miércoles julio 17 de 2024

El insulto como argumento

22 septiembre, 2015 Deportes, Fútbol, Fútbol Nacional, Opinión

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 Por Esteban Jaramillo Osorio

Está clasificado el Once Caldas, a siete fechas de concluir el torneo, con 21 puntos en discordia y cuatro partidos  en su patio. Seis de los  siete equipos que lo anteceden en la tabla tienen un juego menos y, atrás, sus cinco rivales, salvo el Cali a un punto con el calendario al día, tienen el beneficio de compromisos aplazados, por cumplir.

No es fácil la tarea a enfrentar porque el fútbol actual no seduce, ni convence. Le resulta difícil al blanco desmarcarse de la presión de la tribuna por su incapacidad para establecer dominios en el campo con el control de la pelota. Sus últimos resultados, forzados, sin sabor, no consolidan su ambición y, al contrario, a todos  los pone a temblar.

Entre tanto, el entrenador mantiene sus posturas, sin correcciones significativas, para lograr de los jugadores un rendimiento especial que permita la llegada a la final; algo viable. De paso, aislado de los medios, los que mira de reojo, da muestras de su inseguridad a la hora de responder y explicar, o es una forma pretenciosa de subestimar la tarea de los demás. No logra una combinación de ideas, que definan un modelo a seguir con respeto por el espectáculo, en la búsqueda del resultado. Sería bueno que aclarara también, tantos puntos confusos sobre su vida nocturna, lo que, de ser verdad, sería el peor ejemplo frente a aquellos a quienes quiere, dentro de su equipo, disciplinar.

Se afirma que sus derroches, en sitios reconocidos, se hacen públicos, con la tolerancia de quienes son sus jefes inmediatos. Jefes que, además, con alardes de poder inexistente, amenazan con improperios cuando se asoma la crítica buscando explicaciones.

Como se añoran otras épocas cuando en los puestos medios de mando, había decencia.

Hoy el autobombo y la petulancia son las fórmulas que inspiran un trabajo, siempre bajo sospechas, por la presunta exigencia de dinero para convocar jugadores, o para llevarlos al exterior.

Cuantas dudas persisten, por ejemplo,  en la traída de Bonjour, de Díaz y en la llegada de otros tantos que nada aportaron al club, en lo que no solo Flabio Torres tuvo injerencia. Hay mucha tela por cortar.

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