miércoles julio 17 de 2024

El símil

Germán Cepeda Giraldo

 Por Germán Cepeda Giraldo

  Había una vez un pastor al que la mayoría de los habitantes le confiaron sus propiedades y, por ende, el bienestar de todos sus animales y,  aunque no se le entendía bien lo que quería  decir, gozaba de absoluta confianza. Y claro,  desconocían  que ocasionalmente tartamudeaba.

Cierta vez, tratando de apacentar, el pastor se metió en un berenjenal donde no sabía como salir, hasta que vinieron pastores de otros lugares y le tendieron la mano o, mejor dicho, le ayudaron a destrabar el zaperoco que había causado con su peculiar forma cantinflesca de hablar. Los pastores extenuados se marcharon más confundidos de lo que vinieron.

Nuestro pastor del cuento, finalmente, aseveró que al lobo que ordenaba a su manada matar a sus ovejas había que respetarle la vida. Esto causó desconcierto y conmoción entre todos los habitantes de la aldea.

Agregó, además, que no tenía ningún problema al ver, cara a cara, al lobo feroz; lo que produjo aún más angustia entre la gente.

Y aunque él creía manejar la situación con mucho acierto, sus propuestas no fueron bien recibidas o, más bien, entendidas por quienes le otorgaron el manejo del redil.

La anterior situación del pastor del cuento se repite coincidenciamente en cierto país latinoamericano, más exactamente en Colombia, donde su Presidente dió a la revista Semana, en días pasados, unas declaraciones acerca de la creación de un llamado «Congresito» que al decir de su ídem del Congreso «… es un error». Y que entre los lectores de El Tiempo (del 16 de agosto) no fueron de buen recibo.

Y lo que más alarma a los pobladores de Colombia, es que su Presidente aun a costa del sufrimiento de muchos, y ante un inusitado deseo por conseguir un galardón internacional, firme la paz dejando a las víctimas en total indefensión para que otros grupos las sigan asediando, además, dignatarios de la Iglesia hacen a la guerrilla ofrecimientos para una eventual entrevista con el Papa. Asistimos, pues, a la feria de la impunidad.

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