¡LAS FARC MAL, MUY MAL!
Por Horacio Serpa Uribe
Es cierto que estamos en guerra: cincuenta y un años de confrontación violenta, perversa, destructora. Es verdad que la paz se está buscando en La Habana “en medio de la guerra”. Pero esto no quiere decir que el país acepte la violencia. Si se aprueban los diálogos en la forma descrita es porque se quiere alcanzar la paz para que no haya más víctimas, para que la muerte no siga signando la vida de los colombianos.
Para que la guerrilla abandone la lucha armada y se integre a la vida democrática y civil de la nación, porque así todas y todos tendremos un pasar apacible, tranquilo, convivente.
La fórmula de lograr acuerdos con los horrores de la guerra encima no significa que se tenga tolerancia con los crímenes y la destrucción. Es un esfuerzo por poner fin al conflicto armado para que no exista más barbarie, para que logremos una verdadera reconciliación en un ambiente de respeto a la vida, a la democracia, a la Constitución. Nadie se puede equivocar: el pueblo odia la violencia y rechaza a sus autores, de cualquier lado, de cualquier pretexto, de cualquier uniforme. Por eso se quiere lograr que solo el Estado porte armas y únicamente las utilice para salvaguardar los derechos de los habitantes y defender nuestra integridad territorial y nuestras instituciones.
Muchos no quieren entender esto, entre ellos las farc. La guerrilla no solo asalta y mata como si el proceso de paz fuera una patente de corso para disparar sin tasa ni medida, sino que por el prurito de causar daño, tal vez para probar que existen, arremeten contra la naturaleza, destruyen la vida y lesionan sin consideración el interés colectivo. Fue lo que pasó en Puerto Asís.
Las Farc detuvieron en el Putumayo 25 tracto-mulas cargadas de petróleo y obligaron a derramar el contenido de 19 de ellas en la vía. Fueron cinco mil barriles de crudo que destruyeron la vegetación, mataron la fauna, contaminaron los ríos y provocaron una verdadera catástrofe ecológica. Ello a mansalva, arteramente, con sevicia, sin consideración, sin tener que enfrentar a ningún poder armado, cobardemente. Los habitantes de la región y su principal riqueza que es la naturaleza sufrieron el embate de esos guerrilleros inescrupulosos que son enemigos de la sociedad y del patrimonio común biodiverso que distingue a aquellas zonas tan importantes de Colombia.
Mal, muy mal las farc. Ese no es el camino. Denotan con cada acción desprecio por el pueblo y por sus bienes. Muchos de sus miembros parecen desconocer lo que se tramita en Cuba y con sus comportamientos generan desconfianza, prevención, enemistades al proceso de paz.
La paz solo se logra con altruismo, con generosidades, con respeto a la población. La Comisión de la verdad es un avance notable. Pero si se sigue destruyendo todo, solo se va a logra la paz de los sepulcros. Ojo a esto, porque por ahí no es la cosa.