miércoles julio 17 de 2024

Después de 12 años, izquierda pierde poder en la Capital Colombiana

25 octubre, 2015 Bogotá, Política

Se acaban 12 años de gobierno de la izquierda

 El voto castigo al que tanto temen los políticos, hoy dio su golpe más fuerte a la izquierda en Colombia. Los resultados de elecciones regionales le han dado en el corazón al Polo Democrático, el partido de izquierda con mayor representatividad, que perdió después de ocho años su bastión: la Alcaldía de Bogotá.

De la fuerza con que emergió esa ala política en 2003, cuando Luis Eduardo Garzón se alzó como alcalde, considerado por muchos “el segundo cargo político más importante del país”, hoy quedan apenas unos pocos vientos que no le alcanzaron para retener la alcaldía.

En estos comicios no había muchos cargos, ni en las alcaldías ni en las gobernaciones, donde la izquierda fuera competitiva, o mejor, donde pudiera dar una franca pelea. La joya de su reinado era mantener al Palacio de Liévano y en las elecciones se jugaba el todo por el todo para no dejarlo ir y perdió.

Su mayor activo político en muchos años y el que le hacía estar, a pesar de todo, en las decisiones importantes del país –no es menor que el propio presidente Santos tuviera que pedirle al Polo Demócratico asociarse a la Unidad Nacional para su segunda vuelta en la su búsqueda por la reelección presidencial- se le ha ido de las manos dejando en el ambiente la sensación de que la izquierda aún no está lista para tomar eficazmente las riendas del país.

Los resultados de hoy son, a todas luces pobres, si se tienen en cuenta las votaciones de Carlos Gaviria (para la presidencia 2006-2010), de Clara López (en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2014) e incluso la del mismo Samuel Moreno (2007-2008).

Clara López, la aspirante por esa colectividad, solo logró 492.716 votos (con el 98,23 % de las mesas escrutadas), mientras que las cifras del ganador, Enrique Peñalosa (893.670) casi la doblaban.

Pero la debacle del partido tiene nombre y apellido: el ‘carrusel’ de la contratación. El mayor desfalco dentro de las cuentas de la capital del país es, y parece que será, la sombra que viene acompañando al Polo Democrático desde 2010 y una página muy difícil de pasar.

El escándalo de corrupción política en el que se evidenció el tejemaneje para la adjudicación de millonarios contratos de obras públicas de Bogotá (entre ellos los de la tercera fase de TransMilenio) y la forma cómo se daban comisiones a senadores, funcionares de la alcadía e incluso al mismo alcalde Moreno y anticipos a empresarios que no hacían las obras, caló hondísimo en los ciudadanos no solo por el presunto robo de los dineros sino porque significó el retraso en la construcción de avenidas, calles y carreteras que directamente afecta a la movilidad, uno de los mayores problemas de la ciudad.

El Distrito llegó a tener un detrimiento patrimonial de poco más de 2 billones de pesos por cuenta de un proceso que anda a medias, pues si bien los principales protagonistas del desfalco –los hermanos Nule, el empresario Emilio Tapio y el mismo

Moreno, entre otros- están tras las rejas, los juicios siguen retrasados y las estrategias dilatorias en las audiencias vuelvan a movilizar a la opinión pública.

Pero el ‘carrusel’ de la contratación sólo fue el inicio de una serie de ‘caídas’. Con una votación mucho menor, y con el voto de confianza de la gente más en el personaje que en el partido que representaba, Gustavo Petro, hasta el 2011 un prominente senador que le hablaba duro al gobierno de Álvaro Uribe y que destapó el nexo de políticos con paramilitares en todo el país, logró por tercera vez que la izquierda se hiciera con la Alcaldía.

La gran (primera) pelea de su administración fue el sistema de recolección de basuras. La modificación de la esquema del servicio de aseo, hasta ese momento en manos de privados y que Petro transfirió a una empresa pública, con participación de recicladores informales, le valió su destitución del cargo, por parte de la Procuraduría, y la inhabilidad de 15 años para ejercer política.

El proceso fue, para infortuna de Petro, accidentado y en los primeros días de implementación dejó casi tres días a Bogotá sin recolección de basuras, además de revelar una inhabilidad de la Empresa de Acueducto y de Aguas de Bogotá, la empresa a la que le dieron el manejo de as 6500 toneladas de basuras que produce la ciudad, para prestar un servicio que nunca estuvo dentro de sus funciones.

Más allá de este tropezón, Petro pareció no entender el sentir capitalino, que cansado de la inseguridad y de la baja calidad del sistema de transporte, pedía a gritos la solución de estas dos problemáticas. Medidas impopulares como el contraflujo en la carrera 11 y un lento avance en la implementación del Sitp fueron la estocada final para que los bogotanos pensaran que el futuro de la ciudad iba de mal en peor (percepción Bogotá cómo vamos).

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