Contraplano Antonio José Caballero, el reportero de los papas
Por Orlando Cadavid Correa
En cada apoteosis que provoca en su peregrinar por el mundo el carismático Papa Francisco, se nos viene a la memoria un episodio ocurrido en el Vaticano, el 16 octubre de 1978, día de la histórica elección de Juan Pablo II, el más viajero de los 265 pontífices que ha tenido la Santa Madre Iglesia: en sus 27 años visitó 129 países.
Hace 37 años fueron protagonistas de este relato los entonces cardenales de Varsovia, Karol Józef Wojtyła, y de Medellín, Alfonso López Trujillo, y el periodista caucano Antonio José Caballero. Los tres murieron entre abril de 2005 y diciembre de 2013. Los religiosos, en Roma, y el reportero de los papas, en Bogotá.
El enviado de RCN a la Ciudad Eterna, que hacía un mes se había lucido con una impecable transmisión en directo, para Colombia, con la elección de Juan Pablo I –“El papa de la dulce sonrisa”, como lo llamó en “La figura del día”, de El Espectador, el inolvidable director don Guillermo Cano– volvió a repetir la hazaña informativa para la cadena de las 3 consonantes.
Este arquetipo de la astucia reporteril –que sabía dónde ponían las garzas cardenalicias— aseguró en Roma para su tarea, antes de los dos cónclaves, la asistencia técnica de la poderosa RAI (Radio Televisión Italiana) para su puesto fijo de transmisión, en el Brazo Carlomagno, y consiguió, además, que se le pusiera en su consola la señal permanente de la Radio Vaticana. De ñapa, los italianos le prestaron un operador de sonido que se echó al bolsillo unos dólares, a manera de gratificación, porque supo hacer la tarea para la radio de Colombia.
El día clave, el de la esperada fumata blanca emanada de la pequeña chimenea de la Capilla Sixtina, sus competidores para Colombia (Alvaro Galindo, de Caracol, y Jorge Enrique Pulido, de Todelar), hacían su trabajo artesanalmente, por llamada telefónica, a sus emisoras en Bogotá, Nuevo Mundo y Radio Continental. Los dos colegas llevaban todas las de perder. Nuestro enviado, en cambio, tenía conexión permanente, vía satélite, con la Nueva Granada.
Entre los más de ochocientos periodistas de todo el orbe que cubrían el magno evento de la elección hubo tremenda confusión y enorme alboroto cuando muchos corresponsales gritaron en sus micrófonos que “el nuevo Papa, (el número 264), era un cardenal africano que tenía por nombre secular Karol Józef Wojtyła”.
Antonio José no cayó en el error. Abandonó momentáneamente su puesto de trabajo; corrió velozmente y se llevó del brazo al cardenal Alfonso López Trujillo para que lo apoyara en la transmisión. Todos quedamos de piedra cuando el purpurado tolimense contó que la Iglesia Católica tenía por primera vez un Papa nacido en Polonia, en la Cortina de Hierro, y no en Italia, como se estilaba desde 1523. Nada que ver, pues, con Africa. Muchos de los colegas que compartían la escena con Caballero encadenaron gustosamente con RCN durante la intervención de 45 minutos del arzobispo colombiano que conocía al entrante Pontífice como a la palma de su mano diestra.
Al suscrito autor de estas remembranzas, en su calidad de director del servicio informativo de RCN, le tocó propiciar el feliz despegue profesional de Caballero, con las históricas elecciones de dos Papas, en un mes, en Ciudad del Vaticano, hace la friolera de 37 años.
Otro dato que se nos quedaba en el tintero: en esta memorable jornada periodística incurrió en gazapo “El Vespertino”, el desaparecido tabloide que dirigía el muy recordado don José Salgar, “El Mono”, al titular en primera plana: “Un polines es el nuevo papa”. Obviamente, lo correcto era un polaco. Nada que ver, pues, con el continente oceánico.
La apostilla: Si Antonio José fue admitido en el cielo, “Terciopelo” (así lo apodó su difunto hermano medio Juan Harvey Caicedo) debe estar acosando a la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) para que le concedan una entrevista exclusiva. En su defecto, se transará por los papas que ya están a la diestra de Dios Padre: Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II.