El sabor caribe del Carnaval de Barranquilla, a “flor de piel” contagia a Colombia y el mundo
Por Carlos Villota Santacruz
“La vida debe tener sabor”, esa es la consigna de los habitantes de la ciudad de Barranquilla en el caribe colombiano, en el marco del Carnaval 2016, en la Vía 40, que se vistió de gala para recibir a la “Batalla de Flores”, de una de las fiestas populares más imponentes de Colombia por su historia, su patrimonio, su magia y su tradición.
”Porque ajá”, la casa del equipo de fútbol Junior de Barranquilla es una sola gozadera en época del carnaval: desde sus cuatro puntos cardinales salen hombres, mujeres y niños que dan vida a manifestaciones folklóricas representadas en “Su majestad la Cumbia”, “Herencia Ancestral”, “Fiesta de tradición” y “Fantasía Caribe, en medio de carrozas, disfraces.
Esta ciudad de migrantes de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, es la suma de cultura de árabes, judíos y europeos provenientes de Alemania, Italia. Pero también de España e incluso de China, que llegaron del otro lado del Atlántico, le dan un aire sin igual a un Carnaval que va más allá del “Realismo Mágico” descrito por la pluma del desparecido Nobel Gabriel García Márquez.
“Barranquilleros y visitantes que nos acompañan los invito a que se gocen el carnaval; esta fiesta que nos llena de alegría, que nos hace sentir orgullosos de haber nacido en esta tierra, en esta tierra mágica, donde no se vale otra cosa que pasarla bien. Los invito a que pasemos esta fiesta en paz y mucha armonía hasta el martes de Carnaval”, la Reina de la fiesta popular –Patrimonio Inmaterial de la Humanidad declarado por la Unesco- Marcela García Caballero
En la capital del departamento del Atlántico –que tiene un nuevo aire en su desarrollo gracias a los Tratados de Libre Comercio- el trópico impera. Eso significa desmesura. La desmesura está presente en todos y cada uno los momentos del Carnaval, que se traduce en la puesta en escena de los Congos: “Perro Negro”, “Reformado”, “Espejo de Carrizal”, “Toro Grande de Rebolo”, “Congo Rumbero”, “Congo Grande de Barranquilla”, “Congo Carrizaleño”, el Torito Ribereño”, “Congo grande de Galapa”, a los que se suman los garabatos: “”Cipote Garabato”, “Garabato del Norte”, “Marco Fidel Suárez” y la comparsa “Torito en Carnaval”
Todo es natural. Está presente en cada esquina. Gozar en “Curramba”” hace parte del día. Esta ciudad que se autoproclama como una de las ciudades más felices del mundo. La razón. “Quién lo vive y quién lo goza”, que es la frase que se escucha en la época del Carnaval, es un estado del alma. “¡Eche, no joda!”
En este lugar del planeta las mariposas amarillas de García Márquez no mueren nunca, gracias a la música, al ingenio, al baile, a la creatividad y el arte. Una tradición que pasará de generación en generación, donde la “Marimonda” y el Rey Momo son protagonista de una puesta en escena en las calles de barranquilla que por cuatro días se convierten en un “teatro público”, que contagia a argentinos, mexicanos, norteamericanos, italianos e incluso japoneses. Y por su puesto a los colombianos, que están orgullosos de una tradición cultural, auténtica, capaz de robarle una sonrisa al más “cara dura”. Donde todos son anfitriones para quienes llegan a la ciudad, a ser testigos de una fiesta que les cambiara su corazón, al punto que muchos de ellos, regresarán o se integrarán con el paso del tiempo entre sus habitantes. Porque Barranquilla, es la ciudad de los migrantes en Colombia.
Twitter@villocol