Las desdichas de un campeón
Por Esteban Jaramillo Osorio
Abatidos se ven los hinchas de Millonarios por los daños irreparables que en sus ilusiones han causado sus jugadores y sus directivos. Los torneos que ha jugado en los últimos años, lo han dejado con las manos vacías. Sus proyectos de cambio solo han sido impulsos y caprichos y no se ven vías de escape a una crisis duradera. Contrasta su presente con la celebración entusiasta de sus encarnizados rivales que bordean el éxito: Nacional y Santa Fe.
Los dueños no saben de fútbol y de paso están mal asesorados. Confunden dinero con conocimientos y, mes a mes, con sus disparates, dejan al desnudo su desconcertante miopía.
Desde la salida injusta de Hernán Torres, último técnico campeón, han llegado tres extranjeros a la conducción: Lillo, Lunari e Israel, con eliminación abordo y libro abierto plagado de justificaciones. Con ellos se arrimaron al plantel futbolistas oxidados, de escasa utilidad, cuyo aporte ha sido una mortificación para la hinchada que, justo es afirmarlo, nunca ha declinado su apoyo al club, entre rabias y desdichas.
A Israel se le presento como un bálsamo, en momentos de dificultades, tras la obstinada permanencia de Lunari, a quien le premiaron los desmemoriados, seis meses de vigencia en el club en el pasado, como futbolista, sin verificar sus conocimientos como entrenador, por demás limitados. Pero resulto un manipulador con la palabra, como sus colegas fracasados. El dinero gastado en él, como en sus antecesores, debió invertirse en jugadores. Un técnico, sin nómina, no construye campeones.
Como consideración final, la falta de autocrítica, acerco también a Millonarios al desfiladero. Causaban grima las expresiones de algunos futbolistas, con proclamas de guerra antes de los partidos, para ser mansos corderos en desarrollo de las faenas competitivas. Muy pocos merecen ser portadores de la histórica casaca azul.
En general, que grande han sido el despilfarro y el irrespeto a la fanaticada.