martes noviembre 19 de 2024

Alcaldía de Zipaquirá plagió libro y montó “Museo de Gabo”

gustavo-castro-caycedo

Por: verbenmagazin  

 Hace poco tiempo la Acaldía de Zipaquirá anunció con bombos y platillos la inauguración del “Museo Casa del Nobel”, pero hoy se le señala de plagiar un libro y haberlo convertirlo en museo. Se trata de, “Gabo: cuatro años de soledad, de Gustavo Castro Caycedo, a quien verbien.magazín.com entrevistó en exclusiva sobre ese insólito capítulo de piratería literaria que ha denunció hace unos días.

– ¿Es cierto que adelanta un proceso por un plagio de la Alcaldía de Zipaquirá?

– Sí, actualmente adelanto no uno sino dos procesos legales contra la Alcaldía de Zipaquirá y algunos implicados. Mi denuncia está respaldada por más de 100 pruebas, (videos, audios, recortes de prensa, textos, imágenes y fotografías), producto de una exhaustiva investigación. Crear mi libro, “Gabo: cuatro años de soledad, su vida en Zipaquirá”, me tomó 15 años. Fue una labor ardua y muy costosa, y no puedo permitir que la Alcaldía de Zipaquirá se aproveche impunemente de mi trabajo profesional, violando mis derechos al apropiarse literalmente de mi libro, con un confeso interés comercial, argumentando una falsa investigación para justificar el cínico plagio.

– ¿Qué fue lo que pasó después luego del lanzamiento de su libro sobre Gabo?

– 70 años después de que Gabo se graduó como bachiller, el 17 de abril de 2013, en la Feria Internacional del libro de Bogotá, lancé mi obra, “Gabo cuatro años de soledad”, pero, “coincidencialmente”, a la Alcaldía de Zipaquirá, algunos de sus funcionarios y a una asesora, les dio un “repentino ataque de admiración” por Gabriel García Márquez. De la noche a la mañana se convirtieron en expertos de su vida allí, sucedida 70 años atrás, y sobre la cual durante esas siete décadas ningún historiador indagó, y mucho menos funcionario municipal alguno. Yo fui quien investigué durante 15 años para escribir las 432 páginas de mi libro que saquearon en Zipaquirá para montar un museo, con confesos fines comerciales. Es evidente que lo leyeron, que “se lo aprendieron”, y meses después de su lanzamiento lo piratearon, como lo demuestro con más de 100 pruebas.

-¿Y es que nadie en Zipaquirá había escrito la historia sobre García Márquez allá?

– En Zipaquirá no sabían de la vida de Gabo allí; los testigos que busqué y descubrí, (casi todos muertos hoy), estuvieron inéditos por más de medio siglo: los ignoraron. En las páginas 74 y 193 de mi libro, escribí: “En Febrero de 1978, Heriberto Fiorillo indagó en Zipa, durante días, sobre la vida de Gabo, para su gran serie periodística en El Espectador: “Así vivió García Márquez en Zipaquirá”. El precisó:”Gabo apenas recuerda confusamente cuando en febrero del 43 se despedía de sus familiares en Barranquilla”… Y afirmó: “En Zipaquirá nadie sabe qué ocurrió con García Márquez allí, hay un inmenso y profundo desconocimiento de todo sobre él, y una memoria miope de García Márquez”. A no ser, (digo yo), por los pocos datos que Gabo recuperó para su libro, “Vivir para contarla”, tras conocer mi investigación sobre algunos de sus compañeros y sobre su primera novia en Zipaquirá.

– ¿Bueno, pero acláreme cómo es que se puede convertir un libro en museo?

– Mire, primero, “armaron” lo que llamaron “Salón Gabo”, y luego, el “Museo Casa del Nobel”. Para ello se apropiaron de la historia eje central de mi obra que narra el viaje de Gabo que desde la costa lo llevó a estudiar a Zipaquirá entre 1943 y 1946; de sus argumentos, personajes, pasajes, fechas, cifras, páginas, detalles, relatos, nombres y anécdotas de compañeros, amigos y novias, y de textos, fotos, ilustraciones… Y hasta de la carátula. Sí, convirtieron mi libro en el espúreo museo “Casa del Nobel”, nombre que aunque no registré, ideé, divulgué y utilicé años atrás, lo cual sabían el alcalde y algunos de sus funcionarios, pero que ni por delicadeza me consultaron si podían utilizarlo.

Los alcaldes obligados a velar por los derechos de autor 

– ¿Y cómo, si existen leyes contra la piratería, la Alcaldía de Zipaquirá lo plagió?

 Una de las 100 pruebas. De las páginas 257 y 258 copiaron la lista de profesores y compañeros de Gabo

Una de las 100 pruebas. De las páginas 257 y 258 copiaron la lista de profesores y compañeros de Gabo

– Es que en la Alcaldía de Zipaquirá se burlaron de la Ley, con el agravante de que el Estado encomendó precisamente a las alcaldías, defender y hacer respetar  los derechos de autor. A través de directivas, la Presidencia de la República y la Dirección Nacional de Derecho de Autor enfatizan, con nombre preciso, “los alcaldes…y los servidores públicos deberán adoptar un comportamiento respetuoso del derecho de autor”.

Además dolosamente ignoraron las advertencias legales de las primeras páginas de mi libro, que dicen: “Fotografías de Gustavo Castro Caycedo, o con derechos cedidos al mismo”, y: “Todos los derechos reservados bajo sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibido sin autorización escrita de los titulares del Copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático”. Se burlaron de lo que establecen la Ley 44 de 1993, (Derechos de Autor); y la Ley 600, de 2000, (Código de Procedimiento Penal, artículo 51 y ss.), que  establece “penas de prisión e imposición de multas”, a quienes violan los derechos de autor.

– ¿Usted dice que tiene pruebas del robo literario de esa alcaldía?¿Cuáles son?

– Tengo muchas, entre ellas incluyo un archivo en CD, con más de 200 informes de prensa que desde 1998 registraron y avalaron mi investigación sobre la vida de Gabo en Zipaquirá, para mi libro. Los medios dijeron: “Ninguno de los biógrafos de García Márquez investigó su vida allí”. “Gustavo Castro Caycedo entrevistó extensamente durante 15 años a 83 testigos, dedicándose al tema para contar todo lo desconocido sobre la vida de García Márquez en Zipaquirá, con sus compañeros, novias y amigos, entre 1943 y 1946”. “Castro Caycedo desveló: Cómo, cuándo y por qué Gabriel García se convirtió en escritor”. Y titularon: “Gustavo Castro Caycedo descubrió el eslabón perdido en la historia del Nobel”. Nunca nadie en 70 años informó que hubiera investigado sobre Gabo en Zipaquirá, y mucho menos unos funcionarios municipales, o una asesora que firmó contratos millonarios con el Secretario de Desarrollo Económico, (hoy es candidato a la Alcaldía), y con la Sociedad Catedral de Sal, para explotar la vida de Gabo que investigue en 15 años y publiqué 10 meses antes ¿Interesante, no? 

– ¿Cuándo fue que se supo de su libro sobre Gabo en Zipaquirá?

– En la inauguración de la Feria Internacional del Libro, (FILBO 2013), el 17 de abril, ante los presidentes de Colombia y Portugal, el cuerpo diplomático, agencias internacionales de prensa y periodistas, intelectuales, escritores, y otros 900 asistentes, el único libro destacado en el discurso inaugural, fue: “Gabo: cuatro años de soledad”, (le entrego la grabación), fue noticia amplia en Internet y de la prensa nacional e internacional, que pusieron de moda  a Zipaquirá.

¿Y usted no autorizó a la Alcaldía de Zipaquirá para tomar información del libro?

– Los funcionarios de la alcaldía y una asesora, de forma oportunista, se aprovecharon del “boom”, (éxito y popularidad repentinos), generado por mi libro, desde su lanzamiento. Su burdo plagio fue el pago dado a un zipaquireño por promocionar, como nadie más, a Zipaquirá. Y como si todo lo anterior no fuera suficiente, incluyeron abusivamente mi nombre en una lista de colaboradores del museo. El Secretario de Desarrollo Económico, Felipe Durán Carrón, (hoy candidato a la Alcaldía de Zipaquirá), afirmó en TV: “Gustavo Castro Caycedo también nos ayudó con material para este proyecto”. Una mentira más pues yo: ni he colaborado, ni he prestado, ni cedido o autorizado, ni dado permiso alguno para que utilicen información, ni textos, ni fotografías o imágenes de, “Gabo: cuatro años de soledad”, a ninguna publicación escrita o impresa, video, documental, etc., de la Alcaldía de Zipaquirá. Ni a dependencias suyas, como la Secretaría de Desarrollo Económico; la oficina de Prensa, la Sociedad Catedral de Sal, ni al “Salón Gabo”, abierto en marzo de 2014, ni al “Museo Casa del Nobel”, que el Alcalde Marco Tulio Sánchez, “muy orgulloso”, inauguró el 28 de Mayo de 2015.

– ¿Y Cómo fue eso de que usted le aportó información a Gabo para un libro?

– Finalizaba el año 2001, y sin planearlo, le propicié fuentes claves a García Márquez, que luego él consultó en Pasadena, (California), y en Bogotá, con la excelente ayuda de su sobrina Margarita, para su libro, “Vivir para contarla”. Eso lo registro en las páginas 50, 51, 69, 214, 222, 224, y 392 de, Gabo: cuatro años de soledad. Y el Gabo ni me desmintió, ni  me rectificó, ni me  corrigió.

El le había confesado a Germán Castro Caycedo en marzo de 1977, para su programa, “Enviado Especial: “Mira, los de mi internado en Zipaquirá son años de mi vida que recuerdo muy poco”. Y yo, digo en mi libro: “El olvido de Gabo sobre sus años allí, fue una de las razones para que yo apelara a la memoria de 83 personas cercanas a la historia y a su vida durante cuatro años, cuando hizo de tercero a sexto bachillerato en Zipa”.

El ex Embajador de México, Florencio Salazar Adame, (estudioso de la vida del Nobel), quien presentó mi libro en la Universidad Sergio Arboleda, el 9 de marzo de 2013, dijo: “García Márquez en su libro, Vivir para contarla, sólo menciona 4 veces Zipaquirá”. Y en Zipaquirá dicen que el Museo se basó en dicho libro.

– Y que finalidad cree que tuvo esa alcaldía para montar un museo con su libro?

– Con serenidad y paciencia soporté desde el último trimestre de 2013 el cínico robo a mi obra. Algunos funcionarios de la alcaldía y una asesora, hasta utilizaban de fondo fotografías de mi libro para contar a los medios “su gran investigación” sobre Gabo en Zipaquirá. Saturado de ver, oír y leer en los medios, declaraciones oficiales del cínico robo literario, decidí como periodista investigador que soy, indagar y rastrear minuciosamente todo y a fondo, y recopilar una por una, más de 100 pruebas del descarado plagio.

Entre ellas tengo copia de entrevistas emitidas por radio y TV, concedidas por el Alcalde Sánchez, sus Secretarios de Educación y de Desarrollo Económico, (Felipe Durán Carrón, y Yohana Urrutia), y por la señora Carmen Cecilia Acuña, entre marzo de 2014 y junio de 2015, que comprueban el robo literario de mi libro, y el varias veces confeso plan comercial turístico con que lo montaron 

– ¿Y cuál es ese proyecto comercial del museo que armaron cuando salió su libro?

– Durán explicó el plan premeditado con interés económico: “Nos dimos cuenta que Gabriel García Márquez como ícono tiene un papel fundamental a nivel mundial, y a partir de esa idea general  es que decidimos consolidar, aprovechar  esa figura importante, ese gran maestro que es Gabriel García Márquez”. Y agregó: “Digamos que uno de los productos para la promoción turística dentro de esa ruta cultural que nosotros estamos vendiendo y que estamos consolidando, está la adecuación de esta sala que es la primera fase de un proyecto mucho más grande”. Confesión que en lenguaje honesto reitera que a Alcaldía se aprovechó de la repercusión y el “boom” de mi libro, poco después de su lanzamiento.

Museo “para que los turistas gasten más dinero en Zipaquirá”

El señor Durán además, declaró: “Lo que nosotros hicimos fue buscar más íconos, que la gente pudiera conocer que hay más cosas para quedarse en la ciudad. Entre otras para que se integren más con el comercio, para que gasten más tiempo y dinero acá en la ciudad, gran parte de los 570 mil visitantes. Entonces esta Sala Gabo es el resultado del análisis de esa proyección”. Pero, no contó que ese beneficio mercantilista estaría sustentado en el robo literario a mi libro.

Por su parte, la Secretaria de Desarrollo, Johana Urrutia, hablando sobre el “Museo Casa del Nobel”, reconfirmó el plan, al responderle a un periodista, que le dijo: “Imaginamos Johana, que el museo debe tener algún tipo de ingreso para el mantenimiento de las máquinas, de las fotografías”, Ella respondió: “Si, para eso vamos a empezar a vender la boletería, con la ayuda de Catedral de Sal”. ¿Venta de boletas para el mantenimiento de fotografías de mi libro? Aunque parece que mi Derecho de Petición los obligó a aplazar su plan mercantil.

El Alcalde, a su vez, declaró: “En la Casa de la Cultura de Zipaquirá venimos adecuando un salón donde estamos presentando una muestra fotográfica y una cantidad de escritos que para la época que Gabo vivió aquí”. Pero no dijo que pertenecen a mi libro, yendo en contravía con lo que el Estado le  encomendó a las alcaldías y los alcaldes: “Defender los derechos de autor y derechos conexos”,

– ¿Y usted tiene pruebas de cuándo fue que tuvieron idea de montar el museo?

– La Doctora Urrutia declaró sobre la Casa Museo: “Pues esta idea viene de hace más de dos años, (época en que yo lancé mi libro), no fue a raíz de la muerte del Nobel sino ya veníamos trabajando alrededor de hace dos años”

– Un informe oficial de la Alcaldía publicado por algunos periódicos, y varias páginas Web a las que fue enviado, evidenció otro ángulo del descarado robo, al “fusilar” la siguiente información de mi libro, (identificadas en las denuncias con los números de las páginas): “En la vieja casona a donde Gabo llegó hace 71 años a uno de los más prestigiosos internados del país, el rostro, la presencia, los escritos, y hasta las novias del Nobel y sus amigos y compañeros de bachillerato, regresaron para reiniciar su labor pedagógica, esta vez, con otro fin. Berenice Martínez, Virginia Lora, Carlos Julio Calderón, Carlos Martín y Alejandro Ramos, reaparecieron en la escena, en sus cuatros años de retretas, tertulias, matinés y noches poéticas, durante la finalización de su bachillerato en Zipaquirá entre 1943 y 1946. Gabriel José de la Concordia García Márquez está nuevamente en el aula de clases en el que terminó su bachillerato”.

Siguiendo la misma línea de piratear cuanto pudieran de mi obra, los corsarios del Museo usaron la lista de testigos sobrevivientes que publiqué en las páginas 65, 66 y 67 de mi libro, y calcaron muchos de los personajes que descubrí e investigué durante 15 años. En junio de 2015, la señora Urrutia, declaró, sin ninguna vergüenza: “Para nosotros poder obtener todo este trabajo se contó con la participación de  una antropóloga que lleva dos años trabajando en esto, (desde cuando salió mi libro). Entrevistó a sus familiares, a sus amigos, porque él aún  tiene amigos y compañeros del colegio acá  en Zipaquirá, creo que ellos fueron la clave para nosotros poder recrear nuevamente esta fase”.

Pero vea ante lo que dice la Señora Urrutia, resulta que la familia del Nobel conoció sobre los días de Gabito en Zipaquirá, por los escasos datos que él dio en ”Vivir para Contarla”, y casi todo por mi libro, como confirmó su hermana Aída Márquez en nuestro conversatorio del 18 de abril de 2013 en la Feria del Libro, en que participamos con Plinio Apuleyo Mendoza. Le entrego una foto de ese evento.

Y en cuanto a los compañeros de Gabo, el último al que acudieron los del museo, fue a Jaime Bravo, a quien llevaron a Zipaquirá el pasado 19 de mayo, (14 meses después de inaugurar el salón Gabo), y quien me expresó que él no les había dicho nada nuevo, porque todo me lo había contado a mi

Y sobre los supuestos compañeros de curso que viven en Zipaquirá, solo queda uno, mi buen amigo Alberto Garzón, quien cuando gozaba de plena salud, hace 10 años, me contó lo poco que recordaba sobre Gabo. Ah, y vive otro más, José Fajardo, que ni estudió interno con Gabo, (era externo), ni fue compañero de curso suyo. El, con mejor memoria que hoy, entre 2003 y 2010 me contó cuanto recordaba de Gabo en Zipa. A él, por sugerencia del Museo, lo han entrevistado y ha contado algo de lo que recuerda, y cosas tomadas de mi libro, que antes de leerlo no tenía por qué saber. Guardo dos grabaciones sobre esas declaraciones.

– ¿Qué más información le piratearon a su libro?

– Insaciables en su piratería, para guiar a los turistas, copiaron algunos datos que yo investigué y publiqué, sobre la ubicación y distribución de los dormitorios de internos, salones de clases, comedor, etc., de la casona del Liceo. Con toda esa información y las fotografías saqueadas de mi libro, “armaron” el plan de recorrido, incluido salón de clases (“Salón Gabo”). La Señora Urrutia declaró a un medio: “Lo que quisimos fue convertir esta casa  en un  nuevo atractivo turístico para los visitantes. Podremos ver el salón  de clases, sus dormitorios, la cafetería donde ellos tomaban su alimentación, los patios, todo,  desde que uno entra se va a sentir en esa época, es como una recreación por medio de imágenes”. Es más, el señor Durán Carrón, exaltó en televisión, la exposición fotográfica del museo; con fotos  pirateada a mi libro, identificadas en la denuncia cada una con su número de página; a raíz de uno de mis derechos de petición, retiraron algunas, solo algunas del museo. De todo lo anterior yo confronté cada caso con el respectivo número de página de mi libro, acumulando más pruebas.

Los reto ante un tribunal de honor, al más alto nivel

Han dicho muchas mentiras; yo reto al Alcalde, a sus funcionarios y a su asesora, a que comprueben qué fue lo nuevo que descubrieron sobre Gabo en Zipaquirá, diferente a lo que está escrito en las 432 páginas de mi libro. Y a que lo sustenten contra mi verdad, frente a un tribunal de honor al más alto nivel.

-¿Y qué otra prueba tiene del plagio a su libro?

– ¿Otra prueba? No, otras, hay muchas otras; por ejemplo, un insólito boletín oficial de la Alcaldía de Zipaquirá que reproduce varios textos de mi libro, “Gabo: cuatro años de soledad”, y de forma falsa, y sobre todo irrespetuosa con el Nobel, se los adjudica a él y a su libro, “Vivir para contarla”. ¿No cree usted que este es otra gran abuso?

– ¿Usted está disgustado por todo eso con Zipaquirá?

– De ninguna manera, yo quiero mucho a mi tierra y a sus gentes; la he promovido como ningún otro zipaquireño, en cinco de mis libros e infinidad de artículos de prensa, a no ser por Efraín, “El Zipa”, Forero en los años 50.  Otra cosa es que haya decidido no tolerar más los abusos de unos funcionarios inescrupulosos, ni su cínico e impúdico plan con que han violado mis derechos de autor, e irrespetado mi dignidad. Colmaron mi paciencia.

– Finalmente, usted habló de su costosa investigación ¿A qué se refiere?

– Si, fue una onerosa investigación de 15 años, incluyó más de 150 viajes a Zipaquirá con sus costos de transporte, honorarios de una secretaria, invitaciones y atenciones a testigos, llamadas telefónicas nacionales y al exterior, trabajos fotográficos, etc. Por todo lo expuesto instauré denuncias ante las autoridades a las que les corresponde velar y defender los Derechos de Autor, y sancionar penalmente a quienes piratean trabajos literarios honestos…“¡Si la sal se corrompe!”…

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