miércoles julio 17 de 2024

Papa Francisco pidió a EE.UU y Cuba que sigan avanzando en el proceso de normalización de relaciones

19 septiembre, 2015 Generales, Internacionales

 

Francisco Llega A cuba01

LA HABANA, 19 de Septiembre_ RAM_  El papa Francisco pidió este sábado al llegar a La Habana que los gobernantes de Estados Unidos y Cuba sigan avanzando en el proceso de normalización de relaciones, restablecidas el pasado 20 de julio tras el acercamiento iniciado en 2014 gracias a su mediación.

“Desde hace varios meses, estamos siendo testigos de un acontecimiento que nos llena de esperanza: el proceso de normalización de las relaciones entre dos pueblos, tras años de distanciamiento. Animo a los responsables políticos a continuar avanzando por este camino”, declaró el papa ante el presidente Raúl Castro y los obispos cubanos a su llegada a La Habana en una gira que lo llevará también a Estados Unidos.

El sumo pontífice también pidió los “medios necesarios” para que la Iglesia Católica desarrolle su labor “con libertad” en la isla, y envió un saludo al padre de la revolución cubana, Fidel Castro.

“Hoy renovamos estos lazos de cooperación y amistad (con el gobierno comunista cubano) para que la Iglesia siga acompañando y alentando al pueblo cubano en sus esperanzas y en sus preocupaciones, con libertad y todos los medios necesarios para llevar el anuncio del Reino (de Dios) hasta las periferias existenciales de la sociedad”, dijo el papa ante el presidente Raúl Castro y los obispos cubanos a su llegada a La Habana.

Francisco Llega A cuba

La visita de Francisco es la tercera que realiza un pontífice a Cuba, después de las cumplidas por Juan Pablo II en 1998 y Benedicto XVI en 2012. Esta gira de ocho días es la más larga de su pontificado.

A su llegada a La Habana, el papa argentino fue recibido por el presidente Raúl Castro y el cardenal Jaime Ortega.

En sus primeras palabras, Francisco pidió transmitir a Fidel Castro, líder de la revolución cubana, sus “sentimientos de especial consideración y respeto”.

El papa podría reunirse con Fidel Castro en La Habana, posiblemente el domingo, un encuentro emblemático entre dos figuras latinoamericanas de gran envergadura, que además se formaron con los jesuitas.

Luego de la ceremonia de bienvenida, Francisco abordó un ‘papamóvil’ y partió rumbo a la Nunciatura Apostólica, situada en el barrio diplomático de Miramar, recibiendo saludos de miles de cubanos que se congregaron en las calles a lo largo del trayecto.

El martes por la tarde, Francisco se despedirá de Cuba y emprenderá vuelo rumbo a Washington, donde tiene dos importantes citas, una en el Congreso y la otra en la Casa Blanca.

Después se trasladará a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York y terminará su viaje con un encuentro mundial de familias en Filadelfia.

El papa, de 78 años, tiene previsto un programa muy denso con 26 discursos -8 en Cuba y 18 en Estados Unidos-, cuatro de ellos en inglés.

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En su primer discurso, aunque breve, el Papa hiló muy fino para, sin propiciar títulos estridentes, situar ya en el tablero los conceptos de libertad, dignidad, exilio, justicia, paz, reconciliación… Después de pedir a Raúl Castro que trasladase a su hermano Fidel su “consideración y respeto”, Bergoglio se apoyó en textos de José Martí —no hay mejor cuña que la de la misma madera— para advertir de que la cultura del “diálogo y el encuentro” debe imponerse “sobre el sistema, muerto para siempre, de dinastía y de grupos”.

Si a estas palabras se unen las pronunciadas unas horas antes, durante un encuentro con estudiantes de Nueva York y La Habana, sobre los líderes que se convierten en tiranos, no es difícil inferir que Francisco, además de reclamar el fin del bloqueo como espera y necesita el Gobierno cubano, también lanzará destellos de advertencia a un régimen que no ha cambiado de apellido desde hace más de medio siglo. “Un buen líder”, explicó el Papa a preguntas de un joven, “es aquel que es capaz de generar otros líderes. Si un líder quiere sostener el liderazgo, es un tirano. Los líderes de hoy en día no estarán mañana. Si no siembran la semilla del liderazgo en otros, no tienen valor. Son dictadores”.

No es difícil prever que en un país donde no existe libertad de prensa, cada palabra que el papa Francisco pronuncie en La Habana, Holguín o Santiago será analizada bajo el microscopio de la suspicacia. El gobierno de Cuba tiene la esperanza de que Jorge Mario Bergoglio, en quien más que un líder religioso ve a un poderoso aliado diplomático, se manifieste de forma rotunda contra el bloqueo de EE UU sin inmiscuirse —o al menos no de forma explícita— en asuntos de política interna. Es casi cuestión de inercia.

Francisco en Cuba

No hay que olvidar que el precio que la Iglesia cubana ha tenido que pagar para mantener los puentes abiertos haya sido en muchas ocasiones el del silencio condescendiente. La de no romper bajo ningún concepto las comunicaciones con Cuba ha sido la línea invariable del Vaticano desde Juan XXIII —que montó en cólera al enterarse de que la Iglesia cubana puso pies en polvorosa por temor a las represalia de los barbudos y ordenó que los curas regresaran— hasta ahora, y Francisco no va a cambiarla. Pero también es previsible que, ahora que Cuba pide y recibe, Bergoglio incentive su disposición a hacer concesiones. El papa argentino está dispuesto a rentabilizar la baza que le otorgaron Barack Obama y Raúl Castro al reconocerle públicamente el pasado diciembre su contribución al diálogo.

Raúl Castro por su parte agradeció al Papa su apoyo en el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, un «primer paso en el proceso hacia la normalización de los vínculos entre ambos países que requerirá resolver problemas y reparar injusticias».

«El bloqueo, que provoca daños humanos y privaciones a las familias cubanas, es cruel, inmoral e ilegal, debe cesar», afirmó Castro en su discurso de bienvenida a Francisco. Además del fin del embargo, el mandatario cubano también demandó la devolución del «territorio que usurpa la base naval de Guantánamo», «justos reclamos», que según dijo, son compartidos por los pueblos y la inmensa mayoría de los gobiernos del mundo».

En su discurso en el aeropuerto de La Habana, el Papa tuvo un recuerdo, casi subliminal, para la disidencia y el exilio: “Quisiera que mi saludo llegase especialmente a todas aquellas personas que, por diversos motivos, no podré encontrar y a todos los cubanos dispersos por el mundo”. Durante el vuelo, el Papa contó que había encontrado a la familia de refugiados sirios que han sido acogidos en el Vaticano y que su rostro, en el que estaban reunidos todos los sufrimientos de la guerra y la huida, le había impresionado. De ahí que pidiera a los periodistas que reflexionaran sobre la importancia de la paz: “Yo os agradezco todo aquello que hagáis en vuestro trabajo para hacer puentes. Pequeños puentes, pequeños, pero un pequeño puente, otro, otro, hacen un gran puente hacia la paz”.

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