martes noviembre 19 de 2024

El encabronado despecho del exdefensor del pueblo

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El culebrón del exdefensor del pueblo y la exreina Astrid Helena Cristancho, apenas comienza. Foto: semana.com

Por: Ricardo Rondón Ch.

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Se ven las piernas de un hombre desnudo, la mano izquierda empuñando el pene, mientras se toma la selfi con la derecha. (Daniel Coronell en su columna de la revista Semana)

Y al fondo una hamaca de Morroa, una hamaca más grande que el cerro e’Maco, como reza el sabroso paseo del maestro Adolfo Pacheco, guindada en la sala de estar de un confortable apartamento de los cerros orientales de Bogotá, habitáculo en solitario del doctor Jorge Armando Otálora, exmagistrado de la Corte Constitucional, exdefensor del pueblo, exnovio de la exreina de Cundinamarca (2005) Astrid Helena Cristancho, a su vez, exsecretaria privada del funcionario señalado de acoso laboral y sexual.

Si el prefijo ex fuera una tabla de salvación, la humanidad estaría eximida de culpabilidades, derrotas y fracasos, pero en este país hipócrita y pacato, donde la ética está borrada del diccionario, el ex, en lo que atañe al plano sentimental, es una carga imperecedera de la que muy pocos se pueden librar, menos cuando se es un personaje público o una desgastada figurilla de la farándula.

El pecado sí fue enamorarse, como aseguró vox populi el doctor Otálora en el maremágnum de su lío jurídico y de su tormentoso despecho, ignorando que los ricos, los poderosos y las bellas no se enamoran. Que ellos y ellas, solo se convienen. Que el amor es un premio de consolación que Dios, en su infinita piedad, otorgó a los pobres, feos, escuálidos y menesterosos. Un contentillo acompañado de boleros en su almíbar, versitos cursis y flores de plástico.

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Al fondo la hamaca grande, «más grande que el cerro e’Maco. Foto: semana.com

Cuando se le oyó al exdefensor del pueblo ese clamor entrecortado, “Mi error fue haberme enamorado”,  entre flashes de cámaras y micrófonos que lo bombardeaban sin misericordia, recordé los versos patibularios de Petrarca, la flamante interpretación de Otelo en el vozarrón inmarcesible de Plácido Domingo; y el eterno dejo agridulce de Celia Cruz en su diatriba sonera de ‘Usted abusó’.

Usted abusó/. Sacó provecho de mí/, abusó/. Sacó partido de mí/, abusó/. De mi cariño, usted abusó.

De ser cierta la versión del doctor Otálora, de que no hubo tal acoso sexual contra su Dulcinea cundinamarquesa, porque a su decir con ella sostuvo una relación sentimental admitida de año y medio con testigos y apostillas, él soltero, ella sin compromisos, entonces el culebrón del exmagistrado, que hubiera deseado Corín Tellado, correría por cuenta de la maledicencia nacional, que en este país hierve como la chicha aferrada de Firavitoba e intermedias.

Aún se sienten las réplicas de los puyazos atronadores de Darío Arizmendi y Horacio Serpa pidiendo a voz en cuello y puño cerrado la renuncia de Otálora. ¡Arizmendi y Serpa! peleándose a colmillo limpio la bandera hecha harapos de la conciencia moral del país. ¡¿Qué manicomio es este?!  

Retomando el novelón protagonizado por Jorge Armando y Astrid Helena (patrocinado por arroz Roa, “el arroz de las señoras”), el libreto a seguir sería la ‘traga’ maluca de un precolombino de Corte “con una hoja de vida intachable” que quedó prendado por el rostro angelical, el cabello de Rapunzel, los ojitos dormilones de la niña de “la mochila azul”, y las ‘peligrosas curvas’, difíciles de superar hasta para un tractomulero, como las de la carretera que de Fusagasugá conduce a Girardot, en el tramo de la ‘Nariz del diablo’.

Y de esos dramonones lacrimógenos el país telenovelero siempre espera más, con análisis y profundas disertaciones de ‘La Negra Candela’, Omar Rincón, y la sexóloga Esther Ballack.

Sólo un feíto ilustrado -que está en todo su derecho constitucional- como el doctor Otálora se le mide a tamaña empresa, la de ‘tragarse’ hasta las cachas (como decía ‘Don Chinche’) de una reina sin medir consecuencias. ¡Con lo caro que sale sostener los caprichos espirituales y mundanos de una coronada! No aguanta sueldo de congresista. A no ser que, con tan desmesurado salario, tengas las hechuras apolíneas de un Manolo Cardona. Otro gallo cantaría en ese corral.

Queda claro que la versión masculina y actualizada de ‘Betty la fea’ no había gozado aún de las tórridas experiencias del enamoramiento, que a corto plazo se le convirtieron en una obsesión hasta tocar fondo, como para enviarle a la exreina y modelo de jeans levanta colas una selfie de sus partes pudendas.

Las 'peligrosas curvas' que al exdefensor del pueblo hicieron perder la cabeza. Foto: contactobásico.com

Las ‘peligrosas curvas’ que al exdefensor del pueblo hicieron perder la cabeza. Foto: contactobásico.com

-Perdóneme su educación don Jorge Armando, ¿quién se creyó en ese instante lúbrico? ¿Acaso Nacho Vidal en ‘Follando con todas’, una de las más agresivas películas del porno star chapetón?

-¿Qué veo en esta otra foto…? ¿Unos amarillentos boxers Calvin Klein? ¿O es una pantaloneta del Atlético Bucaramanga? La verdad no me permite ver bien el difuminado de censura de Semana.com

Debajo de la gráfica, el subrayado de Coronell en su explosiva columna: se ven las piernas de un hombre desnudo, la mano izquierda empuñando el pene, mientras se toma la selfie con la derecha. Apenas para el inicio de un guion porno. Sólo faltó: que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha…

Y yo que antes de ver estas fotos vivía acomplejado de mis flacuchentas extremidades. ¡Las suyas, exdefensor indefenso!, merecen la misma compasión mundial de las de las víctimas de la hambruna y la desnutrición del Cuerno Africano.

Hablando de ‘cuernos’. No sería por ese incómodo adorno que le puso en la frente Astrid Helena que no pudo controlar su ira de Aguirre, perdió los estribos y ¿pasó lo que pasó?: cerco a la presa, acorralada en su centro de operaciones, con una cámara fisgona encima de ella, memorandos a mañana y tarde, ¿incisivo plan de aburrimiento hasta obligarla a pasar la carta de renuncia irrevocable, con queja postrera al teléfono rojo del implacable Daniel Coronell?

El desquite de un jefe herido en su honor de macho, peor sin haber cancelado aún el crédito de zarcillos, collares, pulseras y relojes en Sterling Joyeros. Las tarjetas de crédito literalmente masacradas. ¡Eso debe doler como un verraco!

Otálora, en un solaz de su hamaca, en la terraza de su confortable apartamento, en los cerros nororientales de Bogotá   Foto: semana.com

Otálora, en un solaz de su hamaca, en la terraza de su confortable apartamento, en los cerros nororientales de Bogotá   Foto: semana.com

Bueno, que todo sea para bien, exdefensor. Para la renovación. Un punto y aparte en su azarosa existencia. La herida durará en sanarse, pero con terapia y goticas florales del doctor Santiago Rojas terminará cicatrizando. Lo importante ahora, doctor Otálora, es lo que viene, la trasformación. ¿Qué ha pensado al respecto?

-¿Va a seguir peinándose con aguapanela y de medio lado? Un cambio de look le sentaría de maravilla.

¿Ya le metió candela a las fotos y a las revistas faranduleras donde aparece ella con la misma sonrisita de loro feliz que le hacía a usted cuando llegaba fragante de mañana a su oficina? Por sanidad mental, hay que empezar por eso.

¡Nada de trago!, doctor Otálora. ¡Ni por el chiras! Con el amargo que está pasando, es suficiente. Menos, melodía cantinera. Ni de riesgos Darío Gómez, Charrito Negro, Luis Alberto Posada y Galy Galiano. Eso es como echarle sal a la carne viva. ¿Y con aguardiente?, tiquete directo al Salto del Tequendama. Más bien le recomiendo Charles Aznavour. Es más llevadero y con una tisana de tilo y toronjil, ayuda a conciliar el sueño.

Cancele cuentas de Facebook, Twetter, Instagram, y todas las que tenga. Pero primero que todo, vacié del i-phone documentos, fotografías, claves secretas, o cualquier indicio que lo pueda comprometer con la investigación en marcha.

Sincérese, no se engañe: ¿Tiene más fotos suyas empeloto? O de ella, ¿empelota? Estas últimas podrían ser un poderoso argumento para su defensa. O para el bolsillo. Los chismosos de La Red las pagan a millón de pesos.

-A propósito, ¿quién lo va a defender?, o ¿quién lo está defendiendo?, ¿acaso Pretelt?

Sólo usted, y nadie más que usted sabe si está libre de toda culpa, pero no está de más que se encomiende a sus santos de devoción,  Juan Manuel incluido, que en estas fechas de protocolos de paz y reconciliación está como un arequipe, concediendo a diestra y siniestra favores y bendiciones con subsidios básicos de $1.800.000 para todos aquellos quienes por décadas se portaron mal y están dispuestos a reintegrarse a la sociedad.

Tranquilo exdefensor, no se me achicopale. Cualquiera en sus cinco sentidos perdería la cabeza por un bombón como Astrid Helena. La perdió el Chapo Guzmán por Kate del Castillo. Ese sí que debe tener un guayabo bien chingón. Lo suyo, en este país de cornudos y cabrones al por mayor, es pan del día.

Para finiquitar, doctor Otálora -como dicen ustedes los magistrados-, así esté vacante, vuélvase a poner la palomita plateada en la solapa, que de repente lo llaman de Señal Colombia para que ocupe la plaza de Defensor del televidente, quien quita… En Colombia estamos. Y el pueblo, que todo lo digiere, terminará aceptándolo.

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