De Teo a David
Por Esteban Jaramillo Osorio
Primera prueba superada. Sol quemante en la nuca, que invita al desfallecimiento. En estas circunstancias, adversas por igual, el esfuerzo se valora al máximo y el triunfo aún más, con los golazos de Teo y de Cardona. Perú ya está en el archivo. Se acerca Uruguay, en fría temperatura, con las dudas sobre las propuestas colombianas, ante el desgaste del primer partido ante Perú, la persistente ausencia del talentoso James Rodríguez y la ineficacia de Falcao, a quien ya algunos periodistas, en atropello injusto a la memoria, le reducen el crédito. El ambiente será distinto, el rival estará obligado a atacar y Colombia con paciente espera para contragolpear, buscando afirmar líneas y moldear la idea característica, que hace daño con la posesión de la esférica. Son fuertes los uruguayos en el fútbol aéreo, en las jugadas estratégicas a balón parado y en la presión al límite del reglamento.
La marrulla de la falta premeditada, que altera los nervios de los futbolistas, estará latente, disfrazada en el espíritu guerrero con que los Charrúas encaran los partidos. Forma parte de su manual de competencia.
El paso a paso de este largo camino hacia el mundial, tiene un reto en cada juego y por ello la obligación de hacer útil lo rentable, en este caso el resultado.
La Colombia actual, se distancia de la del pasado. Su fútbol no es brioso ni continuo, es esporádico e individual. No hay desbordes por velocidad ni por habilidad. Cuadrado parece ser el único dispuesto a proporcionar enlaces entre líneas, pero por sus excesos de control y sus caricias innecesarias al balón, malogra jugadas prometedoras. No parece ser la guitarra mayor en ausencia de James, aunque se reconoce la voluntad de Cardona para acomodarse al puesto y a la función del crack ausente. Sánchez es un jugador de tres pulmones, con motor inagotable, pero en la estrategia del entrenador no se encuentra, para él, el socio ideal, lo que multiplica el trabajo de la zaga, que justo es reconocerlo, se ha fortalecido. Cuanto se extraña a Abel Aguilar. Y qué grande es la influencia de David Ospina.