos que cubría.  Y recuerdo con especial cariño la primera crónica que hice para RCN Radio, que fue el cubrimiento de la última serenata con mariachis que le dieron al expresidente, Carlos Lleras Restrepo la noche del 12 de abril de 1993 y una crónica sobre el drama del ejercicio del periodismo en Colombia que titulé La Prensa Contra la Pared y que fue nominada al Premio CPB en el año 2008.

–¿Cree que la paciencia es su mayor virtud?

–Yo pienso que la paciencia es una gran virtud, pero hay quienes piensan que eso es muy malo para ser jefe en los medios  de comunicación. Ser buena gente a veces es incompatible con el ejercicio del periodismo, pero no voy a cambiar mi carácter a estas alturas de la vida e intentaré ser paciente hasta el final.

–¿Qué tan ordenado es?

–Podría decir que lo mío es un desorden ordenado, porque mis cosas, mis notas, mis efectos personales siempre están un poco revueltos, aunque sé dónde están y cómo encontrarlos. Lo mismo pasa con las notas y las voces para mis crónicas. Soy ordenado, sin ser sicorrígido ni obsesivo.

EL SECRETO PARA CAPTURAR AUDIENCIA

–Si le preguntaran por Antonio José Caballero, cuál sería su primer recuerdo?

–La tarde del 23 de diciembre de 1992 cuando llegué por primera vez a la redacción, el equipo de noticias celebraba la Navidad y Antonio José Caballero era el centro de la reunión. El vino salía de su oficina, ponía buena parte de los temas de conversación, se reía de todo, recordaba pasajes de la cotidianidad de la redacción y por supuesto, me ponía mi primer apodo. Ese mismo me di cuenta de su presencia magnífica, de su carácter, de lo grande que era. Desde ese día admiré a Caballero por su sencillez, porque era capaz de compartir con los reporteros, los periodistas sencillos de todas las regiones del país, sin ninguna prevención. Ningún grande del periodismo en Colombia comparte como él con los reporteros rasos y con la gente del común.

–¿Cuál es su secreto para atrapar a la audiencia?

–Si tuviera un secreto no lo diría, pero no tengo ninguno. Simplemente trato de ser lo más sencillo posible y apelo a la premisa de que la radio es conversación. Le hablo a la gente sencilla y dicen que mi voz tiene algún atractivo, lo que puede ser el secreto.  La radio es voz y es posible que allí radique un poco el encanto, aunque a decir verdad, no es que sea un fenómeno de la radiodifusión, pero me defiendo.

–¿Quiénes han sido sus mejores protagonistas?

–Siempre la gente sencilla y la gente del común. No he sido muy amigo de quienes están en los centros de poder y menos mal que no me ven útil ni importante. Últimamente mis mejores protagonistas son los familiares de los secuestrados y desaparecidos que cada noche de domingo se asoman en el programa La Noche de la Libertad, para contar su desesperanza por la falta de  noticias de los suyos. Me conmueven enormemente sus historias y he intentado visibilizarlas para que se sepa que el fenómeno sigue intacto, aunque algunos consideren que no existe y que puede ser hasta políticamente incorrecto hablar del tema.

–¿A quién le gustaría entrevistar?

–Las vedettes que entrevisten los personajes del mundo, yo me quedo con el niño que vende hielo en el Huila para comprar un computador, la señora que tiene una línea espiritual las 24 horas del día en Barranquilla, la familia guatemalteca que escribe poemas a su hermano secuestrado en Colombia y la mamá que cree que su hijo secuestrado hace 16 años escribe un libro en cautiverio, como me ha tocado en Nocturna de RCN o en Las Noches de la Libertad.

–¿En qué está fallando el periodismo en Colombia en estos momentos?

–Como explicaba recientemente un experto español,  lo que ocurre en este instante es que hay una sobreoferta de información, todo el mundo produce contenidos, uno se entera de cosas y ni siquiera sabe dónde, los medios bombardean por las redes, los pretendidos periodistas ciudadanos hacen lo suyo y hay una “inundación” que puede ser la antesala de una catástrofe. Como decía este experto, cuando hay una inundación lo primero que hace falta es “agua pura”. Y por otra parte, frecuentemente se traspasa sin rubor esa delgada línea entre información y opinión.  Hay muchos opinadores disfrazados de periodistas y al contrario.

–¿Los colombianos están bien informados?

–Hay mucha información basura circulando. Antes la noche estaba llena de historias singulares y hasta felices y ahora solo hay cazadores de accidentes de tránsito, atracos y borrachos.  Las cámaras de seguridad, que deberían servir para evitar delitos, sólo se usan para abrir noticieros. Somos víctimas de la insoportable sociedad de control que acepta que todos sus ciudadanos sean mirados, seguidos con saña y castigados con la pública exposición en los “muros de la infamia”.  Un ciudadano escribía en su cuenta de twitter que “cada vez sale menos gente viva en los noticieros”. A decir verdad la radio tiene más matices, un poco más historias y menos amarillismo.

–¿En que están fallando las escuelas de Comunicación Social y Periodismo?

–Privilegiar el tema tecnológico, por encima de las destrezas, las rutinas y la naturaleza del ejercicio del periodismo y no juntar debidamente la teoría con la práctica. La tecnología debe ser un complemento magnífico, pero no una razón en sí misma. Y hay algo que no se puede achacar a las facultades y es el desinterés de los estudiantes en su formación integral. Los jóvenes no saben quién es Juan Gossaín o Yamit Amat o Yolanda Ruiz, no escuchan radio, no leen periódicos, tienen su propia agenda y las noticias no están en su radar. Es un error pretender que las facultades formen gente para los medios, pues lo que debe esperarse es que salgan profesionales íntegros y seres humanos con un vigoroso compromiso social, por encima de todo.

–¿Estaría de acuerdo con que se obligue a la radio a tener una tarjeta profesional como antes?

–Pienso que ese debate está agotado hace tiempo y que es un poco anacrónico. Es posible que también haya malos profesionales con tarjeta. Lo que hay que establecer es criterios más rigurosos de selección de quienes ingresan a las emisoras y no olvidar que la radio, pase lo que pase, tiene que ser voz por encima de todo.

SOBRE LA DELINCUENCIA Y LA JUSTICIA

–¿Escucha alguna emisora musical?

–Una emisora de Alemania que escuchó por internet mi hija, quien vivió un año en ese país y las que logro sintonizar en la carretera mientras voy para Cucaita.

–¿Cree que el morbo, la vulgaridad y la ordinariez se tomaron a la radio?

–Sí y lo peor es que a mucha gente esas cosas les gustan y los que las hacen son los reyes de la sintonía. Eso habla de nuestro carácter y de lo que somos.

–¿Por qué aumenta la delincuencia en Colombia?

–Por la dramática situación social que afrontan distintas regiones del país, por la brecha insalvable entre ricos y pobres, por la falta de oportunidades, por las pocas posibilidades que muchos colombianos tienen de acceder a la educación en todos los niveles.

AL PAPA FRANCISCO LO QUIEREN UTILIZAR

–¿Cree en el proceso de paz?

–Sí, pero muchas veces me descorazona el rumbo.

–¿Cuál debe ser el papel del periodismo en este proceso?

–Acompañamiento crítico.

–¿Están los colombianos preparados para el post conflicto?

–No, si finalmente no se consigue que el proceso sea amplio e incluyente. 

–¿Dejará algo bueno Gustavo Petro?

–Yo creo que sí, que dinamizó procesos de inclusión y reconocimiento a sectores tradicionalmente excluidos y eso puede servir para el balance.

–¿Le cree a Uribe Vélez?

–Como dice la canción: “A veces si, a veces no”.

–¿Por qué no vendrá el Papa a Colombia?

–Porque ya sabe que lo van a postular como alcalde de Chiquinquirá, que le van a pedir que sea mediador entre el presidente Juan Manuel Santos y el senador Alvaro Uribe y que lo quieren invitar a la reapertura de la Plaza de Toros de Santamaría.

–¿Las castas políticas son obstáculo para la paz?

–Para todo. Por algo casta quiere decir ascendencia y descendencia de una persona o de un animal.

–¿Gossaín o Julio Sánchez?

–Gossaín sin dudarlo. Eso es como tener que escoger entre el papá y el vecino.

–¿Hacia dónde va Colombia?

–Hacia la polarización si no le ponemos freno a tanta calentura.

–¿Los grandes males que flagelan a Colombia, los olvidamos con los logros de nuestros deportistas?

–No los olvidamos, pero los dulcificamos por un momento. Nos sirve de pretexto para olvidarnos de nuestras miserias y nos hace pensar que todos los colombianos deberíamos ser como los deportistas.

–¿La justicia es una mentira, una vergüenza en Colombia?

–Si la justicia es una cualidad de justo, sí, con mayúsculas. 

–¿A quién le cree, al Procurador o al Fiscal?

Le creo a quienes  critican con sobradas razones, por igual, al Procurador y al Fiscal.

–¿Escucha la competencia?

–Claro, hace parte de las rutinas elementales del ejercicio.

–¿Le han entorpecido las investigaciones?

–Nunca. Siempre hemos tenido absoluta libertad.

–¿Qué locutor noticioso admiró?

Recuerdo la voz de Heliodoro Otero cuando decía al aire “corrección, error del redactor” y también al actual presidente de la Asociación Colombiana de Locutores, Jorge Antonio Vega, quien era capaz de arreglar al aire “todos los errores de los redactores”. Voces magníficas.

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