En Colombia: ¿es mejor una paz imperfecta que una guerra eterna?
Por Carlos Villota Santacruz
El viaje del papa Francisco a Cuba y Estados Unidos, no sólo confirmó que es un hombre, en su calidad de máximo Jerarca de la Iglesia Católica mueve masas, sino que a través de sus buenos oficios en la fe y la diplomacia, es capaz de “derrumbar los muros de la indiferencia”, para quienes han hecho de violencia, el terrorismo, el secuestro y el reclutamiento de niños su proyecto de vida, empobreciendo, llenado de huérfanos y viudas a Colombia por más de cinco décadas: las FARC.
Hoy, a menos de cuatro meses que culmine el 2015, el acuerdo alcanzado entre el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos y el grupo al margen de la ley –tras más de tres años de negociaciones- el papel de mediación del papa Francisco fue definitivo, en el nuevo “amanecer” que acompaña a la tierra del desparecido Nobel Gabriel García Márquez, cuna de hombres y mujeres de las artes, las letras, la música y el deporte que “brillan” de manera individual y colectiva.
La pregunta que surge por parte de la comunidad nacional es internacional. ¿Qué es mejor? ¿Una paz imperfecta que una guerra eterna?. Particularmente estoy convencido, que los colombianos nos acostumbramos tanto a la violencia, a ver caer víctimas día -7-5000.000 víctimas en la historia del conflicto- que algunos sectores no se imaginen que la paz sea posible. Por eso, no es atrevido decir, que ¿es mejor una paz imperfecta que una guerra eterna?
Lo que observó el mundo desde La Habana, la gestación de un acuerdo, entre el Gobierno santos y la guerrilla de las FARC, que abre la puerta a la firma de la paz el 23 de marzo de 2016, coloca la negociación en la calle, no sólo del país sino del planeta. “El sueño, es que la paz se puede alcanzar por la vía del diálogo, como lo afirma el papa Francisco desde New York, Filadelfia y Washington
De entrada, el acuerdo firmado, cumple con todos los estándares internacionales en la materia. Es el máximo de justicia posible. Que se puede llegar en cualquier sociedad para garantizar la paz. Es un acuerdo que satisface los derechos de las víctimas, en el área de libertad, de justicia, de reparación y con el compromiso de no repetición. Pero además, el anuncio de La Habana significa que no se va presentar ni amnistía, ni indultos para quienes hayan cometido delitos atroces: genocidio, crimines de lesa humanidad. Es decir, paz sin impunidad.
En otras palabras, este debate se trasladará al Congreso en las Comisiones Primeras de Senado y Cámara- que son la vía legislativa para estudiar el con legislativo que apunta a darle “cuerpo” a este acuerdo de la capital cubana, con sello e intermediación del papa Francisco que ya acerco a Cuba y estados Unidos. Ahora hace lo mismo entre Colombia y un actor armado como las FARC, que en su carrera de violencia se ha nutrido del narcotráfico. Un pinto esencial, en la aplicación de la justicia transicional.
La paz, de este país –que atraviesa una difícil situación diplomática con Venezuela con la violación de los derechos humanos de sus connacionales- tendrá que edificarse desde las regiones. Cada región, tiene su propia historia. Cada departamento. Cada municipio Si bien, no será perfecta, es la mejor salida. Porque otros 50 años de violencia, sería un suicidio para una nación, que ya ha pagado un alto costo de una guerra que ha dejado desolación y sangre, mientras en otros lugares del planeta, se habla de investigación, conocimiento desarrollo humano y calidad de vida.
@villocol