miércoles diciembre 18 de 2024

El Ojo del Halkón 2016, un año de expectativas e indecisiones

03 enero, 2016 El Ojo del Halkón, Opinión

Ruben Dario Mejia Sanchez _25_02_12

Por Rubén Darío Mejía Sánchez

Luego de hacer un alto en el camino y recorrer bellos parajes donde nací, en el municipio de Neira, en el norte del departamento de Caldas, me alisto para hacer un análisis de lo que puede traer el año que se inicia, que por lo que dicen los entendidos no será muy fácil por las metas tan difíciles que hay para alcanzar la anhelada paz y pagar un costo bastante alto por los anuncios del Gobierno sobre una reforma tributaria que pondrá a temblar a más de uno, con el fin de recolectar los fondos para cumplir con el postconflicto, que por experiencia con el M-19 fue bastante alto y que ahora será superior por la gran cantidad de integrantes de las FARC a los que hay que pagarles todos los gastos de adecuación a la vida civil.

Como va corriendo el tiempo, en un abrir y cerrar de ojos es el mes de marzo y es la fecha que ha dado el presidente Santos para firmar el fin del proceso que dejaría a Colombia al borde de una verdadera paz después de más de cincuenta años, pero las cosas no se quedan ahí, todo se complica con la readaptación de los alzados en armas que han pedido en más de una oportunidad cosas no tan fáciles de entregarles para que dejen las armas y termine el terror.

El Jefe de Estado está muy optimista y un gran número de colombianos esperanzados sobre lo que pueda suceder, aunque no falta quienes estén en contra de lo que se está haciendo por creer que se está perdiendo el tiempo y que lo mejor que debe de hacerse es irse de cacería y detener a todos los alzados en armas y llenar las cárceles, mientras que sigue el derramamiento de sangre de inocentes que no tienen nada que ver en este conflicto.

No me estoy poniendo del lado de nadie, sería muy feliz donde hubiera paz porque a mis años nunca he dejado de escuchar que ha violencia es la que rodea nuestra vida cotidiana y si esperaría como lo he repetido en más de una oportunidad que antes de partir de este mundo terrenal tuviera la oportunidad de dejar a mis hijos y nietos y demás herederos un país en paz donde todos viviéramos como hermanos y las noticias amarillas que deambulan de un lado para el otro desaparecieran y se hablara de un país trabajador, luchador y echado para delante con una riqueza que puede responder a lo que algunos rotativos dijeron este fin de semana, que Colombia es un país feliz pero donde sus habitantes son bastante pesimistas y en esto tienen razón porque si nos ponemos a ver los sucesos, los enemigos de los colombianos somos los mismos colombianos y quienes más mal hablamos del país somos nosotros mismos y que decir de la mala prensa que hacemos con tanta facilidad sin querer mostrar los verdaderos logros de muchos colombianos de bien.

Acaban de posesionarse los gobernadores, los alcaldes, los diputados, los concejales y los ediles, quienes tendrán una gran tarea de sacar tareas inconclusas y de trabajar para que la paz llegue a las regiones y los buenos resultados del postconflicto sean la realidad que todos deseamos. Varios de los alcaldes tendrán duras tareas porque muchas ciudades quedaron en la quiebra, en muchos municipios arrasaron con las economías y lo que se hizo más fue politiquería y la corrupción fue la que dominó en la mayor parte del país en los últimos cuatro años y esto lo comenzamos a ver con el transcurso de los días.

Por ejemplo Bogotá tiene que dar un giro de 180 grados, donde la movilidad, la inseguridad y otras cosas más deben organizarse y eso no es posible de la noche a la mañana, no es que sea pesimista pero hay que ser realistas, que el Alcalde Peñalosa no va a poder hacer milagros de un día para el otro y no faltarán los detractores que piensan que a todo hay que ponerle términos y por eso es que los famosos analistas y opositores de los Gobiernos hablan de los famosos primeros 100 días de gobierno y si estos no cumplen con la tarea, hablo de los gobernantes, se les descalifica y se les pone en la picota pública como escarnio ante el electorado.

A Colombia, que es lo que nos interesa no le espera un año muy fácil por lo del postconflicto, mucho menos por los ataques del fenómeno del niño, los que hemos mirado olímpicamente y que quienes hemos tenido oportunidad de viajar fuera de la ciudad a las regiones del país nos hemos dado cuenta de lo grave que está sucediendo. Nos dicen los campesinos que la cosecha cafetera fue un fracaso y eso que el café es uno de los cultivos más fuertes a los ataques del calor, cultivos de arroz, soya, cacao y algodón se ven totalmente acabados porque la inclemencia del sol es tal que no hay forma de que se salven por la falta de una gota de agua. El asunto es grave y de conciencia, se debe de cuidar el vital líquido y se debe dictar cátedra sobre lo que esto significa para que las nuevas generaciones sepan tomar medidas al respecto.

Estamos a puertas de que suban los precios de los alimentos, a pesar de lo que diga el Gobierno pero es que regiones totalmente agrícolas están desmanteladas porque en este momento las sequias han terminado con los cultivos, el gran rio de La Magdalena se está muriendo de sed, ya se le ven playas y los peces se comienzan a morir y la vegetación que crece en las orillas tiende a desaparecer, las altas temperaturas son insoportables y solo un día de escasas lluvias fueron motivo para que los campesinos dieran gracias a Dios y casi hicieran una fiesta por ello y muchas veces los que vivimos en las grandes ciudades ni nos enteramos de ellos y solo nos quejamos si hay agua o si hay sol pero no medimos el problema al que estamos enfrentados y mucho menos tomamos medidas para evitar un racionamiento que nos haga quejarnos y arrepentirnos de no haber racionalizado el vital líquido.

Políticamente las cosas no serán muy fáciles, los hermanos conservadores no se ponen de acuerdo para saber dónde se van a quedar, si al lado del Gobierno o de la oposición, el Centro Democrático tampoco dice nada claro en cuanto a la forma de cómo se va a refrendar los acuerdos de La Habana, porque según las malas lenguas algunos sectores de ese movimiento político creen que por votar el no y promocionarlo van a quedar fichados como los enemigos de la paz y según ellos no son enemigos de la paz sino de la forma como la está adelantando el presidente Santos, es decir que la forma para que este grupo político estuviera de acuerdo sería de que el presidente Santos hiciera la voluntad del ex presidente Uribe, que quien como hemos dicho en más de una oportunidad debería actuar de manera diferente, no como un opositor sino como un orientador por su experiencia y su talante político, no es bueno que siempre se sea oposición porque las cosas no le gusten a uno y que nos olvidemos del bien común.

El Polo Democrático se mantendrá en la oposición y lo malo es que no es porque tengan bases sino simplemente porque perdieron el gobierno y porque ahora van a ver como hincha de fútbol como se hacen las jugadas cuando, ellos estuvieron en el gobierno no lo supieron hacer, porque es muy diferente ver las cosas desde la barrera y no dentro del redondel, aunque se dice que están pidiendo que les den el ministerio estrella del Gobierno que es el de agricultura, tras el trabajo que ha adelantado el Jefe actual de la cartera.

Esperamos que el presidente Santos pueda manejar la situación, por la cantidad de compromisos que tiene y que se dé cuenta que no va a ser fácil mantener contento a todo el mundo en el momento de firmar el proceso de paz porque no faltarán los López, los Cepeda y los Robledos que salgan a cobrar su colaboración para los acercamientos en los diálogos de La Habana.

Colombia tiene muchos retos, muchas metas y mucho pesimismo para este año bisiesto, que según dicen los entendidos son los mejores años y que los pesimistas consideran la gran hecatombe, porque como dicen los expertos en economía, de las grandes crisis hay que sacar los mejores resultados y es ese pequeño grupo de optimistas y de hombres y mujeres de bien sé que pueden sacar al país adelante.

Cuidemos el agua para que no muramos de sed.

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