La Cuba que encontrarán el Secretario Kerry y el Papa Francisco
Texto y foto de Jairo Tarzona
RCN La Radio
La Habana , 14 de Agosto_ RAM_ El Cristo de La Habana está enjaulado, a través de los barrotes del andamio se asoma su rostro impávido cuyos ojos parecen vigilar, desde el cerro más alto de la ciudad, todo lo que ocurre en un país donde todo está vigilado.
Lo más probable es que el Cristo de La Habana, que tiene unos 12 metros de altura y fue erigido a comienzos del siglo 19, cuando los habitantes de la ciudad eran en su mayoría católicos, y ahora está siendo restaurado, siga observando los drásticos cambios políticos y sociales que ha vivido la isla, particularmente desde que los barbudos que bajaron de la Sierra Maestra, al mando de un joven llamado Fidel, entraron victoriosos a la capital el primero de enero de 1959, tras la huida del dictador Fulgencio Batista.
O tal vez al Cristo tutelar del Reparto de Casablanca, no le interesa la política y prefiere poner su vista en los callejones de la ciudad vieja donde la música afrocubana, el mojito, el tabaco, la santería y la sensualidad de sus mujeres morenas, blancas, negras y rubias, alteran los sentidos e incitan al pecado que bulle en las esquinas de destartalados edificios, ó en conservadas casonas del Vedado, ó en los hoteles y bares exclusivos de Playa y Miramar, donde pululan la mayoría de turistas canadienses, europeos y latinoamericanos.
Cuba vive del turismo desde que a finales de los ochenta llegó la perestroika y derrumbó el régimen de su gran aliado, la Unión Soviética, arrasando a la cortina de hierro y sus decadentes sistemas comunistas. No le quedó otra opción que abrir sus puertas a la industria sin chimeneas y recibir a los millones de turistas que traen las divisas frescas y al instante, para evitar el desastre que significó quedarse sin su principal socio.
Con la caída del imperio rojo de Moscú, el petróleo no volvió a llegar a Cuba en las cantidades que los camaradas rusos enviaban, tampoco los alimentos, las herramientas y repuestos; el azúcar, principal rubro de exportación de la isla, dejó de ser el producto trueque que intercambiaba el soviet por maquinarias o arsenales. Los subsidios fueron desapareciendo, hasta tal punto que la revolución cubana tuvo que declarar el Periodo Especial que llevó a las máximas restricciones que hayan padecido los isleños en los 56 años del régimen.
Doña Nancy, una mujer de casi 70 años, jubilada de las fuerzas armadas con un salario que apenas alcanza los 30 dólares, tiene su congelador lleno de carnes, un privilegio que tienen muy pocos cubanos. Su esposo, un coronel fallecido, le dejó una hermosa y lujosa casa en el sector de Miramar, algunas de cuyas habitaciones alquila y le permiten vivir bien. ¨Hay que estar preparados porque nunca se sabe lo que pueda pasar, hoy tenemos mañana quien sabe¨, dice la anciana que ha tenido que vivir casi 60 años con las privaciones y la escasez.
Comer carne en Cuba es un lujo, al igual que el pollo y el pescado, o el queso, la leche, y otros alimentos que no se consiguen en los mercados locales donde se vende en el peso nacional. Para un cubano que gana un salario mensual entre 25 y 30 dólares, comprar una libra de carne equivale a una semana de pago. Si se compra un par de tenis o una muda de ropa, pantalón y camisa, significa dejar de comer durante todo el mes.
Por eso el pueblo cubano se rebusca por todos los medios para ganar por fuera unos pesos más, nadie vive del salario estatal. Se podría afirmar que son muy pocos los cubanos que no sacan provecho o se benefician del mercado negro. El Estado es dueño de todo, y todos le roban un poco para suplir sus necesidades y compensar los ingresos. En la isla casi todo es escaso, pero todo se consigue cuando hay dinero. Son magos que sacan de la nada un moderno I Phone de ochocientos dólares o una caja de tabacos Cohiba que venden por cincuenta ó cien dólares ,cuando en la tienda oficial cuestan trescientos o cuatrocientos.
En la bahía de La Habana, frente al Castillo del Morro, está un grupo de pescadores que van todos los días en la mañana y en la tarde al malecón, para tratar de sacar algunos peces. ¨Nosotros somos parte del entorno de La Habana, somos unos cincuenta, aquí nos reunimos y pescamos para consumo y sustento,¨ dice Antonio, un hombre alegre y conversador de unos 63 años. –Hace mucho calor- le digo. -¿una cervecita a esta hora caería bien? – Noooo, ese es otro tema de conversación más complejo, en vez de eso tenemos unos pomos de agua de La Habana, aquí debajo, porque cervecita no se puede. Mira, yo soy jubilado y me gano ocho dólares y una cerveza cuesta un dólar, no debo tomar cerveza, le hace daño al bolsillo y a la salud – dice el hombre con su acento caribeño y una carcajada bulliciosa.
Le señalo la bahía y le digo que muy pronto llegarán por ahí unos barcos de Miami , gracias al restablecimiento de la relaciones diplomáticas entre la isla de los Castro y el dueño de la Casa Blanca, el Presidente Obama. Suelta otra risotada –Ah, eso estamos esperando a ver que nos trae los hermanos de Miami, hace rato lo esperamos, además de muchos años de bloqueo. No que pasen los barquitos, sino que mejore la economía para vivir mejor porque aquí la vida es muy difícil, hay que trabajar mucho- dice resignado el viejo pescador.
Como él, la mayoría de isleños aplaude la decisión de Raúl Castro de acercarse a los Estados Unidos, creen que no sólo vendrán los beneficios económicos , sino que habrá más libertad, no tanto para tener una democracia, pero sí para que se respeten los derechos humanos y cese la represión contra los disidentes.
Todos los domingos, las damas de blanco, un grupo de mujeres que protestan contra el gobierno, van a la misa de la iglesia Santa Rita, en el sector de Miramar. El párroco es Monseñor José Felix Pérez, quien es el Secretario Adjunto de la Conferencia de Obispos de Cuba y el encargado de preparar la visita del Papa Francisco a la isla entre el 19 y el 22 de septiembre.
Dice que el tema social siempre está presente en el mensaje del Papa y lo estará en la isla de Fidel, -es muy sensible a la realidad de la pobreza en el mundo, la marginación, se preocupa mucho por los inmigrantes, los presos.-
Le pregunto por el papel que jugó el Papa Francisco en los acercamientos entre La Habana y Washington y su viaje a las Antillas. –Este es un elemento añadido porque el pueblo cubano está agradecido por las negociaciones que se hicieron, por este deshielo que abrió un camino nuevo. Yo diría que también se acoge al Papa con entusiasmo porque ciertamente este acercamiento abre horizontes de esperanza.-
Mientras el padre José Felix se mueve de un lado para otro cuidando todos los detalles para la llegada de su pastor. A unos kilómetros de allí el sector del Vedado, en un desteñido edificio que pertenecía a los suizos, y ahora es la representación diplomática de los Estados Unidos, también sus funcionarios pulen los últimos detalles con los delegados de la cancillería cubana para recibir al Secretario de Estado Jhon Kerry, quien llegará a la isla este 14 de agosto para la inauguración oficial de la embajada, cuyo estatus recuperó el pasado 20 de julio, luego de ser por varias décadas, la Oficina de Intereses de Washington.
La Cuba de hoy en nada se parece a la de 1960, ni a la de los años setentas u ochentas, ni siquiera a los comienzos del dos mil; el régimen comunista ha ido poco a poco desapretando las tuercas y el capitalismo se ha ido filtrando hasta los sectores más radicales. Los negocios por cuenta propia, la libertad para vender y comprar propiedades, la flexibilidad para viajar fuera del país, o para que los cubanos que se fueron vuelvan, son señales de que la isla cambió para siempre.
El 2015 será recordado como un año de hitos históricos, el año en que un Papa latinoamericano pidió el fin del bloqueo, principal argumento del régimen para justificar las difíciles condiciones de la sociedad cubana, y la visita del más alto funcionario del imperio norteamericano que izó la bandera de las 51 estrellas en la isla de los Castro, después de 55 años de distanciamiento, acusaciones mutuas y una guerra fría.
Por: Jairo Tarzona
Crónica para la Maestría de Periodismo de la Universidad El Rosario.