El valor de un punto
Por Esteban Jaramillo Osorio.
No hubo tiempo para malabares. El musculo por encima del talento. La táctica defensiva, como soporte y aguante, para allanar el camino y demoler al oponente. Chile se vio caótico, con sus circuitos creativos en caos, mientras Colombia crecía en rendimiento y ambiciones. Cambio el estilo. No hubo fútbol fluido, aquel de toques con posesión, sino un ejercicio defensivo impecable, con la solitaria fisura para el gol en contra: El karma del juego aéreo. Trabajó y maduró Colombia el empate y, luego, la victoria, pero el arco le fue esquivo, dejando, eso sí, sensaciones positivas.
Fabuloso el gol de James, descalificado en la antesala por los mismos que con desmanes dialécticos, anunció la salida de Pekerman. Atacar a James, equivale a atacar a Colombia. James, sin la forma física adecuada, con dos meses inactivos, fue líder con su presencia en el campo, con algunos toques de magistral finura, que abrieron el camino para el empate celebrado. No fue figura en el terreno ni su mejor partido, porque la distinción se le llevó Muriel, delantero incisivo, compartida con Torres, en su estreno auspicioso
El fútbol es un circo. Traviesos, algunos, le extendían el tiquete de salida al entrenador, por la renuncia de Bedoya, daban la serie actual como perdida, proponían sustitutos y diagramaban con prepotencia, la alineación y los movimientos tácticos y estratégicos en el campo de juego, para marcar el camino de la victoria. Pekerman dirigió impecable, ausente del fuego cruzado de sus contradictores y distante de la crisis de los directivos en escrutinio jurídico.
Nota picante fue aquella en la que un olvido premeditado del estratega, fue botín para algunos periodistas, que pensaron desentrañar en un papel abandonado la nómina para el siguiente cotejo. Hasta en eso ganó el entrenador.
Ante Argentina y después de robarle un punto a Chile, con impecable gestión, adaptada para contrarrestar su poderío y a punto de dar un salto cuantitativo porque la victoria estuvo a un suspiro, Colombia tiene la inyección moral por haber reencontrado el camino.con posesión, sino un ejercicio