miércoles julio 17 de 2024

Las lecciones de River Plate

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 Por Esteban Jaramillo Osorio.

Atlético Nacional ganó la copa Libertadores a finales de los  ochenta y  la popularidad de Maturana, su  entrenador, tocó el techo. Lo propio ocurrió con Luis Fernando Montoya cuando, metido en el nuevo siglo, le dio el triunfo al Once Caldas en el mismo evento. El tiempo implacable y el periodismo insaciable no le dieron durabilidad al reconocimiento, con plazos definidos para cancelar la luna de miel que se vivía. Se renegó luego de los triunfos, el uno por supuestas influencias arbitrales y el otro por el juego realizado, en contravía de los apetitos no satisfechos de los especialistas. Ambos, Maturana y Montoya, bajaron sus índices de popularidad  pero mantuvieron intacto su prestigio, garantizado por la trascendencia de las  victorias conseguidas.

Con el paso del tiempo se han revalorizado aquellas gestas, no solo por el impacto emocional que tuvieron entre  el público, sino por la incapacidad de hoy para repetirlas.  Se ve como un sueño imposible volver a ganar la copa Libertadores. Los rivales ya  no son tan fuertes, técnicamente, como los del pasado; los grandes clubes suramericanos han perdido linaje, pero han consolidado hambre de triunfo y poder mental competitivo, lo suficiente para ser invencibles, a la hora de un título, frente a  clubes Colombianos.

“Mucho huevo, poco fútbol y pizcas significativas de fortuna” tuvo  River Plate para encaramarse, sucesivamente, en el podio ganador de la Libertadores y la suramericana. Su recorrido venía desde el abismo del descenso. Su fortaleza mental, con la que maquillo sus carencias en el juego, a falta de figuras predominantes, con un  vestuario saludable y unido, fue la fuerza vital para alcanzar el éxito.

Lecciones deja River para los equipos Colombianos. Sin acoplar un plantel, sin hacer grupo, sin identificar un propósito a través de una idea, no se gana una copa. Es hora de reivindicar lo hecho por Nacional y el Once Caldas, porque ambos equipos lo lograron, con evidente intensidad y deseo inclaudicable de triunfo, a pesar a las adversidades vividas. Ante la rivalidad hubo unidad, en la soledad de las caídas, se fortaleció el camerino. Montoya y Maturana lograron acoplar planteles ganadores con el apoyo indiscutible de sus seguidores y la copa fue nuestra.

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